La visita que el Papa Benedicto XVI realizará a Cuba entre el 26 y 28 de marzo ha despertado un renacer de la fe católica entre los habitantes de la isla, tal y como sucedió cuando su predecesor, Juan Pablo II, estuvo en La Habana en 1998, sin embargo para los disidentes la llegada del Sumo Pontífice es vista con frustración.
El viaje de Benedicto XVI, de 84 años, coincide con las celebraciones por el 400 aniversario del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba, y aunque el Vaticano ha insistido en que la visita tiene un carácter meramente pastoral, para opositores cubanos como el ex preso político Angel Moya, La Habana tratará de manipular la presencia del Papa.
Disidentes políticos en la isla han manifestado su temor de que el viaje del Santo Padre, la entrevista que tendrá con el presidente Raúl Castro y un eventual encuentro con su hermano, Fidel Castro, puedan interpretarse como una señal de que la Iglesia pasa por alto los abusos de los derechos humanos que se cometen en la isla.
Los que secundan esa hipótesis resaltan que según fuentes de la Iglesia, el Papa no tiene previsto recibir a ningún disidente o activista de la oposición durante su estancia en las ciudades de Santiago de Cuba y La Habana, donde oficiará sendas misas, a pesar de que las Damas de Blanco pidieron reunirse con su Santidad.
El gobierno de Cuba fijó anticipadamente su posición al respecto cuando el embajador cubano en el Vaticano, Eduardo Delgado Bermúdez, declaró a la prensa que sería un hecho “penoso” que durante su visita a la isla el Papa se reúna con disidentes, a los que La Habana califica de “mercenarios”.
Las Damas de Blanco-- grupo formado inicialmente por madres y esposas de 75 presos políticos condenados en la Primavera Negra de 2003—siguen siendo objeto de hostigamiento por parte del gobierno, y el pasado fin de semana decenas de ellas fueron detenidas por la policía y luego puestas en libertad.
Los arrestos tuvieron efecto una semana después de que 13 disidentes ocuparon una iglesia católica en La Habana para hacer oír sus denuncias contra el régimen, en un hecho sin precedentes en la isla que la Iglesia calificó de "ilegítimo e irresponsable", y que dio lugar a que el cardenal Jaime Ortega pidiera a la policía que desalojara el templo.
En vísperas de la llegada de Benedicto XVI, unos 750 activistas cubanos pro derechos humanos suscribieron y le enviaron una carta que según uno de sus firmantes, el opositor y Premio Sajarov Guillermo Fariñas, busca que “el Papa o sus representantes se pronuncien y se comprometan con el pueblo cubano y no con sus gobernantes.”