Mitch McConnell, el líder del Senado de Estados Unidos con más años de servicio en la historia y que mantuvo su poder frente a dramáticas convulsiones en el Partido Republicano durante casi dos décadas, dejará su cargo en noviembre.
El republicano, que cumplió 82 años la semana pasada, anunció su decisión el miércoles en el recinto del Senado, un lugar al que miró con asombro desde sus bancas traseras en 1985, cuando llegó.
“Uno de los talentos de vida menos apreciados es el de saber cuándo es momento de avanzar hacia el próximo capítulo de vida”, dijo McConnell. “Así es que me dirijo a ustedes hoy... para decir que éste será mi último período como líder republicano del Senado”.
Su decisión subraya una potente transición ideológica en el Partido Republicano, desde el conservadurismo tradicional y sólidas alianzas internacionales de Ronald Reagan hacia el populismo iracundo y aislacionista del expresidente Donald Trump.
McConnell anunció que planea concluir su período actual, que termina en enero de 2027, “pero desde un asiento distinto de la cámara”. Sus allegados dijeron que la decisión no tiene nada que ver con su salud, después de sufrir una concusión en otoño del año pasado y en dos ocasiones públicas su rostro se paralizó brevemente mientras hablaba.
“Cuando pensé sobre cuándo dar la noticia en el Senado, siempre imaginé que debía ser en un momento en que tenga total claridad y paz sobre el ocaso de mi labor”, agregó McConnell. “Un momento en que esté seguro de que he ayudado a preservar los ideales en los que creo tan fuertemente. Ese momento llegó hoy”.
McConnell ha estado bajo creciente presión del ala derechista de su partido, férreamente alineada con Trump. Ambos se han distanciado desde diciembre de 2020, cuando McConnell se negó a aceptar la mentira de Trump de que la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales fue un fraude.
Pero si bien las críticas contra McConnell desde la derecha se volvieron más estridentes, sus números no aumentaron mucho, evidencia de la habilidad táctica y estratégica de McConnell y su capacidad de entender las necesidades de sus colegas senadores republicanos.
McConnell no dio una razón específica sobre el momento de su decisión, que llevaba contemplando desde hace meses, pero sí citó la muerte reciente de la hermana menor de su esposa como un momento que provocó introspección. “El fin de mis contribuciones está más cerca de lo que me hubiera gustado”, dijo McConnell.
Sin embargo, en otras partes de su discurso, sus palabras adquirieron un tono más ligero, cuando habló sobre el arco de su carrera senatorial.
Recordó cuando llegó al Senado: “Me alegraba apenas si alguien recordaba mi nombre”. Durante su campaña en 1984, cuando Reagan visitaba Kentucky, el presidente lo llamó “Mitch O’Donnell”.
McConnell se adhirió a la visión de Reagan del rol que Estados Unidos debe desempeñar en el mundo, y ha perseverado pese a la oposición, incluso de Trump, a que el Congreso apruebe un paquete de asistencia extranjera que incluye 60.000 millones de dólares Ucrania.
“No tengo conflicto sobre la bondad de nuestro país y el rol irreemplazable que desempeñamos como líderes del mundo libre”, dijo McConnell.
Pese a las altas probabilidades en contra, logró conseguir los 22 votos republicanos para aprobar el paquete en el Senado, y enviarlo a la Cámara de Representantes.
“Créanme cuando digo que conozco la política dentro de mi partido en este momento particular. Tengo mis defectos. Entender mal la política no es uno de ellos”, expresó McConnell.
“Pero aparte de eso, creo más férreamente que nunca que el liderazgo global de Estados Unidos es esencial para preservar la ciudad brillante sobre una colina de la que hablaba Ronald Reagan. Mientras me quede aliento en esta Tierra, defenderé el excepcionalismo estadounidense”.
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