El doctor Eyal Heshavia estaba de guardia en la sala de urgencias del Sourasky Medical Center, en Tel Aviv, la mañana del sábado 7 de octubre. Al mediodía comenzaron a llegar heridos desde el sur, sin parar.
Eran las primeras víctimas de los ataques por sorpresa de Hamás contra comunidades israelíes fronterizas con Gaza que desencadenaron el actual conflicto, que ya ha cobrado más de 19.000 vidas entre ambos bandos y deja secuelas evidentes, pero también invisibles.
“Esto era como un carrusel. Entrar y salir pacientes, entrar y salir, entrar y salir”, rememora Heshavia. “Como una maquinaria".
Los hospitales del sur israelí, a más de una hora por carretera de la zona de los ataques, estaban saturados, por lo que derivaban al Sourasky los heridos de lo que ahora llaman en Israel el "día cero" y las víctimas de los combates librados en las horas siguientes. "Los pacientes llegaban aquí con la batería al 20 %, como un celular (...) no estaban más de 10 minutos en urgencias", cuenta Heshavia.
"Desde el 7 de octubre estuvimos trabajando durante tres días completos sin parar, dormí dos horas en tres días”, recordó.
Tomer Zadik, de 24 años, fue uno de los heridos que llegó al Sourasky el mismo día de ataque. Regresaba a Tel Aviv después participar en el Festival Nova de música electrónica, cuando militantes de Hamás abrieron fuego contra su auto. Al intentar huir recibió tres disparos en el brazo derecho y tuvo que pasar varias horas escondido en un bosque hasta que fue rescatado por un grupo de soldados israelíes.
"Me dispararon tres veces en el brazo", narra Tomer. "Yo no quería ir a ninguna guerra, ninguno de nosotros quería esto. Nadie en Israel quería esto. Lo que Hamás hizo en el Festival Nova no tuvo nada que ver con liberar Palestina o luchar contra la ocupación", señaló este joven sobre el ataque sin precedentes que ha dejado un enorme trauma en la sociedad israelí.
El asalto al festival Nova ha quedado en el imaginario popular como una de los peores matanzas del actual conflicto. Según el recuento oficial, más de 360 asistentes fueron asesinados por miembros del grupo extremista palestino, entre ellos la joven colombiano-israelí Ivonne Rubio. Otros 40 fueron tomados como rehenes y llevados a Gaza.
Ese día también resultó herido Yuval Patiev, un joven soldado de 20 años que se recupera en el hospital Sourasky. Su unidad se dirigía a la frontera con Gaza, cuando varios mitantes islamistas abrieron fuego contra el vehículo en que viajaban.
"Mis mejores amigos están en Gaza"
Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamás han resultado heridos 1.645 soldados del lado israelí, 261 de gravedad. Los muertos en las filas del Ejército israelí suman 433, la mayoría de ellos el mismo 7 de octubre, y 104 durante la ofensiva terrestre dentro de la Franja, de acuerdo con cifras oficiales.
"Ahora mis mejores amigos están en Gaza", comenta Yuval, que ya ha enterrado a al menos 14 compañeros, la mayoría soldados. “Es duro, porque estás en el hospital y no tienes noticias sobre ellos, no sabes si están heridos o muertos”.
Cuando habla sobre el futuro de la guerra, Yuval no duda: "si no acabamos con Hamás ahora, esto volverá a pasar". Aunque insiste en que el conflicto "no es contra los palestinos, es contra Hamás, que usa a los civiles como escudos humanos".
"Lo sentimos por ellos", prosigue sobre los más de 18.000 gazatíes que han muerto en la guerra hasta el momento, "pero fue Hamás quien los puso en esa situación, con el ataque del 7 de octubre, sabían que la respuesta israelí sería así de contundente".
Pero el día que marca el inicio de la guerra no solo hubo destrucción, muertos o heridos. También secuestrados. Muchos regresaron a sus hogares durante la tregua temporal humanitaria de una semana el mes pasado, pero aún 137 rehenes siguen en Gaza en poder de Hamás, más de dos meses después del inicio del conflicto armado. La pausa en los combates se rompió debido a desacuerdos en la entrega de los prisioneros.
En esa semana de tregua, Hamás entregó a 110 secuestrados, entre ellos una treintena de niños y adolescentes, todos ellos tratados tras su liberación en el hospital Sourasky, donde no sólo recibieron atención clínica, sino también psiquiátrica.
El trauma de los liberados
"Llegaron eufóricos de volver a casa, de reencontrarse con sus familias, pero pocos días después el trauma psicológico evolucionó, no podían dormir, tenían pensamientos intrusivos", cuenta la doctora Ranana Eitan, jefa de Psiquiatría del hospital.
Eitan explica que parte del desajuste venía del hecho de que les habían suministrado medicamentos psiquiátricos muy potentes, "tremendamente adictivos y en altas dosis", para que "los terroristas de Hamás pudieran tener a los menores bajo control". Incluso a una niña le dieron drogas ilegales como Ketamina, según la especialista.
"Fueron víctimas de un terrible abuso psicológico", continúa. Durante su cautiverio en Gaza los menores fueron obligados a ver videos de la matanza cometida por Hamás contra sus familiares y amigos.
La doctora asegura que muchos de los rehenes -incluyendo hombres, mujeres y menores- también fueron víctimas de abusos sexuales, como parte de la tortura a la que fueron sometidos. "Hemos pedido a las víctimas que no hagan públicos sus testimonios porque revivir el trauma afecta a su estado mental", explica.
A pesar del trauma vivido, el reto de su departamento es lograr que todos los rehenes se reintegren a su vida normal. “Muchos tuvieron y tienen pensamientos suicidas, aunque ninguno ha llegado a intentarlo. Sabemos que algunos se han autolesionado durante el cautiverio”, cuenta.
Una vez en el hospital, a los cautivos liberados se le fue dando la información a cuenta gotas. Muchos no sabían lo que había pasado después de su secuestro, ni la magnitud del ataque de Hamás. Los primeros días no les dieron sus teléfonos y solo les permitieron usar unas tablets con acceso limitado a las redes y la información. Los médicos fueron filtrando cada noticia que recibían, que en algunos casos incluían informar sobre la muerte de sus seres queridos.
En todo Israel, hay más de 400.000 personas con síndrome postraumático tras el ataque del 7 de octubre, desde víctimas directas hasta soldados ya diagnosticados a los que este evento les ha hecho aflorar sus viejos traumas. Se trata del 5 % de la población en un país de 9,5 millones de habitantes.
Unos 18.000 de esos casos son severos, y tratados por el equipo que dirige la doctora Eitan en este hospital, el centro de referencia de psiquiatría en Israel.
Hambruna y miedo entre los palestinos desplazados
Del otro lado de la frontera que separa el territorio israelí de la Franja, reina la hambruna y miles de desplazados - casi el 85 % de los 2,3 millones de habitantes del enclave- temen por sus vidas mientras son empujados cada vez más al sur, a zonas limítrofes con Egipto abarrotadas con refugiados.
La crisis humanitaria ha empeorado y 9 de cada 10 personas en Gaza no pueden comer todos los días, advirtió el subdirector del Programa Mundial de Alimentos, Carl Skau.
Un desplazado palestino que pidió no ser identificado por temor a represalias dijo a Reuters que no había comido por tres días y tuvo que mendigar pan para sus hijos. "Finjo ser fuerte, pero tengo miedo de derrumbarme delante de ellos en cualquier momento", dijo en una conversación por teléfono.
Más de 18.200 palestinos han muerto y 49.645 resultado heridos en ataques israelíes contra Gaza en poco más de dos meses de guerra, según cifras del ministerio de Salud en la Franja, reconocidas por las Naciones Unidas. Cientos de gazatíes han perecido desde que Estados Unidos vetó una propuesta de alto al fuego en el Consejo de Seguridad de la ONU el viernes.
Unas 1.200 personas murieron en los ataques del 7 de octubre, y unas 240 fueron tomadas como rehenes y llevadas a Gaza. Israel asegura que todas sus acciones en la Franja son para "aniquilar" a Hamás y recuperar a los prisioneros que todavían quedan en poder del grupo militante, que niega las acusaciones de Tel Aviv de que usan a los civiles como escudo en sus operaciones.
En medio del empeoramiento de la crisis humanitaria, los militantes palestinos y las tropas israelíes han arreciado los combates en todo el territorio de Gaza, donde Hamás intenta impedir el avance de tanques israelíes por las calles destrozadas del enclave.
"Israel tomará cualquier medida para destruir a Hamás, pero no tenemos intención de permanecer permanentemente en la Franja de Gaza. Sólo nos ocupamos de nuestra seguridad y la seguridad de nuestros ciudadanos a lo largo de la frontera con Gaza", dijo este lunes el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
EEUU, el principal aliado de Tel Aviv, reconoció que Israel no está haciendo todo lo que podría para prevenir más muertes de civiles en el conflicto.
"Creemos que es necesario un mayor esfuerzo para proteger a los civiles", dijo el secretario de Estado, Antony Blinken, para que que "la brecha" entre lo que Israel ha prometido: proteger a los civiles, y la realidad de los miles de asesinados en los bombardeos "sea lo más estrecha posible".
Tal como están las cosas, según dijo este domingo a ABC, "existe una brecha entre su intención y los resultados".
[Con información de AP y Reuters]
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