Migrantes de países como Cuba, Guatemala, El Salvador y Honduras, -que no son parte de la caravana de miles de centroamericanos que avanza por México-, se han aglomerado en el Puente Internacional de Santa Fe a la espera del turno para solicitar asilo político a las autoridades migratorias de Estados Unidos.
La Voz de América estuvo en el sitio ubicado entre Juárez en México y El Paso en Texas, donde muchos ofrecieron sus testimonios y las razones por las que emprendieron la aciaga travesía en busca del sueño americano. Explican que escapan de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en sus países.
Para organizarse, cada migrante tiene un número que indica el puesto en la extensa fila para acceder a las autoridades migratorias.
La eventual llegada de migrantes a los puntos fronterizos estadounidenses se podría profundizar en los próximos días, con el avance de al menos tres caravanas de miles de centroamericanos que salieron de Honduras semanas atrás.
Aunque algunos abandonaron el intento y regresaron a sus países, miles han continuado el camino pese al despliegue de tropas estadounidenses y la determinación del presidente Donald Trump de no permitir su entrada.
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El presidente Trump ha dicho que todos los inmigrantes que buscan asilo tendrán que presentarse legalmente en un puerto de entrada y advirtió: "Aquellos que elijan violar nuestras leyes y entrar ilegalmente ya no podrán utilizar reclamos sin mérito para obtener la admisión automática en nuestro país. Los detendremos durante mucho tiempo si es necesario".
Mujeres y niños esperan en el Puente de Santa Fe
En el puente de Santa Fe los migrantes, entre ellos mujeres y niños-, armaron improvisadas camas y recibieron alimentos y algunas ropas de parte de grupos que se solidarizan.
Los migrantes describen que en las noches sienten frío y a la vez agradecen la ayuda recibida de organismos como la Cruz Roja y grupos religiosos.
"Hay que esperar, ayer (sábado) no llamaron a nadie, hoy (domingo) llamaron a 25 (personas). No es tan rápido pero tampoco tan lento, pensamos que de hoy a mañana ya pasen otro grupo más", dijo una cubana que permanecía sentada en el piso y rodeada de unas pocas pertenencias.
La mujer explicó que salió de Cuba en busca de "una mejor vida, un mejor futuro, para trabajar, sobre todo para trabajar".
Consutada acerca de la trayectoria, con un gesto de agotamiento dijo que ha venido apsando por "varias fronteras" hasta llegar al punto donde ahora espera poder solicitar el asilo político.
Con raciones de alimentos y algunas ropas se movieron hacia el Puente de Santa Fe activistas: "Estamos viendo la situación de nuestros hermanos, sabemos que ellos están muy necesitados", dijo Ana Casuita, de la Fundación Luz y Esperanza, mientras extraía de una caja raciones de comida que repartía a los migrantes.
Consultada sobre la decisión del presidente Trump de desplegar tropas para hacer frente a los migrantes incorporados en las caravanas, la mujer dijo que "respeta" pero que "no está bien lo que está haciendo".
"(Donald Trump) es una persona muy racista y seamos del país que seamos, todos somos iguales y somos hermanos, no nos tiene que diferenciar la raza de cada cual", dijo. "Donde deben usar a los militares y toda esta fuerza que tienen ellos ahorita debe ser con los narcotraficantes, ellos (los migrantes) no son narcotraficantes, simplemente son seres humanos que necesitan un trabajo para sostenerse ellos y sus familias", dijo.
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Migrante pide a Dios que "toque" el corazón de Trump
Unos cinco días lleva en el Puente de Santa Fe una guatemalteca de 24 años, que viaja con su hijo pequeño de tres años: "Mi niño no sabe nada (...) Me siento un poco triste, preocupada porque no es igual que estar en casa y no podemos movernos de aquí porque perdemos nuestro lugar o nuestro número", dijo la mujer que tiene el puesto 54 en la fila para llegar a las autoridades migratorias estadounidenses.
También expresó su preocupación por la eventual separación de su hijo, como ha ocurrido meses atrás con miles de familias que realizaron el mismo trámite en la frontera.
"Mi mensaje para Trump es que Dios lo bendiga y que toque su corazón", dijo. "Que tenga paciencia con lo migrantes, somos seres humanos, no somos animales para que nos rechace, ojalá nos acepte para estar en Estados Unidos".
Caravanas de migrantes y elecciones en EE.UU.
El avance de las caravanas ha estado en el día a día de Estados Unidos, justo cuando el país está envuelto en las elecciones de medio término que deberá decidir, entre otras cosas, si los republicanos van o no a mantener el control sobre el Congreso.
México se enfrenta a la situación sin precedentes de ver recorrer tres caravanas de migrantes en un tramo de 500 kilómetros (300 millas) de carretera entre los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz.
El grupo más grande fue el primero en ingresar a México, y le siguió otro grupo de unas 1.000 personas que cruzó desde Guatemala la semana pasada, y un tercero de aproximadamente el mismo tamaño que el viernes vadeó el río Suchiate en la frontera.
La secretaría de Gobernación calculó el fin de semana que en total hay más de 5.000 migrantes actualmente en el sur de México que se mueven en caravanas o en grupos más pequeños. Además informó que en las últimas semanas 2.793 migrantes han solicitado refugio en el sur de la nación y unos 500 han pedido asistencia para regresar a sus países de origen.
Un grupo grande de centroamericanos se alojó el domingo en un estadio deportivo en la capital mexicana, donde el gobierno de la ciudad proveía asistencia médica y alimentos, según reportó México.
Este primer grupo que llegó a la capital de México tiene por delante unos 800 kilómetros de los cruces fronterizos más cercanos en Texas, cuatro semanas después de partir de la ciudad hondureña de San Pedro Sula.
"La mentalidad de todos nosotros es llegar a Estados Unidos, cumplir el sueño americano; primero confiando siempre en Dios que lo vamos a lograr pase lo que pase", dijo Mauricio Mancilla, quien viajó con su hijo de seis años desde San Pedro Sula.
"Si venimos desde un país que la delincuencia y la pobreza nos tiene del cuello no tenemos miedo a nada ya", agregó.
Miles de centroamericanos más se movían en grupos en el estado de Veracruz, con costas en el Golfo de México, en el central estado de Puebla y en el de Chiapas, en el sur del país informaron medios locales.
"Es un éxodo", dijo a periodistas Alejandro Solalinde, sacerdote católico y activista de derechos de los migrantes. "Es inédito", destacó.
El gobierno de Estados Unidos ha presionado a México para que detenga el avance de los migrantes y el presidente Enrique Peña Nieto ha ofrecido documentos de identidad temporales y trabajos si se registran para obtener asilo en Chiapas y Oaxaca.
El Gobierno de México dijo el sábado que estaba procesando cerca de 2,800 solicitudes de asilo y que alrededor de 1,100 centroamericanos habían sido deportados.