Con ayuda económica de sus familiares, Milson Prato dejó su hogar, su esposa y sus hijos en San Cristóbal, Venzuela y se fue para Perú, buscando encontrar lo que su país ya no le daba: un sueldo digno, comida y servicios básicos.
Sin embargo, Lima no fue lo que esperaba. Después de dos meses y 22 días de tratar de conseguir trabajo y dinero para enviarle a su familia, Prato decidió volver a Venezuela.
“Perú es un país grande y sí hay trabajo, pero al venezolano no le dan trabajo solo por ser venezolano” dijo Prato, mientras esperaba a las afueras del centro de control migratorio en Rumichaca, en la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia.
Después de que el ministro de interior, Mauro Toscanini, anunciara que a partir del 18 de agosto los venezolanos que deseen entrar en el país deben tener pasaporte, la afluencia de migrantes en el puente internacional se ha visto reducida.
Las imágenes de miles de venezolanos tratando de cruzar la frontera ha sido reemplazada por la de los pocos que tienen pasaporte, aquellos que continúan su travesía hacia otros países latinoamericanos o quienes, como Prato, no encontraron lo que buscaban en el exterior y buscan retornar a su patria.
Marcos Comacaro, quien trabaja vendiendo café a mil pesos (0.34 dólares) en el tramo de 300 metros que une Ecuador y Colombia, dijo que ya no tiene suficientes compradores.
“No creo que acabe estos dos termos [de café] hoy, me va a tocar irme a otra parte”, dijo Comacaro, quien es también venezolano y salió hace más de un año de Barquisimeto, al norte de Venezuela.
Junto con Prato, al menos 20 otros venezolanos deshacían sus pasos, después de que, según ellos, se chocaron con el rechazo y la explotación en Perú.
“Sentí la derrota [al regresar]”, dijo Juan Pablo Finol, quien viajaba de vuelta a Maracaibo, su ciudad natal, desde Lima con diez de sus compatriotas. El joven, de 24 años, se quejó también de la hostilidad con la que, según él, los peruanos los trataban.
“Para que me traten mal de otro país prefiero estar en el mío”, dijo el marabino. Finol dice que a la hora de buscar trabajo o le rechazaban por su nacionalidad o no le pagaban lo justo o lo acordado.
De acuerdo con una encuesta que la Organización Internacional para las Migraciones realizó en Lima durante un año, el 85% de los venezolanos que trabajan en la ciudad lo hacen sin un contrato laboral.
“Si trabajas [como venezolano en Perú] te explotan, te quieren pagar lo que a ellos les da la gana y uno a veces por la necesidad lo hace”, dijo Prato.
Los migrantes coinciden en que una de las razones por las que los limeños los recibieron con hostilidad es la mala fama que tienen los venezolanos en el país, a quienes dicen se les asocia con robos, atracos y crímenes en general.
Sin embargo, Prato piensa que esto es injusto: “los demás no pueden pagar por lo que hicieron [unos cuantos]”.
En un año, desde junio del 2017 a junio del 2018, casi medio millón de venezolanos han entrado a Perú, según datos de la Superintendencia Nacional de Migraciones.
Al igual que Ecuador, Perú también ha decidido que comenzará a exigir pasaporte a los migrantes provenientes de Venezuela a partir del 26 de agosto. Decisión que dificultará su entrada al país, ya que conseguir o renovar este documento en el país es una tarea difícil que puede tomar más de un mes.