Varias decenas de hondureños han retornado en las últimas semanas a su país luego de intentar emigrar a Estados Unidos. La gran mayoría fueron detenidos en México y regresaron deportados o por decisión propia.
Los riesgos del viaje, el acoso de grupos delictivos, las restricciones de las autoridades mexicanas y el endurecimiento en los procesos para solicitar asilo de parte de Estados Unidos, ha hecho que miles desistan de intentar llegar a la frontera sur o quedarse esperando a ser recibidos por un juez de migración.
Ese es el caso de Miguel Moncada quien asegura que esta travesía no se la desea a nadie, “decidí arriesgarme, pasarme el río, los malos tratos de los coyotes, es difícil ese viaje y no aconsejo que vayan con niños, es peligroso, hay secuestros y hasta los entregan a los zeta y carteles de drogas”, dijo el hondureño a la Voz de América.
La inseguridad, el desempleo y la corrupción política siguen siendo los factores para que miles de ellos decidan arriesgarse a tomar ese peligroso camino y en su mayoría no logran llegar hasta su destino.
Otro caso es el de Gladys Fernández, quien viajó con sus hijos y relata su experiencia a la VOA. “Cuando llegué a México sufrí mucho abuso por las autoridades, nos dejaron sin dinero estuve a mis hijos sin comer y tuve que buscar la manera de conseguir alimento o trabajo”, contó.
Hasta ahora, los programas del gobierno de Honduras para los migrantes retornados se orientan a convenios con sectores empresariales o trabajos de medio tiempo.
Carlos Madero, ministro de trabajo y seguridad social de Honduras, habló sobre los retornados, “tenemos que buscar cómo estas personas pasan por un proceso con la cancillería para buscar la inserción laboral con las empresas y buscar más apoyos para los migrantes”.
La mayoría de los retornados no logran oportunidades labores generadas por el gobierno y en ocasiones ellos deciden nuevamente emprender el camino para migrar, aunque saben que será prácticamente imposible lograr su propósito de llegar a Estados Unidos.