Casi un mes después de llegar con su hija de 1 año a Washington en un autobús enviado por el gobernador de Texas, los colombianos Noralis Zúñiga y Juan Camilo Mendoza no están seguros de cuánto tiempo podrán permanecer en la habitación de hotel pagada por la ciudad donde se están quedando.
La pareja, que dijo que se fue de Colombia en mayo después de que su casa en Medellín se derrumbara debido a las fuertes lluvias, ha intentado sin éxito encontrar atención médica para su bebé, Evangeline, que tiene ronchas en la piel desde el arduo viaje a pie de 10 días de la familia a través del Tapón del Darién, una zona montañosa de jungla entre Colombia y Panamá.
Más allá de las dificultades de adaptarse a un nuevo país y a otro idioma, la incertidumbre de cuánto tiempo el Gobierno local les permitirá quedarse en el hotel hace que sea difícil planificar para el futuro.
"Uno baja y les pregunta que cuánto tiempo uno puede estar ahí," dijo Zúñiga sobre el personal del hotel. "No le dicen".
La familia se encuentra entre los más de 7.000 inmigrantes transportados en autobús a la capital desde abril como parte de una iniciativa del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, para presionar al presidente demócrata Joe Biden por la política fronteriza. El gobernador republicano de Arizona, Doug Ducey, envió alrededor de 1.500 personas desde su estado a Washington.
Alrededor del 85% al 90% de los migrantes que llegan a Washington en los autobuses continúan hacia otros destinos del país en cuestión de horas o días, según los voluntarios que los ayudan.
Algunos de los recién llegados, como Zúñiga y Mendoza, cruzaron la frontera con México sin familia ni destino en Estados Unidos.
"Si no hay una solución permanente, estas familias se quedarán atrapadas en el limbo", dijo Ashley Tjhung, una voluntaria que ayuda a los migrantes.
La Patrulla Fronteriza ha realizado más de 1,8 millones de arrestos de migrantes que ingresaron ilegalmente al país en el año fiscal 2022, que comenzó el 1 de octubre de 2021, la mayor cifra registrada, que incluye algunos que cruzaron varias veces.
La mayoría de los mexicanos y centroamericanos son devueltos rápidamente a México bajo las restricciones del COVID vigentes en la frontera, pero a cientos de miles de migrantes, incluidos muchos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Colombia, se les ha permitido ingresar al país en parte porque México se niega a aceptar repatriaciones de ciertos extranjeros.
Abbott ha dicho que otras ciudades alejadas de la frontera deberían compartir la carga de recibir inmigrantes y culpa a las políticas de Biden de alentar a los que cruzan.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, le pidió al Pentágono dos veces en los últimos dos meses que desplegara militares para ayudar a los migrantes, algo que no ocurrió.
Próximos pasos
Desde su llegada a finales de julio, Zúñiga y Mendoza se han alojado en un Hampton Inn, uno de los dos hoteles que utiliza la capital del país para albergar a unas 50 familias de migrantes, muchas de las cuales provienen de Venezuela, que reciben alojamiento y tres comidas al día.
Los esfuerzos para recibir a los inmigrantes en Washington han recaído en gran medida en una coalición de voluntarios y una organización sin fines de lucro que recibe fondos federales de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).
Actualmente, los voluntarios reciben a los buses que llegan de Texas, llevan a los inmigrantes a las iglesias locales, realizan exámenes médicos y ayudan a reservar viajes a otras partes de los Estados Unidos, incluida la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, algunos activistas dicen que necesitan soluciones a más largo plazo, particularmente a medida que se acercan los gélidos meses de invierno y aumenta la preocupación de que los migrantes puedan terminar durmiendo en la calle.
Las familias de migrantes han tenido problemas para inscribir a sus hijos en la escuela y acceder a la atención médica financiada por la ciudad porque carecen de una carta emitida por el Gobierno para demostrar su residencia, según los voluntarios que los ayudan.
Keiberson Soto, un migrante venezolano de 19 años, también se hospedaba en el Hampton Inn después de llegar el mes pasado a la frontera entre Estados Unidos y México con varios familiares.
Dijo que se fue de Venezuela a Colombia en 2019 después de que un asaltante le disparara en el estómago porque supuestamente un primo le debía dinero por drogas.
En Colombia tuvo problemas para encontrar trabajo y decidió ir a Estados Unidos con la familia de su padre en noviembre en un viaje que, según dijo, le tomó meses. Soto dice que está aliviado de estar en una mejor situación pero se muestra preocupado por el futuro.
"Qué puedo hacer yo para estudiar? Quiero estudiar para tener cursos de ingles", señaló. "No tenemos a nadie que en sí nos ayude a responder a todas esas preguntas".
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