En su primer discurso importante en semanas, el exvicepresidente Joe Biden prometió el martes no "avivar las llamas del odio" si es elegido presidente y aseguró que buscará "curar las heridas raciales que han plagado durante mucho tiempo" a Estados Unidos.
Hablando en Filadelfia, una ciudad sacudida por protestas -a veces violentas- de los últimos días, Biden apuntó directamente al manejo del presidente Donald Trump de la ola de manifestaciones en todo el país sobre el racismo y la mala conducta policial.
Biden, el demócrata que previsiblemente se enfrentará al republicano Trump en las elecciones del próximo 3 de noviembre, fue particularmente crítico con la decisión del presidente el lunes de hacerse una foto junto a una iglesia histórica frente a la Casa Blanca, que sufrió daños el domingo por manifestantes, después de que las autoridades policiales lanzaron gases lacrimógenos a los manifestantes para despejar el área.
"Cuando los manifestantes pacíficos se dispersan por orden del presidente desde la puerta de la casa del pueblo, la Casa Blanca, usando gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento, para organizar una sesión de fotos en una iglesia, podemos ser perdonados por creer que el presidente está más interesado en el poder que en principio", señaló Biden.
Ciudades de todo el país han visto protestas generalizadas desde que George Floyd, un ciudadano afroamericano, murió bajo custodia de la policía en Minneapolis el 25 de mayo. El agente Derek Chauvin, quien ha sido imputado por homicidio, puso a Floyd contra el suelo y presionó su rodilla contra su cuello.
Biden describió la muerte de Floyd como "una llamada de atención para nuestra nación".
"Os prometo esto: no traficaré con el miedo y la división. No avivaré las llamas del odio", dijo.
Al menos cinco policías estadounidenses fueron baleados y heridos durante protestas violentas por la muerte de Floyd, informaron las autoridades y los medios, horas después de que Trump prometiera el lunes desplegar al ejército si los disturbios no se detenían.
El discurso del martes de Biden marca la primera vez que el demócrata abandona su estado natal de Delaware desde mediados de marzo, cuando el brote del nuevo coronavirus le obligó a hacer campaña en gran medida desde su casa.
Cuando todavía el país seguía en medio del embate del coronavirus, que ha costado la vida a más de 106.000 personas, Estados Unidos se ha vuelto a ver remecido por las protestas de los últimos días.
La situación llevó al presidente Trump a prometer el lunes por la noche "poner fin a los disturbios y la anarquía" que se "han extendido" en el país durante las protestas, aludiendo a "actos de terrorismo doméstico".
Trump dijo estar "movilizando todos los recursos federales disponibles, civiles y militares, para detener los disturbios y el saqueo, poner fin a la destrucción y los incendios provocados, y proteger los derechos de los estadounidenses respetuosos de la ley, incluidos sus derechos de la Segunda Enmienda", que es aquella que reconoce el derecho de los ciudadanos a portar armas.
En su discurso en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca el lunes, Trump se describió como un "aliado de todos los manifestantes pacíficos".
"Los estadounidenses están indignados y asqueados con razón por la brutal muerte de George Floyd, mi administración está totalmente comprometida con hacer justicia con George y su familia. No murió en vano. Pero no podemos permitir que los gritos justos de los manifestantes pacíficos sean ahogados por una furiosa multitud", aseguró el mandatario.
Luego de su breve discurso, Trump salió de la Casa Blanca, rodeado de decenas de personal de seguridad, cruzó la plaza Lafayette, que pocos minutos antes había sido despejada por las fuerzas de seguridad, y se dirigió a la Iglesia Episcopal de San Juan, que fue dañada por el fuego en medio de las protestas del domingo por la noche.