Las movidas de la justicia en Nicaragua durante las últimas semanas pretenden mantener en el poder al mandatario sandinista Daniel Ortega, que gobierna el país desde hace más de 14 años, explicaron diversos analistas consultados por la Voz de América.
Los expertos consideran que Ortega recurre a la fuerza excesiva ante la falta de popularidad en las encuestas tras la muerte de más de 300 manifestantes en 2018, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero también ante la falta de recursos económicos para anunciar los programas asistencialistas con los que financiaba sus campañas electorales en los comicios pasados.
De acuerdo con el exdiputado y expresidente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) Enrique Sáenz, Ortega ha tomado a un grupo de rehenes, primero con el fin de sembrar el terror en la población, pero también obtener objetivos políticos.
“Estamos ante un terrorismo de Estado que usa más allá de las leyes y tribunales de justicia, el mecanismo único de la fuerza para continuar ejerciendo su poder y esta embestida puede leerse a la luz de la pretensión de Ortega de continuar en el poder, cueste lo que cueste”, valora Sáenz.
El analista político considera que sin importar las críticas de la izquierda Latinoamericana, Ortega incluso ha llegado al punto de arrestar a exguerrilleros que lucharon junto a él durante la revolución sandinista, pero que luego tomaron distancia criticándolo fuertemente por la deriva autoritaria que esta tomó.
“Ortega encarceló a personas connotadas del Frente Sandinista como Dora María Téllez, que desempeñó una campaña mítica en el FSLN, participó activamente en la lucha contra Somoza…. de tal forma que esta acción confirma un componente de venganza”, añade.
Tras la llegada al poder en 2007, Ortega comenzó a “comprar conciencias” por medio de la cooperación venezolana otorgada por Hugo Chávez, fallecido en 2013, pero que luego fue disminuyendo paulatinamente, recuenta Sáenz.
La cooperación venezolana en Nicaragua alcanzó unos de sus mayores repuntes durante las elecciones de 2011, año en que Ortega fue reelegido en unos comicios cuestionados por la oposición y la comunidad internacional. Ese año el país recibió más de 500 millones de dólares, según datos del Banco Central.
Aun después Ortega recibió más dinero de Venezuela. El Banco Central reflejó que en 2016 Nicaragua obtuvo más de 700 millones de millones de dólares.
“A partir de 2007, Ortega comenzó a desmantelar la institucionalidad democrática valiéndose de compras de conciencia, de alianzas un poco extrañas a partir de la cooperación petrolera venezolana”, comparte Sáenz, quien señala que raíz de ello, Ortega se transformó de un líder revolucionario, “al jefe de una mafia para la cual el control del poder político es un medio para acumular riquezas”.
Pero el panorama actual es otro. Los datos más recientes del Banco Central de Nicaragua reflejaron que no hubo cooperación venezolana durante el primer semestre de 2020.
“En este año electoral, la cooperación no va a tener peso, porque no existe. Hace dos años ya estaba en 27,2 millones de dólares. Entonces, al comparar ese dato con 500 millones en sus mejores momentos, es nula”, dijo en entrevista pasada a la Voz de América el precandidato presidencial Arturo Cruz, detenido recientemente en el país.
Rusia y su apoyo
Por otro lado, acercándose las elecciones, Nicaragua ha intentado mostrar un acercamiento a la Federación de Rusia, algo que ha sido respaldado por el Kremlin, que ha dicho conocer una supuesta solicitud de Ortega para conseguir apoyo para el equipamiento de armamento moderno y preparación de sus militares.
Sin embargo, el exministro de Defensa de Nicaragua, Avil Ramírez, señala que desde el retorno de Ortega al poder, el apoyo de Rusia ha sido casi nulo en el país y Moscú no tiene más interés que un respaldo diplomático.
“Ya van 15 años en la administración de Ortega y aquí lo que hemos recibido de cooperación de Rusia han sido unas cuantas toneladas de trigo y unos cuantos buses que venden a cooperativas, pero aquí inversión o comercio es nulo con Rusia. Menos de 80.000 dólares al año”, dijo.
“Yo diría que más bien ha sido un intercambio por unos cuantos buses y unas cuantas toneladas de trigo a cambio que Nicaragua respalde diplomáticamente las acciones de Rusia en su patio trasero, es decir reconocer el reconocer a Osetia del Sur, el establecer relaciones diplomáticas con Abjasia, que son provincias rebeldes que se han anexado unilateralmente a Rusia. Lo último que fue la anexión de Crimea, que solo Nicaragua lo reconoció al establecer un cónsul honorario”, opina Ramírez.
El exministro de Defensa considera que Nicaragua tampoco tiene importancia geopolítica para Rusia como en los años 1980, donde el país era casi una base soviética en la región. “Eso hay no existe”.
“Venezuela y Cuba tienen importancia geopolítica, pero Nicaragua no tiene ninguna importancia para Rusia. Ya no hay tráfico de armas a El Salvador como en los años 80, no hay esa relación estrecha. Los sueños imperiales de Rusia quedaron limitados a su vecindario y por eso tiene las ansias expansionistas en Ucrania, Crimea y resto de la región donde puede tener influencias”, concluyó Ramírez.
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