El máximo jefe de las FARC, Guillermo León Sáenz, conocido como Alfonso Cano, no sólo era el cabecilla más buscado de la guerrilla al momento de ser abatido por las fuerzas armadas de Colombia, sino también el principal ideólogo del grupo armado.
El guerrillero, de 63 años, fue estudiante de antropología en la Universidad Nacional de Colombia, y dirigente de la Juventud Comunista entre 1974 y 1980.
Luego de su temprano ingreso a las FARC a fines de la década de 1970 adoptó el nombre de guerra que desde entonces lo identificó, y ascendió rápidamente en la jerarquía de la guerrilla hasta llegar a ser hombre de confianza de Jacobo Arenas, muerto en 1990 y hasta entonces ideólogo del grupo.
Después de esa fecha, Cano pasó a formar parte del denominado Secretariado, el máximo escalón de mando de las FARC integrado por siete miembros.
El fue quien encabezó las infructuosas negociaciones de paz llevadas a cabo por el gobierno colombiano con las FARC en Venezuela (1991), y México (1992).
De acuerdo con la fiscalía colombiana, sobre el jefe guerrillero pesaban no menos de 12 sentencias judiciales y más de un centenar de órdenes de captura por secuestros, rebelión, homicidio y hurto.
Entre las sentencias figuraba una a 40 años de prisión que se le dictó en 2009 por el ataque en 1999 al poblado de Lleras, en el departamento de Meta, donde murieron 10 civiles y 11 policías.
También se le declaró convicto en 2008 por un atentado con bombas llevado a cabo cinco años antes con un carro bomba en Bogotá en el que murieron 36 personas y 158 resultaron heridas.
La jefatura de la guerrilla lo elevó al mando supremo de las FARC luego de la muerte en marzo de 2008 de Pedro Antonio Marín, alias “Marulanda” y también “Tirofijo”.
Las autoridades colombianas habían asegurado estar tras la pista del jefe de las FARC después de que a principios de julio pasado Cano escapó a un cerco que le tendió el ejército y el ataque fue tan sorpresivo que el comandante abandonó en la huida varias de sus pertenencias.
A pesar de que las FARC son consideradas un grupo terrorista por más de 30 países y numerosos de sus jefes han sido encausados por narcotráfico, secuestros y asesinatos, Cano había dicho que la guerrilla se financia sólo con “aportes de amigos y simpatizantes” e “impuestos” cobrados a los ricos.
Al dar a conocer su muerte, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, confirmó que hubo “colaboración de dentro de las FARC” para poder abatirlo, lo que demuestra el grado de desmoralización reinante desde hace meses en la guerrilla.