Las constantes olas de desinformación y noticias falsas que inundan las redes sociales y algunas que incluso logran infiltrarse -en parte- hasta los medios tradicionales como información verídica, pero que en el fondo parten de campañas de propaganda dirigida, son parte del resultado de un estudio que ha monitoreado el fenómeno de la desinformación en América Latina.
El estudio titulado El impacto de las noticias falsas, desinformación y propaganda en América Latina, duró 16 meses y fue dirigido por el centro Global Americans en Washington. Su papel fue coordinar el trabajo con equipos de investigación dispersos en el continente para trazar con metodologías de avanzada.
El arqueo de la investigación realizada en buena parte del continente americano y los resultados mismos del estudio indican que la desinformación fluye por distintos canales y permea en todas las capas sociales latinoamericanas.
Andrés Chong-Qui, consultor del proyecto patrocinado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, comentó a la Voz de América que uno de los objetivos del estudio era “la identificación de fuentes, patrones y redes que propagan las campañas de desinformación” especialmente de fuerzas foráneas en América Latina.
Para robustecer la investigación y dar fiabilidad a los hallazgos, se designó la tarea a equipos de centros de referencia en la región que ya contaban con metodologías y equipos para estudiar el fenómeno.
Entre estos el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México; el Centro para la Apertura y Desarrollo en América Latina (CADAL), Argentina; Medianálisis, en Venezuela, y Universidad del Rosario, en Colombia. Todo para cubrir de forma geográfica y temática el fenómeno de la desinformación.
Los equipos dispersos en el continente pusieron el radar en las olas impulsadas desde medios oficiales y de propaganda de China y Rusia, según Chong-Qui, al ser estos actores visibles en la región en diferentes modalidades.
“Hay muchísimas cosas dentro de la desinformación y se puede abordar desde el punto de vista de las audiencias, los actores y los estados involucrados; cuándo, cómo y dónde actúan y cómo se unen estas redes de desinformación a la hora de actuar", explica el coordinador del proyecto.
Venezuela laboratorio de experimentación global
Estudios pormenorizados que durante años ha realizado el centro Medianálisis de Venezuela permitió cruzar información de otras latitudes del continente para reforzar la investigación opina Andrés Cañizalez, director de Medianálisis a VOA.
También –reitera- que se confirma que tras el alcance que puedan tener las campañas de noticias falsas y desinformación subyace el debilitamiento institucional, y Venezuela es claro ejemplo de ello donde la calificación en cuanto a libertad de prensa y derecho a la información son bajas.
Para Cañizalez es claro que su país es un laboratorio de experimentación sobre propaganda, y ve cómo en 20 años de gobiernos iniciados con Hugo Chávez cientos de medios de comunicación han desaparecido y otros han quedado operando en mínimos de subsistencia, pero supeditados al discurso oficial.
“Venezuela ha pasado a ser un laboratorio importante para la desinformación y para la manipulación informativa y propagandística en la medida en que estamos en un país donde el propio estado propicia la desinformación”, opina Cañizalez.
Y para este investigador no hay duda que la región latinoamericana se ha convertido en terreno de operación de pesos en la geopolítica y que esto ha empujado a muchos países a lidiar con una suerte de dinámicas de desinformación y propaganda.
Potencias como China tienen una orientación muy clara para incidir en América Latina presentando de alguna manera las bondades del modelo chino, agrega Cañizalez.
Por otro lado dice que hay suficientes evidencias de los operadores rusos de información que influyen en momentos álgidos en distintos países de América Latina “con la finalidad de crear confusión, generar ruido y propiciar un clima de desinformación”.
La narrativa china del progreso económico
El experto español Juan Pablo Cardenal, quien durante 20 años ha estudiado el modelo chino y su penetración global, lideró el equipo de investigación de CADAL en Argentina para medir el impacto de la propaganda y agenda del gigante asiático en Perú, Chile y el país gaucho, explica a VOA algunos pormenores del asunto.
China ha tejido una amplia red de fronteras difusas entre actores económicos y financiamiento gubernamental chino en la región, y con la penetración de sus medios estatales para imponer la agenda de “éxito” bajo la bandera de superación de la pobreza, lo que a criterio de Cardenal no es del todo cierto.
También observa la captación de élites económicas y culturales en la región que le ayuden a reducir las narrativas que contradicen su éxito, en especial cuando desde Estados Unidos y la Unión Europea hay señalamientos a las flagrantes violaciones a derechos humanos, falta de democracia y estatismo chino.
“Esos recursos económicos también le sirven para construir sus narrativas (…) insisto, le ayudan para difundir una imagen que ellos quieren difundir y por otro lado tenemos las audiencias (latinoamericanas) poco conocedoras de la realidad china, que hacen un contexto perfecto para que ese país pueda difundir toda su propaganda”, explica Cardenal a VOA.
También impera la confusión de conceptos que gran parte de la población en Estados Unidos, Europa y en los países latinoamericanos da por sentados, al creer que una cosa es el Estado chino y otro la sociedad civil o el sector privado de aquel país. “Y ese es un error porque en China no existen esos sectores independientes como si lo podemos tener en nuestros países”, agrega el experto.
Hallazgos principales
El director de Global Americans, Guy Mentel, explica a la Voz de América que la elección de los equipos y la puesta en marcha de la investigación durante 16 meses y que concluyó recientemente ayudaron a encajar muchas piezas que estaban sueltan sobre el tema.
En especial el papel que juegan medios estatales rusos y chinos en las campañas de desinformación. El informe listo a ser publicado precisa sobre el punto.
El estudio lo consigna y nombra las operaciones y a los actores involucrados con las ingentes cantidades de recursos que destinan los medios estatales de China y Rusia para aumentar su presencia global y lo hacen a través de medios locales, canales de Youtube y en plataformas de redes sociales.
“En muchos casos la meta central de estos esfuerzos es influir en la percepción pública de estos estados no democráticos y sus políticas, e inclinar la cobertura de los medios locales y sembrar la desinformación y el desacuerdo”, expone el informe.
El documento de 300 páginas está listo para ser publicado en inglés y español. Agrupa 10 puntos importantes para medir el comportamiento y los alcances de la desinformación.
A nivel regional los diferentes equipos utilizaron parámetros de medición a partir de variantes propias y contextuales, México y Centroamérica por ejemplo hubo un arqueo sobre redes sociales y la desinformación y radicalización de usuarios en esas plataformas.
En Colombia se centró más la desinformación en el contexto de las protestas sociales y cómo plataformas como la rusa Rusia Today (RT) y su par Telesur, de Venezuela, atizaban la cobertura con información falsa o inexacta.
Más hacia el cono sur es clara la penetración china y el pulso de su agenda planeada para hacer propaganda a su favor, según el estudio.
Los expertos coinciden que el punto central de ambas potencias es chocar contra la posición de Estados Unidos como líder global.
“La información falsa, la desinformación y la propaganda china y rusa están desproporcionadamente concentradas en temas blanco que se encuentran en la intersección de las líneas de fallas democráticas, avivando la ruptura política local, promoviendo fuerzas locales no democráticas con ideologías similares y reflejando a China y Rusia como socios benevolentes y alternativos a los Estados Unidos en toda la región", consigna el estudio.
Pero Mentel reconoce que el impacto de la desinformación y falsas noticias en América Latina y el Caribe está sustentada sobre una base ya preexistente de descontento y pérdida gradual de confianza en la democracia por diferentes causas.
Sin embargo los gobiernos de China y Rusia han rechazado estar atrás de estratagemas de desinformación y menos de socavar las instituciones y alterar el orden en otros países, como lo ha señalado Washington, que ha ventilado en público sus fricciones con esos países.
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