La investigación sobre supuestos abusos de poder del presidente Donald Trump entró hoy en su etapa pública, un período de interrogatorios y testimonios con que demócratas y republicanos se juegan el todo por demostrar si el mandatario cometió algún acto indebido o si esto no es más que “una cacería de brujas” política.
El punto medular de la investigación es si el presidente Donald Trump abusó del poder de su cargo para lograr que un gobierno extranjero iniciara una investigación que afectaría a un rival político de Trump en las elecciones presidenciales del 2020. La investigación se inició en septiembre pasado, pero en sesiones a puertas cerradas en los comités de Inteligencia y Judicial del Senado estadounidense.
El presidente Trump por su parte ha negado cualquier falta en su manejo de las relaciones con Ucrania. Ha tildado la investigación como una "cacería de brujas". Al iniciarse las audiencias públicas, Trump dijo en un mensaje difundido por su cuenta de Twitter, que "lo que está ocurriendo hoy es el más grande fraude en la historia de la política estadounidense".
"Están tratando de detenerme, porque estoy luchando por ustedes", dijo Trump en su tuit. "Nunca dejaré que eso ocurra".
Los demócratas esperan que durante las audiencias públicas iniciadas hoy en la Cámara de Representantes surja un momento que se vuelva viral en las redes sociales y los medios de comunicación y que permitan que en la mente de los estadounidenses se forme una idea clara de cómo - en su opinión- el presidente Trump abusó del poder de la Casa Blanca para buscar un beneficio personal.
La gran interrogante es si se producirá tal momento viral o si esto explotará en la cara de los demócratas como un caso típico de “cacería de brujas” que podría resultar en una abrumadora reelección de Trump en noviembre del 2020.
“La batalla para convencer a los estadounidenses para apoyar o rechazar la destitución la ganará el bando que pueda tomar todos estos datos confusos y convertirlos en una historia que la persona promedio pueda entender”, comentó Michael S. Schmidt, corresponsal en la Casa Blanca del diario The New York Times, en la página web de dicho diario, que transmite una crónica en vivo de las audiencias. “A tres horas del inicio, los demócratas están haciendo un mejor trabajo. Pero falta mucho hoy y en las próximas semanas”.
Según una encuesta de la página web Politico, el 50 por ciento de los estadounidenses apoyan el juicio político a Trump, mientras un 41 por ciento se opone. A inicios de octubre, la oposición era del 44 por ciento.
Las audiencias y sus reglas de juego fueron aprobadas por el Congreso y establecen los procedimientos que tendrán que seguir en la investigación. Al aprobarse la investigación, también se estableció el mecanismo que los abogados del presidente tendrán para hacer su trabajo.
Este es la primera investigación para considerar la destitución de un presidente estadounidense en 21 años. La última vez en que esto ocurrió fue en el 1998, cuando el presidente Bill Clinton logró sobrevivir un proceso similar a raíz de conocerse que había mentido al Congreso sobre la naturaleza de su relación con la pasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky. Antes de eso, el presidente Richard Nixon, renunció en agosto del 1974 para evitar su inminente destitución.
En el primer día de audiencia han testificado William Taylor, el diplomático de más alto rango en Ucrania, y George Kent, subsecretario de Estado norteamericano. Ambos testificaron sobre su conocimiento sobre los esfuerzos del presidente Trump para que el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy dijera públicamente que se estaba investigando a Joe Biden, ex vicepresidente y ahora precandidato demócrata a la presidencia, y a su hijo Hunter Biden.
En el centro de la investigación está una llamada telefónica en julio pasado en la que el presidente Trump le pidió a Zelenskiy que le ayudara con el tema de la investigación de los Biden. En la conversación se habló también de un paquete de ayuda militar aprobada por el Congreso para Ucrania, pero que aún no se había entregado.
La pregunta medular es si Trump condicionó la entrega de la ayuda a que Zelensky abriera públicamente la investigación de los Biden. El presidente Trump afirma que no hizo nada indebido y que la ayuda no fue condicionada. Ha reiteradamente hecho referencia a la transcripción de dicha llamada. Para Trump, demuestra su inocencia; para los demócratas, todo lo contrario.
Varios funcionarios y ex funcionarios han testificado sin embargo que se sorprendieron al enterarse de que había una especie de “diplomacia paralela" encabezada por el abogado privado de Trump, Rudy Giuliani.
Uno de los testigos ha sido la ex embajadora en Ucrania, Marie Yovanovitch, quien dijo que Giuliani promovió su destitución por considerarla “residuo” de la administración de Barack Obama y un obstáculo para lograr que Ucrania apoyara con la investigación de los Biden.
El proceso tomó fuerza tras conocerse de un ex funcionario de inteligencia de la Casa Blanca que informó a congresistas sobre la llamada telefónica del mes de julio, la cual consideró representaba un conflicto de intereses al buscar un beneficio personal para el presidente.
El presidente ha exigido que se revele el nombre de dicho funcionario, de quien ha dicho que ha actuado como "un espía", quien debería ser enjuiciado.
Tras semanas de testimonios, que los demócratas esperan erosionen el respaldo popular del presidente Trump, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes elaborará un informe que se enviará al Comité Judicial. En base a ese informe, habrá votaciones en la Cámara de Representantes y luego en el Senado.
Ambas cámaras son controladas por los republicanos. Pero los demócratas esperan que surjan evidencias de actos indebidos como para que suficientes republicanos le den la espalda a Trump y votan a favor de su destitución. Los expertos consideran que las posibilidades de la destitución son escasas, pero para los demócratas, dañar la imagen de Trump y del Partido Republicano, sería una importante victoria en la antesala de las elecciones del 2020.
Su peor pesadilla sin embargo sería que ocurra lo que sucedió el día 19 de diciembre del 1998 cuando los republicanos enjuiciaron al presidente Bill Clinton. Ese día, Clinton alcanzó en las encuestas la cúspide de su popularidad: el 73 por ciento de opiniones favorables.