Antes de una semana el gobierno de Bolivia encabezado por el presidente Evo Morales, derogó el “”gasolinazo” decretado el día después de Navidad, debido a las violentas protestas que se registraron.
El gobierno de Morales había aumentado el precio de la gasolina y el diesel en más de un 80%, el rango más alto de la historia, para eliminar la subvención y evitar el contrabando, según las explicaciones utilizadas para justificar la medidas.
Sin embargo, las violentas protestas civiles, ocurridas principalmente en las ciudades de La Paz, El Alto y Cochabamba, bastiones electorales del oficialismo, que dejaron 15 heridos y 21 detenidos, así como una fuerte escalada inflacionaria de alimentos, obligó a Morales a dar marcha atrás con la decisión.
Sin embargo, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García, insistió en que el precio de la gasolina volverá a ser elevado, aunque en la próxima oportunidad el reajuste se concretará en diálogo con la población.
El vice-mandatario no ofreció detalles sobre la nueva suba propuesta, pero sostuvo una buena parte del combustible que el gobierno de Bolivia subvenciona a la población, y que alcanza a unos $360 millones de dólares al año, se va del país a través del contrabando.
El vicepresidente, entrevistado por el canal estatal, dijo que esos recursos que Bolivia pierde son "como una vena abierta" y aseguró que en algún momento " hay que cerrar esa vena abierta".
Bolivia tiene un consumo de 35.000 barriles diarios de crudo, y en 2010 sólo ha producido unos 4.500 barriles diarios. El faltante es importado de Venezuela o Argentina, principalmente, y lo vende a precio subvencionado. "A largo plazo es insostenible" mantener los precios subvencionados de los hidrocarburos, señaló el vicepresidente.