El Papa Francisco apeló el lunes a los líderes mundiales a que garanticen que las armas nucleares no serán usadas de nuevo, un día después de visitar Hiroshima y Nagasaki, las únicas ciudades golpeadas por bombas atómicas en la historia.
El desarme nuclear ha sido uno de los asuntos principales en la visita papal a Japón, un país marcado no solo por el recuerdo de los dos ataques que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, sino también por la alarma que supone el programa nuclear y los ensayos de misiles de la cercana Corea del Norte.
"Invito a todas las personas de buena voluntad a que animen y promuevan todos los medios de disuasión necesarios para que la destrucción causada por las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki no vuelva a ocurrir otra vez en la historia humana", dijo el pontífice ante un grupo de dignatarios, incluido el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
En una aparente referencia a las tensiones con Corea del Norte, Francisco dijo que el diálogo "es la única arma digna del hombre y capaz de garantizar la paz duradera".
La devastación nuclear también fue abordada en la reunión del Papa con el emperador Naruhito el lunes.
Un portavoz de palacio dijo que Francisco comentó a Naruhito cómo recordaba que, siendo un niño de nueve años en su natal Argentina, su padres comenzaron a llorar al conocer los ataques contra Hiroshima y Nagasaki, que le dejaron una gran impresión duradera.
El Papa, que cumplirá 83 años el próximo mes, expresó también su preocupación por las futuras fuentes energéticas mientras ofrecía consuelo a varias víctimas del desastre del reactor nuclear de Fukushima en 2011, destacando un llamado de los obispos japoneses a abolir la energía nuclear por completo.
Por último, criticó la vigencia de la pena de muerte en Japón. A la misa que ofició en un estadio en Tokio el lunes acudió Iwao Hakamada, un hombre de 83 años que pasó 46 en el pasillo de la muerte y que fue bautizado mientras estaba en prisión, dijeron funcionarios eclesiásticos locales.