Mucho se ha hablado en los últimos meses del renacer de Miami, de la revitalización que empieza a verse en el downtown (centro urbano) de la ciudad, de su impetuosa silueta de edificios para viviendas, oficinas, hoteles, centros comerciales, restaurantes, y de su nuevo rostro cultural.
Las buenas noticias han marchado de la mano de virtudes ya conocidas, como sus fuertes lazos en pleno auge con Latinoamérica, una fuerza laboral que se mueve como pez en el agua entre el inglés y el español, y una infraestructura en continua expansión para atender no sólo a exigentes turistas sino también a meticulosos hombres de negocios.
Con una población por naturaleza multicultural (65 por ciento nacida en el extranjero), el Condado Miami-Dade donde se asienta la ciudad figura a la cabeza de otras áreas del país en cuanto a circulación de transporte aéreo de carga. Y ya está en curso la construcción de un supermoderno túnel que descongestionará el tráfico de carga marítima en el puerto.
También se proyecta el dragado del canal de la bahía con el objetivo es atraer a los buques mercantes de gran tamaño capaces de aprovechar la modernización del Canal de Panamá, una obra que debe estar lista para el 2014.
Y hasta se habla de convertir la ciudad en otra Meca del juego, un plan todavía en veremos y que genera mucha polémica, pero que ya ha sido puesto en blanco y negro por un urbanizador de Malasia, el Grupo Genting, y que a un costo de más de $3.000 millones de dólares proyecta construir en Miami el casino más grande del mundo.
Sin embargo, a pesar de los puntos fuertes de la ciudad, un reciente estudio encomendado por la agencia a cargo del desarrollo económico en el Condado puso de relieve sus puntos flacos al concluir que Miami-Dade está a la zaga comparada con otras ciudades de EE.UU.
El estudio llevado a cabo por la firma Avalanche Consulting, de Texas, concluyó que Miami no dispone de una fuerza laboral lo suficientemente instruida aun cuando de sus universidades se gradúa una buena cantidad de profesionales, y que todo parece indicar que después que se diploman se marchan a otras ciudades.
Entre los considerados por el estudio “profesionales jóvenes”, los graduados entre 25 y 44 años de edad, Miami-Dade terminó en el número 13 en una relación de 15 importantes áreas metropolitanas consideradas competidoras, en las que aparecen incluidas, entre otras, Atlanta, Houston, San Francisco y Norfolk.
Respecto a competitividad, la firma comparó el crecimiento local de las industrias y halló que la ciudad no reflejó ninguna ventaja competitiva en cuanto a contratación durante la última década, excepción hecha de la construcción, que junto al turismo son los dos sectores de los que en mayor medida depende la economía del Condado. Incluso el sector financiero reflejó ganancias moderadas comparado con el resto del país.
Quizás la advertencia más importante hecha por el estudio es la de que Miami-Dade está perdiendo la carrera tecnológica, porque desde 2005 se halla rezagada en cuanto al desarrollo de empresas de este sector, y en términos de fuerza laboral relacionada con la ciencia y la tecnología figura en último lugar en la lista de las ciudades analizadas.
No obstante, según el informe, constituye un buen indicio que en cuanto a crecimiento de los gastos para investigaciones académicas, el condado esté en una mejor posición, el cuarto lugar. Y que se observe una expansión de las investigaciones médicas en dos de sus principales centros superiores, la Universidad de Miami y la Universidad Internacional de Florida.