Equipos de voluntarios están ayudando a construir y acondicionar viviendas asequibles para familias que no tienen acceso a un hogar.
Washington, la capital de Estados Unidos, es una de las ciudades que acogió a los voluntarios de Habitat for Humanity, la ONG que ha conseguido alojar ya a más de 200 familias desde 1988.
“Este es un grupo que está liderando el esfuerzo para construir una casa de dos dormitorios y dos baños”, explicaba el presidente de la organización, Kent Adcock.
“Este es uno de esos cinco sitios que se están expandiendo y que podemos denominar como iniciativas de revitalización de barrios que buscan construir y rehabilitar viviendas”, añadió.
Con la ayuda de los voluntarios, Habitat for Humanity y sus socios se han comprometido a ofrecer entre 58 y 60 nuevos hogares a lo largo de los próximos tres años en este barrio golpeado por la pobreza.
“Todo el mundo trabaja con una sonrisa en la cara y el corazón en la mano, que es lo más importante. Podemos aprender nuevas habilidades al mismo tiempo que sabemos que estamos haciendo algo grande para la comunidad y para la gente que se lo merece”, relata Kerry Weiland, voluntaria y miembro del equipo olímpico de esquí sobre hielo de los Estados Unidos.
Una oportunidad
Andargachew Negash, su esposa y sus tres hijos se van a mudar a una casa de tres habitaciones, no sin antes haber invertido alrededor de 300 horas para construirla junto a su esposa, para poder ser los propietarios.
Negash, de procedencia etíope, asegura que el trabajo que ha invertido en la construcción bien merece la pena, ya que le permite abandonar el apartamento de dos habitaciones en el que vivían hasta ahora y por el que pagaban un precio excesivo.
“Hagamos lo que hagamos −para obtener ingresos− lo gastamos todo en el alquiler del apartamento, y no nos alcanza para vivir en una buena zona con facilidades. Así que, creo que esta va a ser una buenísima oportunidad no sólo para mí mismo, sino también para mis hijos”, asegura Negash.
Ascock asegura que expandir la propiedad de las viviendas significa garantizar que la gente se preocupe y muestre interés por su comunidad. “Si involucramos a las familias a ayudar a construir su propia casa o su propio barrio, haremos que tengan no un sentido de derecho, pero sí un sentido de propiedad que marcará la diferencia”.