Gabrielina Parra, tiene 72 años, es madre de ocho hijos y todos los días recorre con su esposo el cultivo de arándanos, plantación que forma parte de los proyectos productivos de la Asociación de Mujeres Campesinas Asomucampi, en la población de Chiquinquirá, un municipio colombiano situado en el departamento de Boyacá, a 134 kilómetros de Bogotá.
Parra creó la fundación hace 32 años y juntó a 49 mujeres más que buscaban emanciparse del control masculino en el mundo rural y agrícola colombiano.
Esta campesina explicó recientemente a la Voz de América que la idea que surgió hace más de tres décadas fue desde el comienzo ganar autonomía como género, pero en el comienzo -recuerda- era difícil para ellas abrirse paso en un mundo de hombres.
"[Nos] cerraban las puertas de los salones comunales y [ellas] nos reuníamos debajo de las matas de pino para gestar las ideas que les permitieran alcanzar sus objetivos", resalta.
"A los esposos no les gustaba mucho la idea", recordó Parra. "Al principio la verdad había como mucho machismo porque ellos a la mujer no la querían sino tener de esclavas en la cocina, digamos de los quehaceres de la casa, que uno no tenía derecho ni de salir a reunirse, ni salir", recalca.
Sin embargo -reconoce- con el tiempo "ese esquema lo hemos ido acabando (...) tenemos derechos. Yo sí digo que las mujeres deben de organizarse y obtener sus propios recursos", dijo en alusión a las mujeres "en el campo y en la ciudad".
"Uno lucha y consigue", dijo con toda seguridad la mujer cuyas manos gruesas están curtidas del trabajo en el campo.
De acuerdo con un estudio del Departamento Nacional de Estadística colombiano (Dane), los campesinos colombianos tienen una edad promedio de entre 41 y 64 años. Incluso, cifras oficiales indican que en algunos departamentos la edad promedio de los campesinos es de 57 años. Dane también reveló que el 23,8 % de la población rural colombiana está conformada por jóvenes con edades comprendidas entre 14 y 28 años.
Las cifras indican que el desplazamiento de los jóvenes rurales hacia zonas urbanas es una realidad en Colombia. Se estima que el desplazamiento de ese grupo poblacional del campo a la ciudad podría llevar que en años Colombia no dispondrá de mano de obra que siembre cosechas para la alimentación en el país suramericano.
De acuerdo con expertos, la escasez de oportunidades y el desinterés de las políticas públicas ha hecho que los jóvenes prefieran en cuanto se gradúan del colegio, buscar diferentes horizontes lejos del ambiente donde crecieron, y muchas veces terminan relegados en los cinturones de miseria de las grandes ciudades.
Mujeres jóvenes y adultas se unen en torno a la agricultura en Boyacá
Boyacá es uno de los departamentos de Colombia donde el trabajo agrícola es muy relevante para la economía y vida social y para la subsistencia individual. Sus tierras guardan también historia debido a que en ellas hace dos siglos se libraron las intensas batallas por la independencia nacional.
Diana González, parte de la fundación, recalcó que el esfuerzo de este grupo se centra y es impulsado 100 % por mujeres: "Contamos con la participación de jóvenes rurales, adultas mayores y mujeres adultas".
Explicó González que entre "los grandes retos" en los últimos años ha estado la incorporación de la juventud.
"[El propósito es] vincular a nuestras jóvenes rurales, sembrar en ellas ese amor por las labores campesinas, ese amor por la tierra, por el cuidado del medio ambiente, de los recursos naturales", concluyó.