El final de la guerra de Estados Unidos en Irak es ya una realidad y así se hizo patente en una simbólica y solemne ceremonia llevada a cabo en la base aérea de Andrews en las afueras de Washington D.C.
El presidente Barack Obama y otros altos funcionarios de su gobierno dieron la bienvenida de regreso al comandante de las tropas estadounidenses en Irak, el general Lloyd Austin, y simbólicamente a la enseña nacional que representó a las fuerzas de EE.UU. en ese país.
El general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, agradeció a las tropas y a sus familiares el sacrificio y los servicios prestados, mientras que el vicesecretario de Defensa, Ashton Carter, puso de relieve que casi nueve años de esfuerzos habían dado al pueblo iraquí un “nuevo amanecer”.
El último contingente militar estadounidense abandonó Irak el domingo pasado, para poner fin así a una guerra que significó el fin de la dictadura de Sadam Hussein y dejó atrás una frágil democracia, que aún encara la amenaza de los insurgentes y divisiones sectarias.
La retirada militar cierra un conflicto que costó las vidas a casi 4.500 soldados estadounidenses, decenas de miles de iraquíes, y cientos de miles de millones de dólares al gobierno de EE.UU.
Varios cientos de estadounidenses, como parte de personal de seguridad, permanecerán en la embajada de EE.UU. en Bagdad.
En el momento más álgido de la guerra, más de 170.000 soldados estadounidenses llegaron a estar movilizados en más de 500 bases en ese país.
En virtud de un acuerdo suscrito en 2008 por el entonces presidente George W.Bush y luego implementado por el presidente Barack Obama, EE.UU. prometió retiarse militarmente para fines de este año.
Obama dijo en una entrevista con la cadena de televisión ABC que la presencia de las tropas estadounidenses en Irak “tuvo éxito” en darles a los iraquíes la oportunidad de construir un futuro exitoso.
Desde que se postuló para la presidencia, Barack Obama se opuso a la guerra en Irak y prometió ponerle fin. Las encuestas de opinión han puesto de manifiesto que una mayoría de estadounidenses creen que la guerra duró demasiado.
