El presidente Barack Obama pronunciará el próximo martes su tradicional discurso anual sobre el Estado de la Unión bajo la presión de un Congreso políticamente dividido y la necesidad de expandir sostenidamente la economía del país.
Obama buscará dar nuevo ímpetu a su presidencia cuando ya transcurrió el primer año de su segundo mandato, su gran reforma—la nueva ley de salud—sigue bajo fuerte ataque republicano, y las encuestas de apoyo a su gestión van en declive.
El presidente ha calificado al 2014 como un “año de acción” y en su discurso tratará de convencer a los estadounidenses de que sus metas y pasos en el futuro cercano irán más allá de simples promesas.
Dan Pfeiffer, consejero de Obama, dijo el sábado que el presidente presentará un nuevo plan para ayudar a los estadounidenses que siguen luchando por encontrar empleo mientras la economía se recupera de la recesión del 2008.
Los proyectos pendientes de la Casa Blanca, salvo el de la lucha contra la pobreza, prometen encarar este año de elecciones legislativas una fuerte oposición republicana, incluidos sus llamados a elevar el salario mínimo y ampliar la enseñanza en la infancia a una edad más temprana.
En su último discurso sobre el Estado de la Unión en 2013, Obama lanzó la idea de un preescolar universal de calidad para cada niño de 4 años, y en esta ocasión se espera que hable, como parte de su plan contra la desigualdad de ingresos, sobre la asequibilidad del acceso a las universidades.
Además de apuntalar la ley de salud (Obamacare), y su posición sobre el cambio climático, la reforma de inmigración y el tema energético, se espera que el presidente busque recabar suficiente respaldo público para ejercer más presión sobre el Congreso a fin de que éste desbloquee sus políticas.
Como indicación de que el presidente apunta en esa dirección la Casa Blanca difundió hace pocos días un video en el que el jefe de su gabinete, Denis McDonough, señaló que “el (discurso del) Estado de la Unión no es solo una conversación con el Congreso, sino con ustedes, el pueblo estadounidense”.
El propio Obama ha dicho que no piensa esperar toda una vida por las decisiones del Congreso y ha dejado entrever que puede hacer uso de su autoridad para firmar “órdenes ejecutivas” que ayuden a dar solución a las urgencias del país.
Obama buscará dar nuevo ímpetu a su presidencia cuando ya transcurrió el primer año de su segundo mandato, su gran reforma—la nueva ley de salud—sigue bajo fuerte ataque republicano, y las encuestas de apoyo a su gestión van en declive.
El presidente ha calificado al 2014 como un “año de acción” y en su discurso tratará de convencer a los estadounidenses de que sus metas y pasos en el futuro cercano irán más allá de simples promesas.
Dan Pfeiffer, consejero de Obama, dijo el sábado que el presidente presentará un nuevo plan para ayudar a los estadounidenses que siguen luchando por encontrar empleo mientras la economía se recupera de la recesión del 2008.
Los proyectos pendientes de la Casa Blanca, salvo el de la lucha contra la pobreza, prometen encarar este año de elecciones legislativas una fuerte oposición republicana, incluidos sus llamados a elevar el salario mínimo y ampliar la enseñanza en la infancia a una edad más temprana.
En su último discurso sobre el Estado de la Unión en 2013, Obama lanzó la idea de un preescolar universal de calidad para cada niño de 4 años, y en esta ocasión se espera que hable, como parte de su plan contra la desigualdad de ingresos, sobre la asequibilidad del acceso a las universidades.
Además de apuntalar la ley de salud (Obamacare), y su posición sobre el cambio climático, la reforma de inmigración y el tema energético, se espera que el presidente busque recabar suficiente respaldo público para ejercer más presión sobre el Congreso a fin de que éste desbloquee sus políticas.
Como indicación de que el presidente apunta en esa dirección la Casa Blanca difundió hace pocos días un video en el que el jefe de su gabinete, Denis McDonough, señaló que “el (discurso del) Estado de la Unión no es solo una conversación con el Congreso, sino con ustedes, el pueblo estadounidense”.
El propio Obama ha dicho que no piensa esperar toda una vida por las decisiones del Congreso y ha dejado entrever que puede hacer uso de su autoridad para firmar “órdenes ejecutivas” que ayuden a dar solución a las urgencias del país.