Tirso Martínez Sánchez, alias "El futbolista", testificó hoy en la audiencia contra Joaquín "El Chapo" Guzmán. Martínez trabajó como transportista del cartel de Sinaloa, haciéndose cargo de una ruta férrea entre el 2000 y el 2003.
En esos tres años, el mexicano dice haber enviado entre 30 y 50 toneladas de coca a las áreas metropolitanas de Nueva York, Chicago y Los Ángeles, en Estados Unidos. Con la venta de los cargamentos, el cartel consiguió ganancias de unos 800 millones de dólares, según declaró Martínez.
Según dijo, antes de integrarse al Cartel ya existían dos rutas férreas que eran utilizadas para el envío de cocaína. La primera, que funcionó en los años 80, pasaba por las ciudades mexicanas de Guadalajara, Jalisco y Baja California para llegar a Estados Unidos. La segunda, entre 1997 y 1998, conectaba el Distrito Federal, en México y Chicago. En el 2000, él llegó para administrar la tercera.
Su enlace con la organización criminal era Alfredo Vázquez-Hernández, con quien entró en contacto a finales de los años 90. Cuando "El Chapo" se fugó de la cárcel, Martínez se reunió con él.
Narra que junto con Alfredo Vázquez, fue encapuchado por trabajadores de Guzmán y llevado en un camión hasta una cabaña en la montaña para reunirse con "El Chapo". Una vez allí, Vázquez le afirmó a Joaquín Guzmán que tenían entre 40 y 60 vagones de tren con droga, pese a que solo tenían ocho.
Vásquez quería demostrar que podían trabajar con mayor cantidad, contó el testigo.
Según dijo alcanzaron a enviar más de 20 cargamentos: tres a cuatro a Los Angeles; de nueve a 10 a Chicago, y de siete a ocho a Nueva York. Cada carga contenía entre 3.400 y 3.700 kg. "El futbolista" aseguró que cada uno de los vagones podía llevar 2.000 kilogramos y las ganancias oscilaban entre 7 y 8 mil dólares por kilo de coca.
El testigo afirmó que desde que el narcotraficante salió de la cárcel incrementó el negocio. Dijo que 2002, fue el año en que se hicieron más envíos a EE.UU.
Tirso Martínez estaba encargado de la distribución y el almacenamiento en las ciudades y aseguró que la línea férrea era un medio de transporte muy seguro.
Dentro de la organización, afirmó, "El Chapo" era el jefe máximo, seguido por Zambada, "Azul" y Alfredo Vázquez, quien tenía a su cargo a José Gudiño y Juan Bugariño. Luego, Vicente Carrillo, al mismo nivel de "Nacho" Coronel y los hermanos Beltrán Leyva.
Atestiguó que Juan Bugarín, abrió la primera compañía en Los Ángeles para recibir la droga y encargarse de la distribución. Agregó que Jose Gudiño, alias "Manuel Silva", era el encargado de conseguir bodegas en EE.UU., y que ambos trabajaban de la mano.
Martínez Sánchez también dijo que decidió terminar su trabajo con "El Chapo", después de tres incautaciones. La primera, entre mayo y junio de 2002, en una bodega en Brooklyn, de la que salió absuelto porque en el reporte policial se registró que la persecución era contra los que recibían la droga. Además, el decomiso se realizó en la bodega de distribución y no a la que llegaba el tren, ubicada en New Jersey.
Indicó que esto los obligó a cambiar las bodegas de distribución.
En Chicago ocurrió el segundo decomiso, entre julio y agosto 2002, un cargamento de unos 1800 o 2000 kg. Cuenta que se enteró por Rafael Barragán, uno de sus trabajadores. Tras comentarle a Vicente Carrillo, "Esto se está poniendo caliente", dice que éste le respondió: "Usted échele chingadasos, no sea miedoso. A ver que dice 'Patas-cortas' (El Chapo) sobre eso".
Señala que en esa oportunidad contrató defensores para los capturados: Javier Ceseña y Andrés Robles, con la intención de callarlos, pues conocían toda su historia y quería hacerlos sentir protegidos.
Aunque su intención era dejar el negocio, Martínez Sánchez dijo que hizo uno o dos envíos más, pero cambió el personal y la bodega de distribución a la que llegan los trenes para encontrarse con los carros de carga y allí suplirlos de coca. Explicó que los vehículos tenían un fondo falso donde guardaban la droga para ser enviada a los puntos de distribución.
Tres o cuatro meses después, en enero de 2003, se llevaría a cabo la tercera incautación, en Queens. La caída se debió a que la droga se encontraba en el camión, fuera del compartimiento de seguridad. El "Potrillo" o Caballeo fue el encargado de informar que habían caído con la policía.
Las autoridades, llegaron a la casa de "El futbolista", pero no pudieron aprehenderlo porque escapó a través de la ventana, con ayuda de una cobija. Dice que llegó al apartamento de su vecino, y le ofreció entre 30 a 50 mil dólares para evitar que lo delatara.
La incautación molestó a Vicente Carrillo, quien le sugirió que Guzmán podría enojarse, pero le instruyó a seguir usando la ruta, aunque con vagones diferentes por instrucciones de "El Chapo". Tirso no quería seguir en el negocio y devolvió una mercancía, lo que le valió una advertencia de Carrillo respecto a que Guzmán "está enojado".
Dos o tres meses después, "El futbolista" se fue de Ciudad de México y, hacia el 2016, cuando fue capturado, mintió para ser trasladado de prisión, diciendo que estaba amenazado de muerte y necesitaba ayuda. Para ese entonces se llevó a cabo la extradición y comenzó a ser testigo cooperante.
Una de las declaraciones que hizo "El futbolista", acerca una de las incautaciones donde se descubrió cocaína oculta en una caja de zapatos, fue confirmada por declaraciones de un agente de la DEA.
Durante la audiencia, el juez Cogan llamó la atención a los jurados por estar "distraídos* y no prestar suficiente atención, y les instó a "mantener los ojos abiertos".