Miles de personas se congregaron desde el jueves para despedir a Claudia Gómez, una joven indígena guatemalteca que migró a Estados Unidos con la esperanza de cumplir el “sueño americano” pero que apenas al llegar fue alcanzada por una bala de un oficial de la Patrulla Fronteriza que le quitó la vida.
Ante unos mil asistentes que acompañaban a su familia y en medio de la lluvia, Gómez, de 20 años, fue enterrada el sábado en un cementerio de su natal San Juan Ostuncalco, un pequeño pueblo en el oeste de Guatemala.
“Es muy triste lo que pasó con esta muchacha”, dijo Maria Ventura, ama de casa de 40 años. “Nosotros la conocíamos y era buena gente por eso entendemos el dolor y venimos a acompañar”.
A principios de mayo, la joven dejó a sus padres y dos hermanas menores en Guatemala con la ilusión de trabajar en Estados Unidos y ganar en dólares para ayudarles, pero regresó a su país el jueves dentro de un ataúd. Recibió un tiro fatal de un guardia fronterizo en Texas en circunstancias que aún no están claras.
“Quisiera saber quién fue el que la mató y quisiera tener enfrente a quien la mató”, dijo Gilberto Gómez, padre de Claudia después de enterrar a su hija.
En los dos días previos en que se realizó el velorio, otros asistentes coincidieron en que esperaban justicia y un mejor trato para los migrantes en medio de planes del gobierno del presidente estadounidense Donald Trump de levantar un muro en su frontera sur para cortarles el paso.
“Estamos sintiendo un gran dolor, una tristeza y queremos que se haga justicia”, dijo Mateo Carreto, agricultor de 38 años mientras hacía fila el viernes para dar el pésame a la familia que colocó el féretro rodeado de flores en la sala de su casa.
La muerte de Gómez indignó y solidarizó a personas de varias partes del mundo quienes condenaron el hecho en redes sociales. Vecinos de todas las aldeas de Ostuncalco llegaron a la casa de Gilberto Gómez y Lidia González, padres de Claudia, desde el momento en que se enteraron de su muerte.
Durante una semana, la vivienda, ubicada a unos 215 kilómetros al oeste de la capital, se desbordó con la presencia de visitantes que acudieron para entregar ofrendas como dinero, flores y alimentos.
Mejor que no se vaya
Dentro de un cajón blanco, el cuerpo de Gómez llegó el jueves al mediodía a las instalaciones de una aduana aérea en Ciudad de Guatemala. Allí fue recibido por funcionarios del gobierno y sus acongojados padres. Luego fue trasladado durante seis horas hacia su pueblo.
Decenas de vehículos esperaron la llegada de Gómez en el Monumento al Migrante, una enorme estatua de piedra construida en 2010, situada en la entrada a la ruta que conduce a su casa. Desde allí, una caravana que acompañó el ataúd hasta un salón municipal donde las autoridades le rindieron homenaje.
“Mi hija es maestra, pero no tiene trabajo. Ella se quería ir pero ahorita con todo esto que pasó decidimos que mejor no se vaya y que aunque sea tamalito con sal comemos”, dijo, entre sollozos, María Méndez, un ama de casa de 68 años.
Buscando mejorar su calidad de vida, hasta tres miembros de cada familia de Ostuncalco han emigrado a Estados Unidos, dijo el alcalde de Ostuncalco, Juan Alberto Aguilar.
“Lamentamos que un país que propicia la paz resulte con estos actos tan desalmados en contra de una niña desarmada que sólo buscaba un futuro mejor”, precisó Aguilar a la agencia de noticias Reuters.
Reuters