El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, almirante Mike Mullen, instó a China a que deje de pensar que el gobernante de Corea del Norte, Kim Jong-Il, es "controlable" y lo presione más para garantizar la estabilidad en la región.
El almirante dijo que el mayor interesado debe ser China, en el sentido de “asegurarse de que esa parte del mundo no se desmorone".
Mullen describió a Corea del Norte como un país "que está dejando que su gente pase hambre, con una economía absolutamente desastrosa", pese a lo cual Kim Jong-Il "sigue emprendiendo acciones, muy deliberadas, para desestabilizar la región".
Luego de la tensa situación creada por el ataque norcoreano con artillería a una isla de Corea del Sur, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, mantuvo una conversación telefónica con el canciller chino Yang Jiechi.
El portavoz del Departamento de Estado P.J. Crowley dijo a la prensa que Clinton animó a Pekín “para que deje en claro que la conducta de Corea del Norte es inaceptable".
El ataque, de una magnitud sin precedentes desde el fin de la guerra de Corea, en 1953 tuvo un saldo de dos militares y dos civiles surcoreanos muertos, una veintena de heridos, y provocó la renuncia del ministro de Defensa de Corea del Sur, cuya "tibia" respuesta al asalto fue muy criticada por la opinión pública en Seúl.
Maniobras navales
EE.UU y Corea del Sur han organizado ejercicios navales conjuntos en el Mar Amarillo como una demostración de fuerza contra el gobierno de Pyonyang luego del bombardeo a la isla de Yeonpyeong.
Corea del Norte amenazó con que "nadie puede prever las consecuencias" de la presencia en las maniobras de un portaaviones de EE.UU., según un comunicado difundido por la agencia oficial norcoreana KCNA.
El gobierno comunista prometió "golpear sin piedad" en caso de que se viole su espacio soberano, en especial en el mar Amarillo, escenario de los ejercicios navales de cuatro días con la participación del portaaviones estadounidense "George Washington".
China, que históricamente ha apoyado a Corea del Norte, también se declaró opuesto a la realización de las maniobras y advirtió contra "toda acción militar no autorizada" frente a sus costas.
Un portavoz del Pentágono respondió que los ejercicios “no están dirigidos contra China", y precisó que las operaciones "son de naturaleza defensiva y destinadas a reforzar la disuasión contra Corea del Norte".
Animos crispados en Seúl
En Seúl, el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak, dijo a sus ministros y asesores que estén listos para otra "provocación" del régimen de Pyongyang durante los ejercicios militares de Corea del Sur y EE.UU.
Entre tanto, los surcoreanos llevaron a cabo los funerales de las víctimas del ataque norcoreano, con una ceremonia en la que algunos pidieron una postura más fuerte contra las provocaciones de Pyonyang.
"Nosotros con seguridad vengaremos vuestras muertes", dijo el jefe del Estado Mayor de la Marina surcoreana durante la ceremonia, mientras que el recién nombrado ministro de Defensa, Kim Kwan-Jin, advirtió que Seúl va a "devolver los golpes multiplicados" en caso de otro ataque militar de Corea del Norte.