Belén es, sin duda alguna, la joya de la corona del turismo en Cisjordania. Hasta esta pequeña ciudad palestina -a menos de 10 kilómetros de Jerusalén- llegan cada año aproximadamente 2 millones de visitantes deseosos de conocer el lugar donde, hace más de 2.000 años, nació Jesús de Nazaret.
Pero este año Belén no instalará su gigantesco árbol navideño, ni encenderá sus luces de colores. Los feligreses de la emblemática ciudad no celebrarán el nacimiento del Mesías con fiestas y música. Tampoco se instalará el tradicional y vistoso mercadillo. Esta Navidad será gris para los palestinos que viven en la llamada Tierra Santa, venerada con igual pasión por las religiones musulmana, cristiana y judía.
"No podemos celebrar cuando nuestra gente en Tierra Santa viven en guerra, padeciendo hambre y muerte", explicó a la Voz de América el padre Rami Asakrieh, párroco de la iglesia de Santa Catarina, en Belén.
Más de 17.487 palestinos han muerto en la Franja de Gaza en dos meses de guerra entre Israel y Hamás, gran parte de ellos mujeres y niños, según el ministerio de Salud en Gaza, cifras reconocidas por las Naciones Unidas. Unos 470 han fallecido este año en incidentes violentos con Israel en Cisjordania, territorio que vive su año más mortífero desde 2002, en el pico de violencia de la Segunda Intifada (2000-2005).
La iglesia decidió no celebrar festividades masivas la Navidad este año y la municipalidad ha retirado las luces de las calles. “No son tiempos normales. Desde el inicio de la guerra reina un ambiente de tristeza y dolor”, informaron en un comunicado los Patriarcas y Jefes de la Iglesia en Tierra Santa.
"Hacemos un llamado a nuestras congregaciones para que se mantengan firmes junto a quienes enfrentan tales aflicciones este año, renunciando a cualquier actividad innecesariamente festiva", insistieron.
Navidad gris en Belén
Este año no habrá desfile navideño el día 24 de diciembre, ni las tradicionales bandas de música palestinas que desfilan al ritmo de las gaitas. Habrá una peregrinación solemne, encabezada por el Patriarca Latino de Jerusalén, que caminará hasta la Basílica de la Natividad acompañado de los cristianos de Belén y de los pocos fieles que puedan llegar de otras ciudades para asistir a misa.
"Habrá una mínima celebración solemne por mantener el status quo, es nuestro derecho como cristianos", detalló el padre Asakrieh. "Seguiremos rezando en Navidad".
Los palestinos que quieran ir el próximo 24 de diciembre a Belén no lo tendrán fácil. Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, hace ya dos meses, Israel mantiene un férreo control en los accesos a todas las ciudades de Cisjordania ocupada y Belén no es una excepción. Todas las vías a la ciudad están cortadas, menos una que funciona solo de día.
"Belén está cerrada por todos sus accesos, la gente de Jerusalén o los cristianos de otras partes de Palestina no pueden venir a Belén", lamentó Khouloud Daibes, directora de la Fundación para el Desarrollo de Belén.
Daibes, también ex ministra de Turismo de la Autoridad Palestina que controla Cisjordania, remarcó a la VOA que "ahora mismo en Belén hay cero turistas, por culpa de la guerra en Gaza".
"La caída del turismo a cero desde octubre hasta ahora está afectando mucho al sector turístico, especialmente a muchas familias cristianas que viven de ello", indicó.
A Belén llegaban unos 2 millones de turistas cada año, de ellos medio millón en la temporada navideña -de octubre a diciembre-. El sector aún no se había recuperado del impacto de la pandemia de COVID-19 en 2020 y 2021; y ahora ve difícil levantar cabeza.
Una ciudad desierta
Hoy las calles de Belén lucen desiertas. La mayoría de los comercios destinados al turismo están cerrados y también los restaurantes más populares de la ciudad. Solo abren negocios que surten de bienes básicos a los lugareños y alguna que otra tienda de souvenirs, donde sus empleados dormitan en la puerta.
La calle que une la Basílica de la Natividad con la Gruta de la Leche, donde se cuenta que la Virgen alimentó a un recién nacido Jesús durante su huida a Egipto, es una de las principales arterias comerciales de la ciudad, pero casi todas sus tiendas han puesto el cerrojo.
En una de las pocas puertas abiertas un anciano palestino realiza tallas de figuras religiosas en madera de olivo. El taller que abastece a "Christmas House" o la Casa de la Navidad, de la ahora cerrada tienda propiedad de los hermanos Giacaman, se mantiene abierto con un mínimo de trabajadores para satisfacer la demanda online de tallas en madera de olivo, marca distintiva de Belén.
"Aquí todos dependemos del turismo, el 90 %, y ahora no tenemos trabajo”, dijo Nabil Giacaman, copropietario del negocio familiar fundado por su abuelo en 1925, pero que duda que lo hereden sus hijos ante la falta de futuro que le ve al sector. "Es la primera vez que veo Belén así. La Segunda Intifada también fue muy difícil para el negocio, pero no como esto. Ahora no hay nada, ni siquiera árbol de Navidad", concluyó.
Para la exministra de Turismo palestina, Khouloud Daibes, "es impredecible saber cuando volverán los turistas" al milenario sitio.
"Deseamos y rezamos para que la guerra termine pronto, pero la experiencia nos dice que lleva tiempo que los turistas puedan volver después de algo así", vaticinó Daibes sobre el futuro de Belén, que "está de luto por la pérdida de tantas vidas en Gaza".
"Es un momento muy triste para todos los palestinos, no hay ambiente de celebración", resumió sobre el sentir general en toda Palestina.
Llamados a proteger a civiles en Gaza
A dos meses del inicio de la guerra sin cuartel que libra Israel contra el grupo militante palestino, tras los ataques sorpresa del 7 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel libraban combates en las principales ciudades de la Franja. Tel Aviv afirmó haber atacado decenas de objetivos, que han dejado a 350 palestinos muertos. Miles más luchan por sobrevivir en las zonas al sur del enclave, a donde han huido los sobrevivientes con la esperanza de escapar de la guerra en áreas que se encogen rápidamente.
En la incursión de Hamás que desencadenó la guerra murieron unos 1.200 personas, la gran mayoría civiles. Más de 240 rehenes fueron llevados a Gaza. Tras el cese al fuego temporal de siete días, casi un centenar de cautivos fueron liberados, aunque las negociaciones se truncaron porque el grupo militante se negó a seguir las pautas acordadas, según Tel Aviv.
El Ejército israelí afirma que 88 de sus soldados han muerto en las incursiones terrestres en Gaza, que comenzaron el 20 de octubre y que alrededor de un tercio de los muertos palestinos eran combatientes. Al mismo tiempo acusa a Hamás de utilizar a civiles como "escudos" y a dirigir sus operaciones desde edificios públicos.
En Ginebra, el jefe de derechos humanos de la ONU dijo que la situación en Gaza es "apocalíptica" y ambas partes corren el riesgo de cometer graves violaciones de los derechos humanos.
A todo esto, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, pidió a Israel redoblar esfuerzos para proteger a los civiles en su ofensiva en el sur de Gaza, según fuentes del Departamento de Estado.
En una conversación con el ministro Ron Dermer, Blinken exhortó al gobierno israelí permitir la entrada de más ayuda humanitaria en Gaza, al tiempo que acogió con satisfacción la decisión de Tel Aviv de de permitir la llegada de más combustible al enclave, hogar de unos 2,3 millones de personas y donde escasean también el agua, las medicinas y los alimentos.
(Con información de Reuters)
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