“Pronto vamos a llegar a nuestro destino”, son las palabras que Diagnelis Martínez le repite a su hijo de tres años, mientras pasan las noches en una acera aledaña a un popular refugio del centro de El Paso, Texas.
La mujer, su esposo y el pequeño Santiago cruzaron irregularmente a EEUU tras ocho meses de viaje desde Venezuela. “Ha sido duro el proceso. Hemos sufrido mucho”, contó a la Voz de América.
Motivados, según dijo, por una mala situación económica en Venezuela, la familia se aventuró en la peligrosa travesía a través de la selva del Darién, la que describió como “horrible”.
Martínez aseguró que su pequeño se muestra confundido por el largo tiempo en que ha estado “fuera de su casa” y la ausencia de personas que antes veía con frecuencia, como su abuela.
“Que nosotros luchamos bastante para llegar a nuestro destino. Porque nada aquí es fácil”, dijo Martínez, pero aseguró que ve para su hijo la “esperanza de que estudiara, llevarlo al médico… yo quisiera que él tenga un buen futuro aquí”.
Agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su siglas en inglés), han interceptado a 1.467 menores acompañados a lo largo de la frontera sur. En marzo, el número total fue de 269, según datos oficiales.
CBP define un “menor acompañado” como un niño que se encuentra junto a uno de sus padres o tutor legal.
Leanis Pimentel, de 27 años, salió de su natal República Dominicana “huyéndole” al padre de sus tres hijos. “Está perdido en la droga y me hostigaba mucho, y eran dos soluciones o morir por él o salir de su alrededor”, relató a la VOA.
La mujer decidió dejar a sus hijos de 11, nueve y seis años, y emprender su viaje hacia EEUU tomando un avión desde República Dominicana hasta El Salvador. “Lo que yo quiero es sacar a mis hijos de mi país. Yo los adoro, no voy a mentir, pero no puedo”, dijo.
Pimentel llegó a la frontera entre Ciudad Juárez, México, y El Paso, Texas, en la noche del 1 de mayo. Horas después, fue capturada por agentes de la Patrulla Fronteriza cuando intentaba cruzar irregularmente a EEUU. Luego de procesarla, la mujer fue dejada en libertad y cerca de una semana después, aún dormía en las calles de El Paso a la espera de tener recursos para transportarse.
Hacer videollamadas con sus hijos le provoca sentimientos encontrados, especialmente por su hija mayor quien, según dijo, “me pregunta cuándo voy a volver. Pero yo no quisiera volver, yo quisiera traerlos”.
“Yo me siento penosa, pero muy orgullosa también, porque en todo lo que yo pasé… yo los veo a ellos. Yo estoy caminando como si es alcanzarlos a ellos que voy…pero me duele estar separada de ellos”, agregó Pimentel.
Sus tres hijos ahora viven con sus abuelos.
Entre dos decisiones: comer o transportarse
Isabel es una joven madre venezolana que salió de su país hace cinco años y llegó a Perú, donde vivió la mayor parte de ese tiempo y donde tuvo a su hijo de un año. En busca de mejorar su condición económica, se movió nuevamente, esta vez hacia Colombia, desde donde decidió emprender camino a EEUU.
“Tuve que mochilear en Colombia para poder conseguir el transporte hasta el inicio de la selva del Darién”, dijo a la VOA. Isabel y su pequeño hijo, tardaron 10 días en cruzar el peligroso trayecto hasta llegar a Panamá. Sin embargo, narró que su paso por México fue el más “difícil” del recorrido.
La mujer de 20 años contó que fue interceptada por las autoridades mexicanas en cinco ocasiones, una de ellas habría estado presa junto a su hijo por siete días. Después, decidió cruzar de manera irregular a EEUU.
Una vez en El Paso, Texas, Isabel se entregó a las autoridades fronterizas y fue dejada en libertad con una notificación para presentarse ante los agentes en Chicago, ciudad hacia donde espera moverse una vez tenga los recursos. “Estoy esperando recolectar el dinero… aquí donde estoy sentada nada más tengo el pasaje pero no tengo como comer… así que tengo que elegir”, dijo.
Mientras tanto, Isabel y su hijo duermen en un acera de la ciudad. “Lo malo es que cuando uno sabe que se queda en la calle, a veces uno se siente atrapado porque no tienes nada para darle de comer. Todo lo que uno pasa es demasiado difícil”, agregó.
Isabel aseguró que cuando su hijo crezca, le enseñará las fotos y videos que ha tomado del trayecto que los trajo hasta EEUU. “Yo me lo traje para acá porque yo quiero que él me supere, sea alguien más…me lo soñé, alguien grande, me lo soñé jugando en un campo de béisbol… que sea alguien que represente todo lo que yo fui”.
Una población prioritaria
Funcionarios de El Paso aseguraron a la VOA que, ante la alta presencia de migrantes en la ciudad -especialmente en días antes del fin del Título 42- “se les da prioridad” a encontrar refugio a las mujeres y los niños.
“Las familias, mujeres y niños son los primeros que reciben albergue, los primeros que atendemos”, dijo David Stout, comisionado del precinto dos de El Paso.
Por otro lado, Enrique Dueñas Aguilar, vocero del Departamento de Bomberos de El Paso, aseguró que la ciudad ha visto en las últimas semanas varios grupos de madres solteras con hijos y grupos de múltiples niños pequeños.
“En estos casos lo que tenemos es que en los albergues estamos adaptando zonas especiales para que tengan estos espacios dedicados para ellos, para que puedan estar con sus pequeños, para que tengan un espacio para dormir suficiente y por supuesto también en una zona más privada, alejados de los grupos de población general, para que de esta manera no corran ningún riesgo”, expresó Dueñas Aguilar a la VOA.
La ciudad ha preparado tres centros de acogida temporales que tienen las características descritas por Dueñas. Uno de ellos, en la escuela elemental Bassett en la zona central de El Paso, tiene capacidad para unas 500 personas.
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