El grupo extremista Estado islámico ha perdido su califato en Siria e Irak, pero se está expandiendo en las inhóspitas montañas en el nordeste de Afganistán, reclutando a nuevos combatientes y preparando ataques contra Estados Unidos y otros países occidentales, según fuentes de seguridad estadounidenses y afganas.
Casi dos décadas después de la invasión liderada por Estados Unidos, el grupo se alza como una amenaza incluso mayor que los talibanes, debido a una capacidad militar cada vez más sofisticada y a su estrategia de atacar a civiles, tanto en Afganistán como en el extranjero.
La preocupación es tal que muchos han empezado a ver al Talibán, que también ha chocado con el grupo EI, como un posible aliado para hacerle frente.
La reciente oleada de ataques en la capital afgana, Kabul, es “práctica” para cometer atentados aún mayores en Europa y Estados Unidos, según dijo a The Associated Press una fuente de inteligencia estadounidense en Afganistán.
“Este grupo es la mayor amenaza a corto plazo para nuestros países desde Afganistán”, dijo la fuente bajo condición de anonimato para preservar su seguridad. “El mandamiento principal del EI es: Cometerás ataques externos” en Estados Unidos y Europa, afirmó.
“Ese es su objetivo. Es solo una cuestión de tiempo”, señaló. “Da mucho miedo”.
Bruce Hoffman, director del Centro para Estudios de Seguridad en la Universidad de Georgetown, ve Afganistán como una posible nueva base para el grupo armado ahora que ha sido expulsado de Irak y Siria. “ISIS ha invertido una cantidad desproporcionada de atención y recursos en Afganistán”, dijo, señalando a su “enorme acumulación de armas” en el este del país. Hoffman empleó otro acrónimo para referirse al grupo EI.
Una "provincia" del califato
La filial del grupo EI apareció en Afganistán poco después de que los combatientes de la milicia se abrieran paso en Siria e Irak en el verano de 2014 para establecer un califato, o imperio islámico, tras tomar aproximadamente un tercio de los dos países. La filial afgana se autodenomina Provincia Khorasan, un nombre medieval para partes de Afganistán, Irán y Asia Central.
En un principio eran apenas unas docenas de combatientes, sobre todo talibanes paquistaníes expulsados de sus bases al otro lado de la frontera y talibanes afganos descontentos que se veían atraídos por la ideología más extrema del grupo EI.
Mientras que los talibanes han limitado su lucha a Afganistán, los milicianos del grupo EI juraron lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi, el esquivo líder del grupo en Oriente Medio, y asumieron su llamada de emprender una yihad global contra los no musulmanes. Dentro de Afganistán, el grupo EI lanzó grandes ataques contra la minoría chií, a los que considera apóstatas merecedores de la muerte.
El grupo sufrió reveses al principio, cuando sus líderes murieron en ataques aéreos estadounidenses. Pero recibió un gran impulso cuando el Movimiento Islámico de Uzbekistán se unió a sus filas en 2015. Hoy tiene miles de combatientes, muchos de Asia Central, pero también de países árabes, Chechenia, India y Bangladesh, además de miembros de la etnia uigur de China.
El grupo lleva mucho tiempo en la provincia oriental de Nangarhar, una escarpada región junto a la frontera con Pakistán, aunque tiene una importante presencia en el norte del país y hace poco se ha expandido a la vecina provincia de Kunar, de donde podría ser aún más difícil expulsarlo. La montañosa provincia sirvió de refugio a Osama bin Laden durante casi un año tras la caída del régimen Talibán, y las fuerzas estadounidenses lucharon durante años por capturar y controlar puestos enemigos situados a gran altitud, hasta prácticamente renunciar y ceder la región a los talibanes.
La zona que incluye las provincias de Nangarhar, Nuristan, Kunar y Laghman era tan peligrosa que la coalición que lideraba Estados Unidos le asignó un acrónimo en los años tras la invasión, refiriéndose a ella como N2KL. En 2005, milicianos derribaron un helicóptero estadounidense Chinook con lanzacohetes, matando a 16 miembros de los SEAL de la Marina y las fuerzas especiales en uno de los ataques más letales de la guerra.
Ajmal Omar, miembro del consejo provincial de Nangarhar, dijo que el grupo EI está presente ahora en las cuatro provincias.
“Ahora mismo en Kunar, el lado derecho de la carretera es Talibán, el lado izquierdo es Daesh y el gobierno está en medio”, dijo, empleando el acrónimo en árabe para el grupo armado. Desde su fortificada casa en la capital de la provincia, Jalalabad, señaló que la vecina Kunar pronto reemplazará a Oriente Medio como la base de operaciones del grupo EI.
“Cuando empezaron en Afganistán quizá había 150 Daesh, pero hoy son miles y miles”, dijo.
“Las malas noticias son su adquisición de terrenos clave, protegidos por la altura, donde pueden tener acceso fácil a dinero, armas, equipamiento... y desde ahí pueden planificar, entrenar, ensayar, facilitar y acelerar ataques”, dijo la fuente de inteligencia estadounidense. “Creo que la expansión de territorio en el este de Afganistán es su objetivo militar número uno” con el objetivo de terminar rodeando Jalalabad, señaló.
Acudir al Talibán
Han pasado casi 18 años desde que Estados Unidos invadió Afganistán para derrocar al Talibán, que había dado cobijo a Al Qaeda cuando Bin Laden y sus lugartenientes planificaban los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ahora, funcionarios militares y de inteligencia ven a los talibanes como posibles aliados ante una amenaza similar.
En los últimos meses, el Talibán ha dicho que no aspira a monopolizar el poder en la Afganistán de posguerra, mientras que el grupo EI está comprometido con derrocar al gobierno de Kabul dentro de sus planes de establecer un califato global. El Talibán y el grupo EI tienen diferencias cruciales de ideología y tácticas, ya que los talibanes limitan en gran parte sus ataques a objetivos del gobierno y las fuerzas de seguridad afganas y extranjeras. Los dos grupos han combatido entre sí en varias ocasiones, y los talibanes siguen siendo una fuerza mayor y más imponente.
El enviado de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, ha celebrado varias rondas de conversaciones con el Talibán en los últimos meses en un intento de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos. Ambos bandos parecen acercarse a un acuerdo en el que Estados Unidos retiraría sus fuerzas a cambio de una promesa del talibán de impedir que el país se convierta en una plataforma para lanzar ataques globales.
“Una de las esperanzas de un acuerdo negociado es que llevará al Talibán al gobierno y a la lucha contra el grupo EI”, indicó la fuente de inteligencia. “Conocen las montañas, conocen el terreno. Es su territorio”.
Pero un acuerdo negociado también podría provocar un éxodo de los combatientes talibanes más radicales para unirse al grupo EI. Eso ya está ocurriendo en algunas zonas del norte y este del país, donde los talibanes han atacado al grupo EI, perdiendo territorio y milicianos ante su rival.
Rusia, que ocupó Afganistán en la década de 1980 antes de ser expulsada por insurgentes islamistas respaldados por Estados Unidos, lleva años alertando sobre la presencia del grupo EI y contactó con los talibanes antes incluso de que Washington iniciara sus negociaciones. Durante una visita a Kirguistán el mes pasado, el ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, describió Afganistán como una “lanzadera” para el grupo EI tras su expulsión de Siria e Irak.
Al igual que Estados Unidos, Rusia ve un acuerdo de paz entre los talibanes y el gobierno afgano como la mejor forma de contrarrestar la amenaza planteada por el grupo EI, y Moscú ha celebrado dos rondas de conversaciones informales con los talibanes, representantes del gobierno y otros afganos influyentes.
Pero los esfuerzos de paz han perdido fuelle en los últimos meses y Rusia ha recurrido a métodos más letales de contener la amenaza. Moscú ha enviado equipo pesado, como helicópteros y vehículos blindados, a las fuerzas kirguises y mejorado la preparación para el combate en sus bases de las antiguas repúblicas soviéticas de Kirguistán y Tayikistán, según Shoigu.
La amenaza a Occidente
Sin una estrategia antiterrorista agresiva, la filial afgana del grupo EI podrá cometer ataques a gran escala en Estados Unidos o Europa en el próximo año, según la fuente de inteligencia. Se ha descubierto que los combatientes de la milicia capturados en Afganistán estaban en contacto con otros en países extranjeros.
Al menos a ocho personas con lazos con la rama afgana del grupo han sido detenidas en Estados Unidos.
Martin Azizi-Yarand, un texano de 18 años que preparaba un ataque en 2018 contra un centro comercial, dijo estar inspirado por el grupo EI y que se preparaba para unirse a su división en Afganistán. En abril fue condenado a 20 años de cárcel.
Rakhmat Akilov, el uzbeco de 39 años que embistió con un camión contra los peatones en Estocolmo en 2017, también tenía lazos con la filial afgana, según la fuente de inteligencia. “Durante el interrogatorio, dijo ‘este es mi comandante en Afganistán y me dice qué hacer’”, comentó.
Dentro de Afganistán, el grupo recluta de forma activa en universidades, donde tiene más probabilidades de encontrar afganos familiarizados con la tecnología que puedan viajar al extranjero, utilizar medios sociales y ayudar a planificar ataques sofisticados, según la fuente de inteligencia.
Las brutales tácticas del grupo han quedado patentes en Afganistán los últimos años. Cientos de civiles chiíes han muerto en ataques suicidas en Kabul y otros lugares, y la gente que ha huido de zonas capturadas por el grupo describe un reinado de terror no muy distinto del que se vio en Siria e Irak.
Farmanullah Shirzad huyó a finales de abril de su pueblo en Nangarhar cuando los combatientes del grupo EI avanzaron sobre la zona.
“Me aterraba quedarme”, dijo. “Cuando Daesh toma un pueblo, matan a la gente, no les importan los niños y entran en las casas y se llevan a las mujeres”.