Jessenia del Carmen Maradiaga, de 36 años y su pareja Lilliam Ávila, de 41, salieron de su natal Nicaragua para refugiarse en Costa Rica en mayo de 2023. La dos mujeres huían -según aseguran- de agresiones y acoso por ser lesbianas.
"Estábamos tal vez durmiendo y llegaban, nos golpeaban la puerta, y nos ofendían. Tuvimos que salir, no podemos regresar a Nicaragua. Aunque durmamos acá en la calle no podemos regresar porque corremos peligro", aseguró Maradiaga a la Voz de América en medio de lágrimas.
La pareja relata que salió de Managua hastiada del acoso de familiares y conocidos que la discriminaban constantemente e incluso la agredían.
Sin embargo, Maradiaga y Ávila dicen que han tenido dificultades para sobrevivir en la nación costarricense, uno de los países más caros de la región. De hecho -contaron- han tenido que dormir en albergues y hasta "en la calle".
"Ha sido difícil", reconocen. En su búsqueda de estabilidad y de un lugar seguro para protegerse de la discriminación la pareja conoció el Instituto sobre Migración y Refugio LGBTIQ para Centroamérica, (IRCA por sus siglas en español).
"Un primo [nos recomendó este lugar]. Él nos ayuda bastante y nos dijo que existía esta organización que nos podía ayudar, que no nos iban a juzgar. Y gracias a Dios vinimos aquí. Nos han ayudado mucho, han estado pendiente de nosotras. Muchas cosas. Todas han sido lindas con uno. Nunca nos cierran las puertas. Siempre, como dicen, hay ángeles y hay esperanza", relata Maradiaga.
Entre los más marginados y vulnerables
Entre los millones de desplazados que existen actualmente en el mundo, "las personas LGBT destacan entre las más vulnerables y marginadas", insisten decenas de expertos de Naciones Unidas en Derechos Humanos, que en 2022 firmaron una petición de trato digno y protección por parte de los gobiernos.
“Las vulnerabilidades estructurales a las que se enfrentan las personas LGBT se ven intensificadas por su estatus como migrantes, solicitantes de asilo, refugiados o desplazados internos”, destacaron los especialistas.
Los relatores de DDHH indicaron que como refugiados, este colectivo suele enfrentar peligros similares o mayores que los que sufrían en sus países de origen, entre ellos violencia, xenofobia, racismo, misoginia, discriminación por edad, marginación socioeconómica y aislamiento de las redes de apoyo tradicionales.
“En todas las etapas de su viaje, son especialmente vulnerables a la violencia, los abusos y la explotación por numerosos actores, entre los que se incluyen, aunque no exclusivamente, las autoridades de inmigración y seguridad, los traficantes y los contrabandistas, al igual que de otros desplazados y, con bastante frecuencia, los actores responsables de su seguridad y bienestar a su llegada a los lugares de asilo”, apuntan los expertos de la ONU.
Un oasis en Costa Rica
El IRCA es una organización sin fines de lucro que apoya a personas migrantes, solicitantes y en condición de refugio de la comunidad LGBQ que llegan a Costa Rica.
Dennis Castillo Fuentes, director ejecutivo de la organización, explicó a la VOA que los servicios que brindan son integrales y van desde un acompañamiento a las personas para dirigirse a las diferentes instituciones en Costa Rica, hasta apoyo psicológico y económico.
"Hacemos entrevistas a profundidad a las personas para poder identificar las necesidades que esta persona trae consigo, ya sea por temas de salud, vivienda, alimentación, educación, entre otros procesos, ya sea de capacitaciones, o que se pueda seguir derivando", dice Castillo.
Según el director de la organización, la mayoría de las personas a las que han dado asistencia son nicaragüenses, seguidas de venezolanos, cubanos e incluso rusos, lo que supone un reto para una institución que nació con el propósito de atender a personas de la región centroamericana.
IRCA Casa Abierta se inauguró en 2013 a raíz de una experiencia personal que vivió Castillo. Cuando migró de Honduras a Costa Rica hace doce años, Castillo comenta que en él "nació como un sueño de que existiera un espacio con un lugar seguro", porque entonces no encontró ninguna organización que pudiera acompañarlo ante las circunstancias específicas que enfrentó por ser hombre gay.
Castillo reconoció que en Costa Rica existen más de cuarenta organizaciones que trabajan el tema de población migrante y refugiada. Sin embargo, hasta el momento "no hay una, aparte de nosotros, que acompañe a personas LGBTQ", insistió.
"De 2013 al 2018 estábamos como un colectivo informal y en 2018 nace a la vida jurídica con una cédula jurídica, con una estructura, con una junta directiva, asamblea y todo el equipo de diferentes profesionales con los que contamos", explicó Castillo.
IRCA Casa Abierta cuenta actualmente con psicólogas, educadoras, sociólogas, administradoras, abogadas; personas que brindan procesos de capacitación, investigadoras y trabajadoras sociales.
Castillo reconoce que los retos que enfrentan siguen vigentes y que "persisten los perjuicios, la discriminación y la homolesbobitransfobia", este último reconocido como el odio irracional hacia formas de orientación e identidad sexual que no se apegan a la heteronorma.
Por tanto, señala que el trabajo de ellos es fundamental, pese a que Costa Rica se convirtió en el primer país de Centroamérica en legalizar el matrimonio igualitario.
"No vamos a negar que actualmente en Costa Rica y en otros países de la región se ha despenalizado la homosexualidad. Por ejemplo, en Costa Rica (es legal) el matrimonio igualitario. Sin embargo, no estamos teniendo capacidad de implementar las normas jurídicas hacia esa parte de la población", mencionó Castillo.
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