Los cadáveres de 354 reos y el de una mujer que había pasado la noche del martes en visita conyugal, fueron trasladados a Tegucigalpa en camiones acondicionados con frío, desde el penal de Comayagua, donde ocurrió el incendio que fue controlado en la madrugada del miércoles.
Forenses de Honduras iniciaron el jueves las complicadas tareas de identificación de los cuerpos de los reos que murieron calcinados o asfixiados en el gigantesco incendio de una prisión al norte de la capital.
Cientos de familiares, muchos con los rostros hinchados por el llanto, esperaban dispersos afuera y dentro de la pequeña morgue en Tegucigalpa donde el reducido equipo forense, apoyado con personal de la Cruz Roja, tomaba exámenes a los cuerpos, varios de ellos irreconocibles.
Los funcionarios del servicio forense tomaron muestras a grupos de entre 10 y 15 cuerpos en un espacio reducido, de unos 200 metros cuadrados.
"A mí me han dicho que están irreconocibles, pero yo no me voy a ir de aquí hasta que me entreguen a mi hijo, aunque sea en pedazos y envuelto. Tengo que llevarme a mi hijo a enterrar", dijo Delmira Argueta, de 51 años. Estas declaraciones fueron hechas a la agencia de noticias AP.
No están claras las causas del incendio en la sobrepoblada prisión, que albergaba a más de 800 presos, aunque varias autoridades aseguran que un reo prendió fuego a un colchón.
Por otro lado, los bomberos dijeron que los custodios no les permitieron ingresar de inmediato a la prisión, lo que derivó en una de las mayores tragedias carcelarias en Latinoamérica.
El incendio desnudó una vez más el drama de las cárceles de Honduras, el país con más homicidios en el mundo actualmente y donde más de 13.000 reos se hacinan en el sistema carcelario, con capacidad para 6.000 según afirma AP.
Más de la mitad de los reos no han recibido condena en Comayagua, un penal construido para 400 reos ubicado a unos 75 kilómetros al norte de la capital, donde parte de los 475 reos sobrevivientes estaba realizando tareas de limpieza tras el incendio, que destruyó un tercio del penal.
En la morgue de Tegucigalpa, las autoridades recibían a los familiares en una tienda de campaña para tomarles datos que ayudaran en la identificación de los cuerpos.