Un expresidente y un ministro del Tesoro del gobierno saliente de Costa Rica se enfrentaban el domingo en segunda vuelta de las elecciones presidenciales del país.
Esta segunda ronda electoral lo disputan el expresidente José María Figueres (1994-1998) del socialdemócrata Partido Liberación Nacional (PLN), la tolda política más longeva de Costa Rica.
Figueres llega a este balotaje cuestionado al ser presuntamente asociado por la ciudadanía con el recuerdo de un caso de aparentes sobornos en licitación de líneas celulares en el estatal Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) hace más de 10 años. Durante la investigación del caso no se comprobó la vinculación de Figueres con ese caso conocido en suelo costarricense como ICE- Alcatel.
El otro candidato, Rodrigo Chaves llega a este balotaje encabezando las encuestas desde el Partido Progreso Social Democrático (PPSD), la tolda política más joven de Costa Rica.
Chaves llega con el antecedente de haber ocupado la cartera de Hacienda del actual gobierno por seis meses, periodo después del cual abandonó el ejecutivo costarricense por diferencias con el presidente Carlos Alvarado en los primeros meses de la pandemia del COVID-19 en mayo del 2020.
Antes de ocupar esa cartera, Chaves se destacó como director país de la oficina del Banco Mundial en Indonesia, la segunda más importante de esa institución financiera hasta octubre del 2019.
Tras conocerse la candidatura de Chaves salieron a luz una serie publicaciones en medios costarricenses e internacionales en las cuales se revelaron denuncias y conductas de aparente acoso sexual en el Banco Mundial en las oficinas de Washington D.C. e Indonesia.
Para el balotaje del domingo 3 de abril más de tres millones de costarricenses están habilitados para votar en su país y 52 consulados en 42 naciones alrededor del mundo, según el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Todo esto en medio de una campaña electoral en segunda ronda en el cual ha trascendido escándalos de viajes al exterior y un anuncio publicitario de Figueres que fue visto por la ciudadanía como una publicidad favorable al suicidio e investigaciones de la vida personal de Chaves y una aparente estructura paralela de financiamiento de su partido que es investigada por el TSE.
El reto para los expertos es que Chaves y Figueres logren convencer a los costarricenses, después de que la primera ronda del 6 de febrero registrara un 40,29%, de abstencionismo en las urnas, según datos el Tribunal Supremo de Elecciones, la cifra más alta en la historia de Costa Rica desde 1958, cuando 35.3% deicidio no votar.
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