En el marco de la celebración del 50 aniversario del Día de la Tierra, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) discutió con expertos y participantes de Latinoamérica -en un foro virtual- acerca de cuál es el vínculo de la crisis climática con el COVID-19, así como la urgencia de que las naciones aborden los temas de epidemias y pandemias desde la prevención.
Sergio Lacambra, líder del centro de desastres naturales y resiliencia del BID explicó que la relación entre el COVID-19, las emergencias ecológicas y los desastres naturales se pueden abordar desde varias perspectivas, una de ellas es la ecológica.
De acuerdo con el investigador, “el 60% de todas las enfermedades infecciosas de los humanos son transmitidas por animales y este porcentaje sube al 70 % cuando hablamos de nuevas enfermedades infecciosas". Dijo que “tiene relación directa con el hecho que estamos invadiendo bosques que alojan incontables especies de animales y, dentro de ellos, virus inexplorados y potencialmente nuevos".
Argumentó que el mismo BID ha planteado en su informe de sostenibilidad 2019, en una de sus secciones esboza que “cuando perturbamos y estresamos estos ecosistemas y especies, corremos el riesgo de liberar virus de sus anfitriones naturales, los cuales pueden saltar a los humanos”.
La prevención
Otro punto de vista es desde la prevención de desastres y resiliencia. Según Lacambra “la salud de la población es tanto una fuente de vulnerabilidad como un pilar de resiliencia humana, en la medida que tengamos poblaciones más sanas y mejor preparadas en el sector salud para enfrentar epidemias y pandemias mayor es la resiliencia de la sociedad frente a los fenómenos naturales”.
La importancia del sistema de salud es clave frente a cualquier fenómeno natural, no solo desde el punto de vista de la atención, también desde todo aquello que tiene relación con la vigilancia epidemiológica como seguridad química, radiológica y la salud mental, entre otras.
La prevención es un componente clave en todo este planteamiento. Prueba de lo que puede hacer la falta de ésta son las desastrosas consecuencias que está generando la pandemia del COVID-19, donde la pérdida de vidas a nivel global no tiene precedente y el costo a la economía mundial puede llegar a billones de dólares.
Y finalmente el experto plantea que los desastres naturales pueden empeorar significativamente los efectos de una pandemia y la capacidad de los gobiernos para gestionarla de no contar con una infraestructura debidamente preparada.
“No me refiero solamente a los centros de salud, estoy hablando de todas las demás infraestructuras que proveen una serie de servicios básicos esenciales para que los sistemas de salud puedan funcionar”, detalla.
Lacambra dice que se necesitan planes de contingencia, personal capacitado, entrenado y puesto a prueba a través de simulacros; así como equipo e insumos médicos. Una de las regiones más propensas en este momento es América Latina y el Caribe.
“Es importante no olvidarse que en regiones de América Latina y el Caribe donde hay presencia de fenómenos naturales, si ocurre uno en este momento puede dificultar las políticas públicas que se están implementando”, explica el investigador.
Un ejemplo es que en caso de incendio o terremoto, la mayoría tendrían que ir a albergues para estar seguros y esto sería una fractura o iría en contra de las medidas de distanciamiento social.
Planteamiento que es respaldado por un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Asuntos Humanitarios divulgado a inicios de 2020. América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a desastres naturales en el mundo.
ONU también ha hecho hincapié en que “la actual pandemia de COVID-19 es un claro recordatorio de la vulnerabilidad de los humanos y del planeta frente a amenazas de magnitud global. El daño descontrolado al medio ambiente debe ser abordado”.