Aplicar las teorías de la ciencia pura para la resolución de problemas y para la innovación es la fórmula que utiliza el profesor Francisco Botifoll, para enseñar electrónica y robótica a al menos 30 niños y jóvenes.
"Aquí esto es física pura, pero es un juego de niños", apunta Botifoll, de 53 años, mientras muestra a sus alumnos un circuito que se activa mediante aplausos.
Con doctorado en Innovación Educativa, Botifoll se ha dedicado a la docencia por dos décadas, pero hace seis años creó la Fundación Roboty, lo que para él es "un laboratorio de creatividad", que funciona con materiales reciclados y recursos limitados.
"El joven de ahorita quiere hacer, quiere construir, quiere crear; y la metodología que estamos aplicando me permite a mí que el joven pueda crear su sueño, su idea, lo que piensa en ese momento", detalla.
Ideas que algunos niños como Guillermo Urbina han materializado. Con apenas 9 años, desarrolló un bastón que permite a las personas ciegas orientarse en las vías públicas y espacios congestionados.
“El sensor va a emitir un sonido cuando no tenga un obstáculo al frente suyo y va a emitir otro sonido cuando sí tenga el obstáculo al frente", explicó Urbina.
Otros, como Artemisa Sandoval, ya están pensando qué fabricarán con lo que han aprendido. “Puede servirme para crear un robot, más adelante, que cocine, que limpie", dice Sandoval, de 9 años.
Fundación Roboty es una empresa familiar en la que participan su esposa y sus tres hijos, uno de ellos con condiciones especiales, quien ha sido un motor para el profesor Botifoll.
"Tenemos aproximadamente un 20% de niños con condiciones especiales que están trabajando con nosotros, y las experiencias son excepcionales", cuenta Botifoll.
Pero este docente quiere ir más allá y promueve ante el Estado llevar la robótica y la electrónica al plan de estudio de la educación básica en el país.
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