El presidente francés, Emmanuel Macron, visitó el monumento del Arco del Triunfo dañado por grafitis y realizó una reunión de emergencia el domingo, un día después de que el centro de París fuera foco del peor motín de Francia en una generación.
Macron, quien se reunió con su primer ministro y los ministros del Interior y del Medio Ambiente, ha prometido que los responsables de la violencia y los daños pagarán por sus acciones. Su recorrido por el amado monumento de Francia se produjo pocas horas después de que regresó de la cumbre del G-20 en Argentina.
Macron rindió homenaje al Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial, cuya tumba se encuentra debajo del monumento. Luego se dirigió a una avenida cercana donde activistas que vestían chaquetas amarillas incendiaron automóviles, rompieron ventanas, saquearon tiendas y combatieron a la policía el sábado. Allí se reunió con bomberos, policías y dueños de restaurantes.
La policía de París dijo el domingo que 133 personas resultaron heridas y 412 fueron arrestadas cuando los manifestantes destrozaron las calles de la capital durante una manifestación el sábado contra el aumento de impuestos y el alto costo de la vida.
Los autos carbonizados, las ventanas rotas y las cercas derribadas por los disturbios llenaron el domingo muchas de las zonas turísticas más populares de la ciudad, incluidas las principales avenidas cerca del Arco de Triunfo, las calles que rodean la famosa Avenida Champs-Elysees y el jardín de las Tullerías. Muchas tiendas y edificios fueron rayadas con grafiti.
Los activistas que vestían chaquetas amarillas incendiaron automóviles, rompieron ventanas, saquearon tiendas, arrojaron piedras a la policía y marcaron el Arco del Triunfo con grafiti multicolor. La policía francesa respondió con gas lacrimógeno y cañones de agua, cerrando decenas de calles y estaciones de metro mientras intentaba contener los disturbios.
La policía dijo que 23 oficiales estaban entre los heridos y 378 de los arrestados fueron puestos bajo custodia policial.
El domingo por la mañana, los empleados de la ciudad de París estaban limpiando el grafiti en el Arco de Triunfo. Un eslogan decía: "Las chaquetas amarillas triunfarán", una referencia a los chalecos fluorescentes amarillos que usaron los manifestantes para exigir alivio económico para los asediados trabajadores de Francia.
El portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, dijo que la violencia del sábado se debió a extremistas que secuestraron la protesta, personas que vinieron "para saquear, romper y golpear a las fuerzas policiales". Se le preguntó por qué miles de policías franceses no pudieron evitar el daño, especialmente al Arco de Triunfo.
"Ayer tomamos una decisión ... para proteger a las personas antes que los bienes materiales", dijo Griveaux a la emisora francesa BFM TV.
Fue el tercer fin de semana consecutivo de enfrentamientos en París con activistas vestidos con los chalecos amarillos de un nuevo movimiento de protesta y la peor violencia urbana de Francia desde al menos el 2005. La escena en París contrastó fuertemente con las protestas en otras partes de Francia el sábado que fueron en su mayoría pacíficas.
"Es difícil llegar al final del mes. La gente trabaja y paga muchos impuestos y estamos hartos", dijo Rabah Méndez, un manifestante que marchó pacíficamente el sábado en París.
Los manifestantes dicen que el gobierno de Macron no se preocupa por los problemas de la gente común. Las protestas de base comenzaron el 17 de noviembre con los automovilistas molestos por el aumento de los impuestos sobre el combustible, pero ahora implican una amplia gama de demandas relacionadas con el alto costo de vida en Francia.
Macron, hablando en Buenos Aires antes de regresar a su país, recibió con agrado las opiniones de los manifestantes, pero dijo que no había lugar para la violencia en el discurso público."(La violencia) no tiene nada que ver con la expresión pacífica de una ira legítima" y "ninguna causa justifica" los ataques contra la policía o las tiendas de saqueo y los edificios en llamas, dijo Macron.
