Los ataques aéreos de Estados Unidos contra las milicias respaldadas por Irán en el este de Siria mataron al menos a un combatiente e hirieron a varios más en lo que funcionarios estadounidenses dijeron que era una respuesta calibrada a los ataques con cohetes contra personal estadounidense en Irak.
Los ataques, que tuvieron lugar a primera hora del viernes, hora del Medio Oriente, fueron de alcance limitado y estaban diseñados para demostrar que la administración del presidente Joe Biden actuará con firmeza pero quiere evitar una gran escalada regional, dijeron funcionarios estadounidenses.
El ataque era tanto necesario para hacer frente a la amenaza como proporcionado"
Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca
"Confío en el objetivo que perseguimos, sabemos lo que acertamos", dijo el secretario de Defensa Lloyd Austin a los periodistas que volaban con él desde California a Washington, poco después de los ataques aéreos que se llevaron a cabo el jueves por la noche, hora estándar del este.
Washington y Teherán buscan la máxima influencia en los intentos de regresar al acuerdo nuclear con Irán asegurado en 2015 pero abandonado por el ex presidente Donald Trump en 2018, luego de lo cual las tensiones regionales se dispararon y crecieron los temores de un conflicto a gran escala.
La Casa Blanca respaldó la acción asegurando que la operación había tenido lugar tras consultar con los aliados de la coalición y respetando las leyes internacionales. "El ataque era tanto necesario para hacer frente a la amenaza como proporcionado, en relación con los anteriores ataques", declaró la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, a los periodistas.
"Manda un mensaje sin ambages sobre el compromiso del presidente con la protección del personal estadounidense o de la coalición", zanjó Psaki, en referencia al contratista fallecido en el ataque sufrido por miembros de la coalición el pasado 15 de febrero, cerca del aeropuerto de Irbil.
Siria, Rusia e Ira condenan los ataques
Siria denunció que los ataques aéreos de Estados Unidos contra milicias respaldadas por Irán en el este del país el viernes fueron un "acto cobarde" e instó al presidente Biden a no seguir "la ley de la jungla".
"Siria condena en los términos más enérgicos el cobarde ataque de Estados Unidos contra áreas en Deir al-Zor cerca de la frontera sirio-iraquí", dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores sirio en un comunicado.
"Se supone que [el gobierno de EE.UU.] debe ceñirse a la legitimidad internacional, no a la ley de la selva como hizo la administración anterior".
Por su parte, Rusia, un aliado del presidente sirio Bashar al-Assad, condenó los ataques y pidió "respeto incondicional de la soberanía y la integridad territorial de Siria".
"Lo que ha sucedido es muy peligroso y podría conducir a una escalada en toda la región", dijo un parlamentario ruso, Vladimir Dzhabarov, citado por la agencia de noticias RIA.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Saeed Khatibzadeh también se pronunció y calificó los ataques de "agresión ilegal" y una violación de los derechos humanos y el derecho internacional.
Los ataques estadounidenses tuvieron como objetivo los sitios de las milicias en el lado sirio de la frontera entre Irak y Siria, donde grupos respaldados por Irán controlan un importante cruce de armas, personal y bienes.
Funcionarios occidentales y algunos funcionarios iraquíes acusan a grupos respaldados por Irán de estar involucrados en ataques mortales con cohetes contra sitios y personal estadounidenses en Irak en el último mes.
Un funcionario de la milicia iraquí cercano a Irán dijo que los ataques del viernes mataron al menos a un combatiente e hirieron a cuatro más, alcanzando posiciones del grupo paramilitar Kataib Hezbollah a lo largo de la frontera. Fuentes locales y una fuente médica en el este de Siria dijeron a Reuters que al menos 17 personas habían muerto, pero no dieron más detalles. Ese número no se pudo confirmar.
Los ataques siguieron a un aumento de los ataques contra las fuerzas estadounidenses en Irak. Un contratista no estadounidense murió en una base militar estadounidense en el aeropuerto internacional de Erbil en el norte de Irak dirigido por los kurdos el 15 de febrero y, en los días siguientes, se dispararon cohetes contra una base que albergaba a las fuerzas estadounidenses y cerca de la embajada de Estados Unidos en Bagdad.