Cientos de migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos pese a la negativa del presidente Donald Trump continuaban arrivando a la capital de México, donde se espera que descansen el martes mientras deciden si se quedan en ese país o continúan su viaje.
Medios informaron que autoridades locales, de la Cruz Roja, funcionarios de Protección Civil, Unicef y numerosas ONG llegaron para dar ayuda a los migrantes en un estadio donde fueron instaladas carpas para que acampen.
Muchos debieron ser asistidos por padecer trastornos respiratorios o lesiones por caminar, entre otros síntomas debido a la extensa caminata que comenzó a mediados del mes de octubre en Honduras.
"Desde que llegamos no hemos parado", dijo Tania Escobar, enfermera de la Secretaría de Salud del gobierno de la ciudad.
Funcionarios locales calculan que podrían reunirse unos 5.000 migrantes, los que permanecerán en el estadio el tiempo que precisen, según informó Nashieli Ramírez, de la Comisión de Derechos Humanos de la capital de México.
Ramírez dijo al medio Financiero TV que en la caravana hay 24 mujeres embarazadas y 900 niños.
Los que llegan a la capital mexicana han debido recorrer unos 1.200 kilómetros, y el camino hacia la frontera de EE.UU. sigue siendo una quimera que está aún muy lejos.
La agencia The Associated Press citó a Alex Mensing, un activista que avanza con los migrantes, quien aseguró que los caravanistas tienen prevista la parada del martes para descansar y recibir asesoría legal sobre los requisitos para optar por el asilo político en México o en EE.UU.
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El avance de miles de migrantes ha estado en el centro del discurso del presidente Trump previo a las elecciones del martes, donde quedará decidido entre otras cosas si los republicanos mantienen o no el control del Congreso.
Si llegan a algún punto fronterizo de EE.UU., los migrantes chocarán los miles de efectivo apostados en Texas, Arizona y California.
También se expondrían a un eventual decreto anunciado por Trump, en virtud del cual quedaría establecida la detención a gran escala de los migrantes que crucen la frontera y pondría freno a la solicitud de asilo a los que ingresen ilegalmente al país.
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"Queremos llegar a Estados Unidos, pero sobre todo (queremos) un trabajo digno donde sea", dijo a The Associated Press Mario Madrid, un campesino de 46 años del departamento hondureño de Santa Bárbara, que llegó con su esposa y su hijo de 11 años desde Puebla.
José Hueso, un soldador de 51 años de San Pedro Sula, Honduras, explicó, sin embargo, que no aceptará nada más que llegar a la frontera.
"La Ciudad de México es una escala para esperar mientras nos abren el camino para el norte", aseguró.
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