Tras la aprobación el pasado lunes del trámite de destitución del presidente de Perú, Pedro Castillo, por parte del Congreso, pareciera que la suerte de los mandatarios de ese país está echada.
Ocho meses después de haber asumido como presidente de Perú, Pedro Castillo, quien fue el artífice de una serie de manifestaciones que pusieron contra la pared al presidente Martín Vizcarra en 2020, hoy afronta una crisis de gobernabilidad igual o peor que la que vivió su antecesor, aseguró a la Voz de América Matías Alejandro Franchini, profesor de Relaciones Exteriores de la Universidad del Rosario de Bogotá.
“Es normal que esto pase en una nación en la que su democracia permite al presidente disolver al Congreso, y al Congreso destituir al presidente, de una forma relativamente fácil", explicó.
A este problema de Castillo se suman las denuncias por corrupción que lo involucran en un incidente denunciado por la empresaria Karelim López, quien lo acusó de liderar un cartel que solicitaba dádivas a contratistas que ejecutaban proyectos adjudicados por los ministerios de Transporte y de Comunicaciones.
El experto sostuvo que también es evidente que no existe una agenda de reformas, que es lo que está exigiendo la población y que podría alimentar el juicio político que se sigue contra Castillo en el congreso, que este 28 de marzo tendrá una prueba de fuego frente a sus detractores que podrían sumar un nuevo presidente destituido en Perú.
Sin embargo, la politóloga e investigadora del centro de pensamiento Woodrow Wilson de Washington Cynthia Sanborn señaló que no cree que lo logren todavía.
“No creo que la oposición tenga los votos necesarios para sacarlo”, dijo.
Recordó que “si se observa el tipo de coalición de juicio político que votó positivamente el trámite de destitución, hay un grupo de línea dura que imita a Donald Trump y a sus seguidores”.
Recalcó que han declarado que “la elección fue ilegítima”, y siguen argumentando que fue fraudulenta, e igual que en Estados Unidos no hay pruebas de que la elección de Castillo fuera fraudulenta.
Pero advirtió la analista que hay gente en el centro que está extremadamente insatisfecha con una variedad de cosas, especialmente la ineficiencia e improvisación del gobierno y el incumplimiento de promesas del presidente Castillo, y esto podría impulsar el juicio.
Una democracia sui géneris
Independientemente de cual sea la suerte de Castillo, el analista Franchini devela que la inestabilidad política en Perú responde a dos factores, uno es lo institucional, es decir, la existencia de mecanismos constitucionales que le permiten al Congreso destituir fácilmente a los presidentes.
“Esto no es común en otras democracias latinoamericanas, en donde los procesos de juicios políticos necesitan de mayorías calificadas, necesitan mucho apoyo en el Congreso y una congregación de fuerzas, pero en Perú se requiere menos apoyo legislativo para destituir a un presidente. Esto, hace que sea muy volátil la estabilidad de los mandatarios en Perú”, añadió.
El segundo elemento tiene que ver con la polarización política, con esta fragmentación política Castillo llegó a la presidencia con el 20% de los votos en la primera vuelta, esto significa que el nivel de apoyo popular fue muy bajo.
“Ganó la segunda vuelta por muy pocos votos frente a Keiko Fujimori, que también sacó poquísimos votos en la primera vuelta. Este escenario fragmentado también contribuye a esta situación, donde los presidentes llegan con una base legislativa muy magra a la presidencia y este ha sido el caso de Castillo”, explicó el experto.
Por su parte, Gerardo Berthin, vicepresidente de Programas Internacionales Freedom House de Washington en entrevista concedida a la Voz de América subrayó que por segunda vez la oposición promovió en menos de cuatro meses la destitución del mandatario Castillo.
El experto señala que la situación que vive el presidente Castillo no es nueva para el Perú.
“Es una tendencia que ha venido institucionalizándose en la última década. Eso ocurrió con el anterior presidente, Martín Vizcarra, quien fue destituido en noviembre de 2020, por alegatos de corrupción, a través de lo que en Perú se conoce como destitución bajo la fórmula de incapacidad moral permanente”.
El fin del mandato del antecesor de Vizcarra, Pedro Pablo Kuczynski, también estuvo marcado por dos procesos de vacancia, el último relacionado con el caso Odebrecht-Lava jato, recordó el experto.
En marzo de 2018, justo por esta época, un día antes de la votación del segundo proceso de destitución en su contra, renunció como presidente. Esto trajo una de las peores crisis políticas e inestabilidad en Perú y avivó la lucha de fuerzas entre el ejecutivo y el legislativo.
En su informe de Libertad en el Mundo 2020-2021 y el análisis de Freedom House, Perú pasó de ser libre a parcialmente libre, explicó Berthin a la VOA.
“Desde 2017, el país se ha visto sacudido por enfrentamientos políticos prolongados entre la presidencia y el congreso, y experimentó una sucesión irregular de cuatro presidentes en tres años”, señaló.
Para el presidente Castillo, esta sería la segunda vez desde el inicio de su mandato en julio de 2021, que enfrentará este debate en el congreso para continuar con el proceso de la destitución del mandatario, bajo la fórmula de la incapacidad moral permanente.
Con 76 votos a favor, 41 en contra y una abstención, el congreso peruano aprobó la admisión de la Moción 2148, que propone destituir a Catillo.
Esto refleja el poder e independencia que tiene el congreso para llamar al presidente a control del legislativo, aclaró el experto.
Además, Castillo o su abogado tendrán que presentarse en el Congreso para dar explicaciones sobre las 20 razones que la oposición argumenta, son suficientes, para destituirlo.
Economía peruana esquiva la crisis del gobierno de Castillo
El economista peruano y profesor de la universidad Javeriana de Colombia, César Ferrari, cree que la situación que ha vivido el presidente Pedro Castillo en ocho meses de Gobierno, tiempo en el cual ha cambiado en cuatro ocasiones su gabinete y le han iniciado un proceso de juicio político en el congreso para lograr su vacancia, debería haber traído consecuencias económicas, sin embargo, no ha sido así.
“Es raro que esto no esté ocurriendo, uno esperaría que en el largo plazo las inversiones se retrajeran por la incertidumbre que significa, pero pareciera que en Perú el ciclo político va por un camino distinto al ciclo económico, no obstante, en medio de esta crisis política continua, que no es una crisis eventual, viene ocurriendo un crecimiento de la economía del 13%, como no se había visto antes”, adujo el experto.
“Para Ferrari Perú es una de las economías que más ha crecido en toda América Latina, y los precios del cobre siguen impulsando las finanzas del país, situación que genera una inquietud ¿realmente el ciclo político está apartado del ciclo económico, pareciera que ese fuera el caso peruano”, recalcó a la VOA.
A pesar del blindaje de la economía, el banco emisor del Perú ha denunciado que se ha presentado una fuga de capitales que podría estar llegando a los 18.000 millones de dólares.
Sin embargo, para la analista estadounidense Cynthia Sanborn la lectura del centro de pensamiento Woodrow Wilson es que “hay inversionistas que estarán acostumbrados a países de alto riesgo y continuarán invirtiendo en Perú. Allí tienen minerales, recursos naturales que algunos inversionistas quieren. Hay muchos inversionistas que están acostumbrados al riego, incluidos los chinos, que están en ello a largo plazo”.
Pero la experta advirtió que si no hay esfuerzos para atender realmente las necesidades básicas de la población van a seguir teniendo inestabilidad, lo que significa que las reglas del juego serán vulnerables.
“Habrá inversionistas que no quieran apostar por nuevas inversiones en Perú, especialmente de largo plazo, si no ven algún tipo de estabilidad en las normas”.
La economía de Perú, un país de ingresos medios, estaba funcionando bien en términos de crecimiento económico y la reducción de la pobreza del nivel de ingresos, pero la pandemia acaba de dejar claro el hecho de que gran parte de esa reducción de la pobreza era muy frágil, aseguró.
Hoy es tal el descontento de la población peruana con Castillo que las cifras de la más reciente encuesta de la firma Ipsos-Perú, dan fe de esta situación. El presidente Castillo tiene una aceptación que apenas oscila entre el 25 % y el 28 % y su rechazo está entre el 63 y el 69 %, analizó Gerardo Berthin.
Otro factor de la inestabilidad en Perú es la práctica clientelista a costa de fortalecer un servicio civil que este a la altura de una administración pública para un país que ha mostrado tremendo potencial económico, resaltó.
“La gente no esta viendo un horizonte estratégico para el Perú, y no hay señales claras por parte del gobierno de Castillo, de cómo Perú se recuperará durante la fase de pos pandemia, ante señales que la economía será reducida y que los mercados detectan una incertidumbre”, ratificó.
A la expectativa del juicio político
En una semana y media Perú podría estar nuevamente en un proceso de recambio presidencial. En los últimos tres años, este país suramericano ha tenido cuatro presidentes y podría sumar un quinto más si así lo considera el congreso.
Y es que no solo son las denuncias de corrupción, sino el incumplimiento de sus promesas de campaña, como la implementación de una reforma agraria, la destinación del 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación y la definición de una agenda para hacer realidad estos compromisos.
“Él no ha sido capaz de establecer una base legislativa, por el contrario se ha enfrentado sistemáticamente con el congreso, ha tenido que cambiar cuatro veces su gabinete ministerial, siempre bajo esta amenaza de sustitución. Creo que Castillo se aventuró inicialmente con una agenda muy ambiciosa, como la Asamblea Constituyente, sin tener el apoyo del legislativo, esto ha complicado su administración y creo que el otro punto es que esto no es una sorpresa para nadie”, recordó Franchini.
El catedrático de la Universidad Javeriana destacó que desde que Castillo fue electo, la sombra de una eventual destitución apareció por las condiciones en que llega a la presidencia, insisto con bajo nivel de apoyo popular, con bajo nivel de apoyo legislativo y con el antecedente inmediato de destituciones de sus predecesores, y esto se refleja hoy en tiempos difíciles para él y para Perú.
“El presidente es menos popular en zonas urbanas y Lima, mientras que es más popular en zonas rurales y del interior del Perú. La fragmentación en el Congreso conformado por diez partidos políticos, y acusaciones también a congresistas de oposición por actos de corrupción, complican la trama política a corto plazo para Castillo y su futuro”, acotó Berthin.
Si en los próximos días la evidencia desde la Fiscalía en contra del presidente se hace más solida y contundente, el entramado político se le puede complicar y puede haber presión para su renuncia, sentenció.
Un largo camino por la historia
El primer presidente de Perú en 1823, José de la Riva Agüero, fue destituido por el congreso, luego Guillermo Billinghurst en 1914 corrió la misma suerte. Ya en 2000 Alberto Fujimori renunció a la presidencia vía fax, pero el congreso no le aceptó la renuncia y el congreso le declaró la vacancia.
En 2018, Pedro Pablo Kuczynski renunció a la presidencia un día antes del juicio político, en el congreso, donde pretendían destituirlo. En noviembre de 2020 Martín Vizcarra fue destituido también por el congreso peruano.
[Con la colaboración de Alejandra Arredondo, VOA, Washington]
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