La reciente suscripción de un acuerdo en la agenda de diálogos por la paz entre la guerrilla Ejército de Liberación Nacional y el gobierno colombiano fue interpretada por las partes como un logro de la negociación. Sin embargo, el jueves la insurgencia mostró que la crisis interna continúa.
La guerrilla advirtió en un comunicado que la mesa de diálogo está congelada y que eso cambiará en la medida en que el gobierno cumpla con los acuerdos que, a juicio del ELN, no ha ejecutado, como su retiro de la lista de grupos armados organizados para darle un estatus más político.
La mesa de negociación ha estado una crisis desde marzo cuando el gobierno avaló un diálogo regional en Nariño, fronterizo con Ecuador, impulsado por autoridades locales en el que participa una facción del ELN denominada “Comuneros del Sur”, que luego rompió con el mando general y se independizó.
Se trata de un entredicho que parecía superado luego de que las partes se reunieron en Caracas y firmaron el 25 de mayo un documento sobre el primer punto de la agenda de diálogos referente a la participación de la sociedad en el proceso.
“Lo que parece claro es que sí hubo un avance por la firma del acuerdo de participación, pero como todos los avances es bastante frágil, sobre todo porque le falta especificidad y no está aterrizado a cómo va a tener lugar en el proceso”, señaló a The Associated Press Elizabeth Dickinson, analista senior para Colombia del International Crisis Group.
Para Dickinson, la nueva declaración de la guerrilla alimenta un intercambio retórico luego de que el gobierno también señalara incumplimientos de parte del ELN, pero no significaría el eventual rompimiento del proceso.
También desde el gobierno se ha reprochado a la guerrilla su decisión de retomar los secuestros con fines extorsivos luego de suspenderlos como un gesto de voluntad en el desarrollo de la mesa.
Para el analista y docente de la Universidad Nacional de Colombia, Carlos Medina, la situación obedece a la falta de claridad en la definición de los niveles de cumplimiento y responsabilidad de cada parte. “Como hay una interpretación diversa de lo acordado, se han venido presentando incidentes en los cuales unos y otros sindican que ha habido una violación”, indicó a AP.
Medina, quien ha dedicado parte de su labor de investigación a entender el ELN, consideró que la decisión de las partes de firmar un acuerdo sobre participación de la sociedad pese a las tensiones pretendía mandar un mensaje de avance en el diálogo, sin embargo, se han mantenido detenidos los ciclos formales de conversación.
El gobierno de Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda en Colombia, sostiene una negociación de paz con el ELN desde noviembre de 2022 dentro del marco de la política gubernamental de “paz total”, en la que pretende acercamientos simultáneos con diversos actores armados y bandas urbanas.
El ELN, fundado en 1964 bajo la inspiración de la revolución cubana, tiene presencia en más de 200 municipios de todo el país con una estructura de bloques que responden a un comando central, desde donde son tomadas las decisiones.
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