Los líderes de la Unión Europea (UE) se reúnen en Bruselas para concretar la entrega de un paquete de rescate a Grecia que asciende a unos $170.000 millones de dólares mientras buscan impulsar el crecimiento económico de los países del viejo continente a contrapelo de severas medidas de austeridad.
La cumbre de dos días que finaliza este viernes tiene entre otros objetivos el de trazar pautas para hacer frente al agudo desempleo, que alcanza niveles extraordinariamente altos en los 17 estados que integran la llamada Eurozona.
El promedio de paro en estos países es el más elevado desde que en 1999 adoptaron el euro como moneda común,10,7 por ciento, cuando hace sólo cuatro años el desempleo de conjunto apuntaba a la baja y apenas superaba el 7 por ciento.
Las disparidades laborales son fuente de permanente controversia en el seno de la UE, y mientras las tasas de desempleo son muy elevadas en países como España (23,3 por ciento), Grecia (19,9 por ciento), y Portugal e Irlanda (ambos con 14,8 por ciento), en otros como en Alemania (5,8 por ciento), Holanda (5 por ciento), y Austria (4 por ciento) son muy inferiores.
Por un lado, algunos economistas advierten que si los países de la Eurozona no reducen el gasto público inexorablemente vendrá otra recesión y se agudizará la crisis de la deuda, pero por otro hay quienes sostienen lo contrario y las protestas populares contra las medidas de austeridad han ido creciendo y se han propagado fuera de las fronteras de Grecia.
La cuestión radica en que los europeos no acaban de ponerse de acuerdo en cómo van a impulsar el crecimiento, y más allá de los estados que integran la zona euro, los miembros de la Unión Europea (27) tienen según el primer ministro belga, Elio di Rupo, las mismas metas pero opiniones “muy diferentes”.
Algunos gobiernos como el de Francia, que se halla en medio de una campaña electoral, han subrayado que el gasto público no debe ser utilizado como un recurso para escapar de la crisis.
Sin embargo, el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, es de los que piensan que los remedios que han dado algunas naciones a la crisis han puesto en peligro la cohesión social, y llamó a “combatir las desigualdades y la pobreza”.
Muchos europeos opinan que las fórmulas aplicadas hasta ahora por el Banco Central Europeo frente a la crisis de la deuda sólo han favorecido a las grandes instituciones financieras y a los inversionistas, mientras los ciudadanos comunes y corrientes han cargado con lo peor.