“Si no me hubiera venido, seguramente estaría muerta”.
Patricia tiene razón. En países como Honduras, Guatemala y El Salvador, de donde ha llegado el 80 por ciento de los inmigrantes indocumentados este año, no obedecer a los pandilleros se paga con la vida.
Esta condición es la que, según Antonio Tijerino, presidente de la Fundación de la Herencia Hispana (HHF, por sus siglas en inglés), obliga a miles de personas a abandonar involuntariamente sus países, por lo que insiste en que no se trata de un problema migratorio, sino más bien, humanitario.
“No estamos tratando con un problema migratorio. Estas personas se deben ver como refugiados que buscan salvar sus vidas. Es un problema humanitario. Yo soy de Nicaragua, que es el segundo país más pobre de América, pero no vienen de Nicaragua, porque no tienen el problema de inseguridad que tienen en Honduras”, asegura Tijerino.
Patricia es originaria de El Salvador, y no es precisamente el “sueño americano” lo que la trajo a este país.
“Hay aumento del 77 por ciento de niñas sin compañía llegando a la frontera de EE.UU., en comparación con el año fiscal anterior”.
“Vengo huyendo de dos cosas. Yo estaba más de siete años casada, pero mi esposo me maltrataba física y verbalmente. Cuando me separé de él, me empezó a acosar. Él también se relaciona con los pandilleros, y me amenazaba constantemente que me quitaría a mis hijos”, afirma Patricia.
Pero lo que realmente obligó a esta salvadoreña a dejar su país fue la amenaza de las pandillas. Ellos le pidieron una suma de dinero impagable para Patricia. La consecuencia de no cumplir era la vida de sus propios hijos. Tenía quince días para pagar. Ella los utilizó, para escapar y emprender el viaje más largo de su vida, rumbo a Estados Unidos, en busca de seguridad.
“Este es un problema humanitario. Los niños que llegan a la frontera, se entregan voluntariamente, porque buscan protección. Es innegable la violencia que se vive diariamente en Guatemala, Honduras y El Salvador. Entonces estamos hablando de un problema humanitario, no migratorio”, enfatizó Nelms.
El gobierno de Estadounidos Unidos se ha mostrado positivo ante la enorme caída en el número de niños capturados en la frontera, intentando ingresar al país, pero Nelms asegura que todavía no es momento para ser tan optimistas.
“La cifra de niños capturados en la frontera se ha duplicado con respecto al año fiscal anterior, en donde no superó los 30 mil niños”.
Según la funcionaria, históricamente los meses de junio, julio y agosto son tan calientes en el desierto, que todos los años el número de inmigrantes intentando cruzar la frontera baja. “Hay que esperar y ver en los meses siguientes, que es cuando creo que tendremos nuevamente una elevada cifra de personas llegando”.
Pero la tesis que esta organización intenta defender también parece estar respaldada por cifras.
De los 63 mil niños sin compañía capturados por agentes de la Patrulla Fronteriza, durante este año fiscal hasta el mes de julio, “la gran mayoría pertenece a las ciudades con las más altas cifras de homicidios en la región, particularmente en Honduras y El Salvador”, explica Ana González, del Centro de Investigación Pew.
La Cámara de Representantes dominada por los republicanos piensa que lo que ha atraído a los inmigrantes son las políticas migratorias liberales impulsadas por la Casa Blanca, como la acción diferida de deportación, que según ellos manda un mensaje equivocado de que los inmigrantes ilegales no serán deportados.
El gobierno del presidente Obama mantiene una campaña publicitaria para desvirtuar tales afirmaciones y recordar que los que lleguen ilegalmente a Estados Unidos no son protegidos por ningún programa y en casi todos los casos, serán deportados.