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¿Quién es Lloyd Austin, nominado de Biden para la Secretaría de Defensa?


ARCHIVO - El general Lloyd Austin rinde testimonio en el Senado en 2015 sobre los esfuerzos contra el Estado Islámico en Irak.
ARCHIVO - El general Lloyd Austin rinde testimonio en el Senado en 2015 sobre los esfuerzos contra el Estado Islámico en Irak.

Como soldado afroestadounidense fue el primero en ser subjefe del Ejército y primer jefe del Comando Central de las Fuerzas Armadas. Se graduó de la Academia Militar de West Point. Ahora podría estar en camino de ser el primer afroestadounidense que ocupa el cargo de secretario de Defensa.

El presidente electo Joe Biden oficialmente nominó al general retirado del Ejército, Lloyd Austin como su candidato para secretario de Defensa, potencialmente convirtiéndolo en el primer afroamericano en ocupar el cargo, si es confirmado por el Senado.

Biden anunció la nominación de Austin en un artículo en la revista The Atlantic, donde se refirió al general retirado como “un soldado verdadero y probado” y “singularmente preparado para los desafíos y crisis que afrontamos”.

“Él es la persona que necesitamos en este momento”, escribió Biden.

Nacido en 1953 en el estado sureño de Alabama y criado en el vecino Georgia, Austin se graduó de la Academia Militar de West Point en 1975 y ascendió en el escalafón militar durante su carrera de cuatro décadas, empezando como comandante de una compañía de apoyo al combate en la legendaria División 82 Aerotransportada, con sede en Fort Bragg, Carolina del Norte.

Eventualmente, ascendió al rango de teniente general y asumió el mando de Fort Bragg, antes de convertirse en el comandante de las tropas estadounidenses en Irak del 2010 al 2011, donde supervisó el final de la invasión encabezada por Estados Unidos y la posterior retirada de todas las fuerzas estadounidenses.

Austin fue el primer oficial afroestadounidense en servir como subjefe del Ejército en 2012 y en encabezar el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), que cubre las operaciones en Irak, Afganistán, el Medio Oriente y el sur de Asia. Sirvió en ese puesto desde el 2013 hasta su retiro en marzo de 2016.

Pero Austin ha estado en retiro menos de cinco años y la ley estadounidense requiere que los secretarios de Defensa hayan estado fuera de servicio activo por al menos siete años para preservar el liderazgo civil sobre los militares.

Ha habido dos instancias en que el Congreso ha proporcionado una excepción para generales retirados para servir como secretario de Defensa: la primera fue en 1950 para el general retirado George Marshall; la última fue en 2017 para el general retirado Jim Mattis.

Algunos miembros del Congreso ya han expresado dudas sobre si ofrecer una excepción para el nominado de Biden, especialmente tan pronto después que se ofreció una a Mattis.

“Yo tengo un profundo respeto por el general Lloyd Austin… Pero escoger a otro general recientemente retirado para servir en un rol que fue diseñado para un civil se siente algo extraño. El trabajo de secretario de Defensa fue conscientemente creado para asegurar la supervisión civil de lo militar”, dijo en una entrevista el martes la representante republicana Elissa Slotkin, demócrata de Michigan.

El senador Jack Reed, de Rhode Island, el demócrata de mayor rango en el Comité de Servicios Armados, indicó en 2017 que la excepción legislativa para Mattis debería ser “algo de una vez en la vida” y que él se opondría a futuras excepciones para el cargo.

Austin ganó elogios por su intelecto y fuerte liderazgo entre líderes civiles y militares, con el entonces presidente Barack Obama diciendo al retirarse Austin que “su personalidad y calificaciones son un ejemplo de lo que Estados Unidos debe exigir de sus líderes militares”.

Pero el general estuvo bajo ataques de legisladores en 2015 por un programa de 500 millones de dólares que al final sólo entrenó a un puñado de combatientes sirios.

Michael O’Hanlon, un investigador del Brookings Institution, dijo que “el general Austin es un soldado en muchas formas, pero tendrá una inclinada curva de aprendizaje al pasar de su experiencia en CENTCOM a manejar competencias de grandes potencias, modernización militar de alta tecnología y otras prioridades” necesarias para afrontar una creciente amenaza de China y Rusia.

“Es una opción no ortodoxa por esa razón, aunque eso no significa que necesariamente sea una mala escogencia”, dijo O’Hanlon.

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