El vicepresidente de Brasil Michel Temer, de 75 años, asumió interinamente la presidencia del país prometiendo fortalecer la lucha contra la corrupción y apoyar la investigación del escándalo de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
En su primer discurso a la nación tras la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff, llevada a juicio político por acusaciones de haber manipulado los fondos fiscales para ocultar grandes déficits presupuestarios, Temer dijo que su prioridad será reactivar la mayor economía de Latinoamérica.
El mandatario interino brasileño pidió confianza al pueblo.
"Confianza en nuestros valores, en el carácter de nuestra gente, en la vitalidad de nuestra democracia... en la recuperación de la economía nacional, en los potenciales de nuestro país, en sus instituciones políticas y en el concepto de que unidos podremos enfrentar los retos de estos momentos de grandes dificultades".
Una de las primeras críticas al nuevo gobierno de Temer, es que entre los 21 miembros de su gabinete no hay una sola mujer. Al igual que el mandatario interino, varios de los nuevos ministros son políticos que han sido acusados de corrupción y tres están implicados en el escándalo de Petrobras.
Temer asumió la presidencia interinamente por 180 días mientras se lleva a cabo el juicio político contra Rousseff que concluirá con una votación en la que se determinará si debe ser destituida.
Al separarse de su cargo para someterse al juicio político, Rousseff comparó el dolor que le causa el proceso con la tortura que sufrió durante la última dictadura militar del país.
"La mayor de las injusticias que se puede cometer contra cualquier ser humano es castigarlo por un delito que no cometió", afirmó Rousseff.