Un 59 por ciento de los electores decidió preservar un bloque del Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana, un bosque húmedo con unas 2 mil especies de flora y otras 1500 de fauna, pero cuyo subsuelo alberga buena parte de las reservas petroleras de Ecuador, según la UNESCO.
"Queremos que eso se proteja, porque eso es nuestra casa, es nuestra farmacia, es nuestro mercado", dice a VOA, Holmer Machoa, activista ambiental. Machoa es uno de los indígenas que habita en el Yasuní. Asegura que la actividad petrolera podría contaminar los ríos y selvas donde se desenvuelven.
"Nosotros sobrevivimos de la caza y la pesca, que es el sustento de la familia”, explica.
Pero detener el proyecto tendrá un impacto económico, en un país cuya principal fuente de ingresos es el crudo.
"Parar un campo que está en explotación, y que produce 57 mil barriles por día, son unos mil 200 millones de dólares al año, según los valores explotados y exportados en 2022, eso genera un vacío que hay que ver cómo se llena y no hay muchas alternativas, o se disminuyen los subsidios a combustibles o aumentan los impuestos”, advierte Roberto Aspiazu, Vicepresidente de la Cámara Energía de Ecuador.
Además, el Estado tendrá que compensar a las compañías que estaban operando en el Yasuní.
"Desmontar esas facilidades no va a costar menos de 400 millones de dólares. Hay que plantearse de dónde va a venir ese dinero”, detalla Aspiazu,
La ciudadanía también votò por prohibir la minería en la región del Chocò Andino, cuyos ríos proveen el agua que consumen los hogares del noroccidente de Quito.