A pocos menos de un año de las elecciones de 2020, los demócratas han puesto en marcha un proceso de juicio político contra el presidente Donald Trump. La Cámara de Representantes aprobó el miércoles los dos artículos —cargos—de impeachment, acusando al mandatario de abuso de poder y obstrucción del Congreso.
Con el espaldarazo del pleno se levanta el telón para el siguiente paso del proceso: el juicio político como tal en el Senado. Por los tiempos, a orillas de la navidad y el año nuevo, es probable que el legislativo se tome un receso y retome las actividades en enero, chocando de lleno con las primarias del partido demócrata.
El calendario, la naturaleza de las acusaciones contra el presidente y el hecho de que Trump busque un segundo mandato hacen que el juicio político tenga una influencia indudable en la campaña presidencial.
Pero, ¿de qué manera?
Una decisión arriesgada
Para los demócratas, explicó a la Voz de América, Capri Cafaro, profesora en la American University en Washington D.C., desencadenar el juicio político fue una “decisión arriesgada”.
Si el presidente Trump no es destituido, el escenario más plausible dado que los republicanos controlan el Senado, “va a ser muy difícil para los candidatos demócratas” explicar por qué tomaron la decisión de llevar adelante el impeachment, explicó Cafaro.
Las nuevas caras del partido—en especial las figuras más hacia la izquierda—que entraron al legislativo en las elecciones de término medio del año pasado, abanderaron el impeachment desde el inicio.
“Ha habido gran presión por parte de las bases del partido” para llevar a cabo un proceso de destitución a Trump, dijo a la VOA Dani Mahaffe, del Centro para el Estudio de la Presidencia y el Congreso.
No obstante, explica Mahaffe, en la decisión de los demócratas también está el mensaje de que “como miembros de la oposición y con sus prerrogativas congresionales sintieron que era importante establecer que el Congreso ni iba a quedarse de manos cruzadas” ante las acciones del presidente.
Los opositores argumentan que Trump abusó de su poder al presionar al presidente de Ucrania para que investigara a su rival político, el precandidato demócrata Joe Biden. Según la resolución aprobada por el pleno, este hecho es un asunto de seguridad nacional porque el presidente pidió a un país extranjero interferir en las elecciones presidenciales, de la misma manera en la que hizo con Rusia en 2016.
La postura del partido republicano y la Casa Blanca ha sido clara desde el principio: los demócratas no tienen suficientes razones para llevar a cabo un juicio político y el proceso como tal carece de fundamento.
Trump ha llamado al impeachment una “caza de brujas” y “el mayor engaño en la historia de la política estadounidense”. Sus partidarios en la Cámara han hecho eco de estas críticas, afirmando que se trata de un proceso parcializado.
“Los republicanos van a tratar de usar el impeachment en contra de los demócratas, diciendo que están presionando para que haya una destitución antes de las elecciones presidenciales porque no tienen un candidato suficientemente fuerte”, explicó Cafaro.
Dos países
Según el agregador de encuestas FiveThirtyEight, hay una brecha de casi mitad y mitad en la opinión de los estadounidenses respecto al impeachment: un 46,9% apoya destituir al presidente y un 46,7% está en contra.
La polarización, argumenta Mahaffe, se debe en parte a cómo presentan los medios de comunicación la realidad política.
“Hay dos narrativas (…) y dependiendo de si consumes medios de tendencia republicana o de tendencia demócrata es casi como si este juicio político estuviera sucediendo en dos universos totalmente distintos”, dijo el analista.
Y es que de acuerdo con un informe del Reuters Institute, el ambiente de los medios de comunicación en EE.UU. es uno de los más polarizados en el mundo occidental. La confianza en los medios se dibuja como un asunto partidista: mientras que un 51% de los estadounidenses de tendencia demócrata confía en los medios, en comparación con solo un 21% de aquellos de tendencia republicana.
El impeachment, según Cafaro, es un síntoma de la fragmentación. “Hay un sentimiento subyacente de que el juicio político está dividiendo a una nación que ya está dividida”, dijo la académica y exlegisladora estatal.
Elemento local
Para el partido demócrata, en estas nuevas elecciones, el reto será venderse como algo más que el opuesto a Trump, explica Cafaro.
Para la analista, las propuestas y políticas concretas que sedujeron a los votantes moderados durante las elecciones de término medio podrían no relucir con la misma fuerza cuando el objetivo principal sea ganar contra Trump después de que el mandatario salga impune del juicio en el Senado.
En las zonas donde “los demócratas moderados que lograron los escaños de distritos donde Trump tenía una fuerte aprobación en el año 2016” podría tambalear un apoyo al partido opositor en 2020, explicó la académica.