A pesar de su fama de "rebeldes y caóticos", los comunarios de La Paz, abrumados por la incertidumbre y las autoridades, deciden resguardarse en sus casas ante el avance de la pandemia, a pesar de carecer de la información adecuada sobre qué es el COVID-19.
La presencia de efectivos policiales y militares, quienes recorrían las calles para dar cumplimiento a las restricciones, resulta evidente por las polvorientas calles de estas comunidades.
Achacachi, municipio ubicado a 97 kilómetros de la ciudad de La Paz, sede del Gobierno, fue el primer lugar que visitamos.
La concienciación de la población resultaba evidente, las autoridades que acompañaban el recorrido dijeron sentirse sorprendidas ante el acatamiento de las restricciones impuestas por la cuarentena.
Desde las ventanas de una casa, dos personas se inquietaron al ver a las autoridades en el lugar. El ministro de Obras Públicas, Iván Arias, quien acompañó este recorrido, se acercó a ellos y les agradeció por quedarse en casa.
“¿Saben qué es lo triste? Que si un familiar tuyo se enferma no lo vas a poder ver y si se enferma no lo vas a poder enterrar. Gracias señora, por quedarse en casa”, dijo el funcionario a una de las residentes que observaba la comitía.
Una vecina que se encontraba en la puerta de su casa habló con la Voz de América: “Queremos proteger nuestra vida, nuestra salud. Tengo mi mamá de 68 años, la estoy cuidando, tenemos que cumplir la cuarentena”, recalcó.
En la comunidad fueron desplegados 180 efectivos militares. El comandante del regimiento militar acantonado en la zona, el teniente coronel Lucio Delgadillo, mencionó que la población es consciente de la magnitud del problema y acata las restricciones.
“No hay personas en la calle, nosotros hacemos cumplir al cien por ciento, tenemos cinco puesto de control fijo, informamos con megáfonos”, aseguró a la VOA.
El gobernador de La paz, Félix Patzi, felicitó a la comunidad: “El mundo y Bolivia conocía a Achacachi como los (pobladores) más rebeldes y caóticos. Hoy hemos visto que este es un ejemplo (para) la ciudad de La Paz y (la ciudad de) El Alto”, concluyó.
Nuestra próxima visita fue a la comunidad de Santiago de Huata, ubicada a 89 kilómetros de La Paz. En tiempos normales es una población con mucha afluencia turística, pero en esta ocasión no se observaba la presencia de ninguna persona caminando por el lugar.
A pesar de la poca cantidad de efectivos policiales, el acatamiento a la cuarentena se cumple en un cien por ciento.
Marcelino Condori, poblador del lugar, manifestó que la cuarentena se acata, aunque existe preocupación por los alimentos.
“No hay tiendas comerciales, todo cerrado, en la alimentación estamos preocupados no sabemos qué hacer con las verduras, no hay. Queremos que nos proporcionen de la ciudad de La Paz, tienda por tienda podemos ver, no hay ninguna verdura. Pero con todo lo que tenemos en el campo de (la) agricultura, estamos preparados para estos días de cuarentena”, declaró a la VOA.
Luego, llegamos a Huatajata, comunidad ubicada a 68 kilómetros de la ciudad de La Paz. El lugar no presentaba ni un solo habitante en la calles, la plaza principal no tenía ningún tipo de control policial. La visita fue corta, debido a que las calles estaban completamente vacías.
En Tiquina, una población ubicada a 91 kilómetros de la capital boliviana, la presencia de militares era evidente, ya que el lugar vive habitualmente del turismo.
No todas las personas que viven en provincia tiene acceso a la información. Algunas no cuentan con televisores o radios, y, en consecuencia, no están informados. Muy pocos conoces los detalles del COVID-19.
El alférez, Guido Paucara, miembro de la Armada y responsable del lugar, dijo que hacen cumplir las restricciones, e informan sobre el coronavirus a la población durante sus patrullas, para evitar el contagio.
“Hemos notado que la gente estaba desinformada, pero nuestra tarea era informarla sobre los protocolos de seguridad. Había infractores, pero por la desinformación”, añadió.
Toli Carlos Chura, poblador del lugar, aseguró que Tiquina acata la normativa. “Nadie se moviliza, como es sábado , todo está paralizado. Antes estaba normal, las barcazas, lanchas trabajaban con normalidad, ya se ha incentivado a la gente para que conozcan qué es lo que está pasando fuera del país, se ha tomado conciencia”, remarcó.
“Esto no es chiste, podemos contagiarnos, podemos quedar aislados de nuestra familia, si no queremos que esto pase, tomemos conciencia de lo que está pasando”, concluye.
Pucarani, ubicada a 39 kilómetros de la sede de Gobierno, tiene las calles vacías durante el fin de semana, ya que por disposición oficial, los fines de semana nadie puede salir de sus casas. Y en efecto, no había personas en el lugar.
Sin embargo, al acercarnos a la plaza principal un grupo de mujeres se aproximó desde sus ventana para saludar a las autoridades y agradecer la visita. “Muchas gracias por visitarnos”, decían las mujeres.
“Estamos aquí en el pueblo guardando y respetando la cuarentena por el bienestar de la población, tenemos tres adultos mayores. Mi tío de 85 años los estamos cuidando, la comunidad está acatando la cuarentena, espero que las demás comunidades sigan el ejemplo de Pucarani”, afirmó una pobladora de la zona.
Laja, comunidad ubicada a 29 km de La Paz, fue la única población visitada que no cumplía la cuarentena. Al llegar se observó a los pobladores con tiendas de dulces y llanterías abiertas. Esta situación molestó al ministro Arias, quien obligó a cerrar los negocios y exhortó a respetar la cuarentena.
“¿Por qué no cierra su negocio?, todos acatan la cuarentena, está prohibido”, dijo.
El aludido, un propietario de un comercio, cerró la puerta de su negocio con una actitud prepotente. Otros se negaban a cerrar. Decían que varios puestos abrían y que ellos no tenían porqué cerrar, aunque finalmente lo hicieron. Pero entre murmullos decían: “Ojalá vinieran a molestar todos los días así”.
A lo lejos se podía observar un grupo de aproximadamente 200 personas tomando refrescos y alimentándose con pasankallas (maíz tostado). El ministro Arias no dejó pasar el momento para advertir a los pobladores: “Escúchenme señores, estamos en cuarentena”. Los comunarios criticaron a viva voz su llegada y quisieron botarlo del lugar.
“Viene a incitar violencia”, decían desde lejos. “Golpistas, asesinos, nos quieren secuestrar” , “nos quieren matar de hambre, nos están encerrando”, decían otros.
“Aquí no conocemos enfermedades, ustedes son de la derecha”, gritaba una mujer, mientras el ministro insistía: “Por favor retírense, se los pido”.
Finalmente los comunarios abandonaron el lugar.
El primer caso de COVID-19 se reportó en Bolivia el 10 de marzo, en 21 días se han registrado más de 100 casos de personas contagiadas y 6 fallecidos.