A Mayaan Levi todavía le cuesta recordar cómo tuvo que buscar refugio juntos a sus vecinos en Ofakim y permanecer en silencio, por miedo a que los combatientes de Hamás los descubrieran. "Teníamos miedo de hacer cualquier sonido (...) básicamente teníamos miedo hasta de respirar", aseguró a la Voz de América.
Como cientos de israelíes, la realidad de Levi cambió el sábado 7 de octubre, cuando el grupo militante islámico irrumpió por sorpresa en territorio cercano a la Franja de Gaza. Ofakim, a unos 18 kilómetros del área en control de Hamás, está entre los puntos más alejados hasta donde llegaron los extremistas.
“Hubo tiroteos, no sabíamos qué estaba pasando, los vecinos estaban saliendo […] unos vecinos fueron y pelearon por nosotros, tomaron armas y nos protegieron”, narra la joven mientras muestra los agujeros de bala en las paredes de casa, ahora tapados con una gran bandera de Israel.
Levi aún no comprende como "los terroristas pudieron llegar tan lejos" hasta Ofakim, donde la lucha entre las Fuerzas de Defensa de Israel y Hamás duró casi 20 horas, hasta la mañana del domingo. Los "terroristas", como los israelíes invariablemente se refieren a los luchadores islámicos, fueron expulsados del poblado pero el miedo y el shock no se fue con ellos.
Esperamos que termine, fue terrorífico”Mayaan Levi, ciudadana israelí
El ataque sorpresa de Hamás, que asesinó sin distinción a decenas de mujeres, niños y ancianos en sus hogares, y secuestró a otros tantos, está considerado como uno de los más mortíferos en la historia reciente de Israel.
La guerra sin cuartel como respuesta del gobierno judío ha causado también múltiples bajas en Gaza, donde viven 2,4 millones de personas, entre ellos 1 millón de niños.
“Esperamos que termine, fue terrorífico”, se estremeció Mayaan Levi.
Otras ciudades y asentamientos cercanos a la frontera de Gaza también fueron blanco de la primera ola de ataques de Hamás, entre ellos Sederot, Yad Mordechai, Kfar Aza, Yated, Kissufim y Be'eri, este último entre los que llevó la peor parte.
Cuerpos, autos calcinados y cientos de casquillos
Unos 16 kilómetros hacia la frontera con Gaza, muy cerca del área dominada por Hamás, se levanta el kibutz Be'eri. El asentamiento agrícola, creado como una comuna voluntaria en la que la cooperación es un modo de vida, mudó su rostro apacible en cuestión de minutos en la madrugada del sábado pasado.
Según los registros oficiales, de los 1.000 habitantes de la comunidad, las fuerzas israelíes recuperaron más de 100 víctimas de lo que han denominado una de las peores masacres del aún joven conflicto.
Aún no se ha entrado en el asentamiento y el olor a descomposición ya advierte de lo que espera a quienes entran a Be'eri. Según pudo constatar la VOA en un recorrido a dos días de liberado el poblado, todavía pueden verse cuerpos de militantes cubiertos por telas blancas en las calles, con restos de autos calcinados y paredes manchadas de sangre y hollín.
Cientos de casquillos se acumulan en pilas y resuenan bajo las botas de los cientos de militares que caminan el kibutz desierto de pobladores. Be'eri vivió 48 horas de horror y sus espacios parecen gritar en silencio las historias de lo que sucedió.
A medida que se avanza por el poblado, se escucha a menudo el sonido de cohetes interceptados desde Gaza por la Cúpula de Hierro, el sistema de defensa antiaérea que Israel estableció con ayuda de Estados Unidos.
Numerosos videos publicados en redes sociales y verificados por medios de comunicación muestran a militantes de Hamás arrastrando cuerpos sin vida en camionetas y conduciendo hacia Gaza, en otros también se ven como empujan a pobladores vivos, de los que hasta el momento no se tiene conocimiento de su paradero.
Según testimonios, los luchadores fueron casa por casa, secuestrando y matando a sus moradores, sin importar edad o estado. Entre las más de 100 víctimas la mayoría fueron habitantes del kibutz, aunque también se encontraron militares israelíes.
Al mismo tiempo de ataque a Be'eri, Hamás irrumpía en el cercano festival Nova, donde luego las fuerzas israelíes descubrieron unos 260 cuerpos asesinados. En el camino hacia el kibutz, totalmente bloqueado por el ejército, todavía pueden verse efectos personales de los asistentes a la fiesta convertida en tragedia.
Los niños, víctimas inocentes de la guerra
"Como ven, el objetivo era un jardín infantil, tuvimos suerte de que estuviera vacío”, explicó a la prensa reunida en Be'eri, el portavoz de la Fuerzas de Defensa de Israel, Daniel Hagari, mientras mostraba una guardería en el kibutz.
En el recuento de las bajas en los asentamientos atacados por Hamás, el gobierno israelí confirmó el hallazgo de cuerpos de bebés y niños decapitados. "Muchos niños han sido encontrados, bebés", confirmó el general Hagari.
Del otro lado de la frontera, en la sitiada Gaza, reportes y videos de agencias de noticias también dan cuenta de menores heridos y muertos tras las explosiones de bombas lanzadas por Israel.
"Tenemos niños de un año, de menos de uno o dos años. Nos estábamos desplazando con niños, unas 150 personas. (...) Tenemos un niño de 6 meses. No llevamos pañales, fórmula para bebés ni nada. Simplemente dejamos todo atrás debido al intenso ataque aéreo", dijo a Reuters Mizyan Al Shurfa, una residente de Gaza que huía de las explosiones.
Hasta el momento, según las autoridades palestinas, al menos 900 personas han muerto y 4.600 han resultado heridas en Gaza. Del bando israelí las víctimas mortales se elevaron a 1.200 -en su gran mayoría civiles- y los lesionados a 2.700.
Naciones Unidas advirtió que más de 263.000 personas han sido desplazadas de sus hogares en la Franja de Gaza desde el comienzo de los combates, una cifra que se espera aumente a medida que continúa el conflicto.
De momento, los canales seguros para el paso a otros países están cerrados, pero Estados Unidos aseguró que trabaja con Egipto y otras naciones para garantizar la salida de refugiados.
Mientras, una ofensiva terrestre israelí sobre Gaza parece inminente.
“No existe un lugar seguro (...) ¿Somos bestias humanas?”, se pregunta Bilal Abdulrabo, un residente de Gaza que ha buscado refugio en un hospital.
[Con información de Reuters]
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