Un poco del drama de la política exterior de Restados Unidos fue inyectado a la pre campaña electoral 2012 por parte del presidente Barack Obama, con su imprevisto viaje en medio de la noche a Afganistán.
La imagenm del imponente avión presidencial, el Air Force One, estacionado en la pista del aeropuerto de la Base Aérea de Bagram y del presidente, dando un animado discurso a los soldados, representaban un fuerte mensaje a un año de la muerte de Osama bin Laden, la operación emblemática del gobierno del actual mandatario.
De hecho, la campaña de Obama tuvo su punto de partida en el aniversario del operativo que terminó con la muerte de bin Laden, lanzando un video que incluía declaraciones del ex presidente Bill Clinton, sobre los tensos momentos cuando fue aprobado el operativo que llevaron a cabo los comandos de los Navy Seals.
La estrategia despertó quejas de parte de la campaña del probable nominado republicano, Mitt Romney, respecto a que el presidente estaba usando el aniversario del operativo con fines políticos, para reforzar sus credenciales respecto a su política exterior, algo que los asesores republicanos sostienen que Obama dijo que no haría.
Romney en cambio se presentó en Nueva York, junto al ex alcalde Rudy Guliani en una sede del cuerpo de bomberos, donde aprovechó la oportunidad para rechazar los señalamientos de la campaña de Obama, que cuestionó al republicano diciendo que habría dudado en dar la orden de llevar a cabo el operativo contra bin Laden.
Sin embargo no todo funcionó bien para Romney. Durante su discurso fue interrumpido por un activista contrario a su candidatura, y las fotos en las que luego aparecía sirviendo pizza a los bomberos, fueron muy poco en comparación con las de Obama cumpliendo sus deberes de comandante en jefe en una zona de guerra.
Quizás se pregunten ¿por qué la campaña de Romney siquiera se molestó en intentar compararse con la Casa Blanca en el aniversario de bion Landen?
Es que, si bien es cierto que la elección presidencial 2012 probablemente se definirá sobre la situación de la economía y si los estadounidenses están dispuestos a renovarle el contrato y la confianza al presidente Obama por otros cuatro años, eso no es todo.
Al mismo tiempo, los candidatos presidenciales que desafían al presidente en ejercicio, deben estar dispuestos a presentar su visión de lo que sería su política exterior y abogar ante los votantes de que serían un comandante en jefe creíble en caso de ganar.
Esto es importante además tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ya que los estadounidenses esperan que el presidente preste especial atención a la seguridad naciones y aseguren que el país está bien protegido contra ataques terroristas.
Sigo convencido de que esa fue la principal razón por la que el ex presidente George W. Bush fue reelecto en 2004.
Cuando la guerra en Irak había dividido a los estadounidenses, los votantes optaron por mantener al presidente en tiempos de guerra.
Por otro lado, la lección que dejó el padre del ex presidente Bush, el también ex mandatario George H.W. Bush, también es instructiva.
La popularidad de Bush padre era tan astronómicamente alta tras la bien sucedida guerra del Golfo Pérsico de 1991, que algunos prominentes demócratas decidieron no presentar su candidatura en 1992.
Sin embargo, la atención de los votantes rápidamente cambio de la guerra a los problemas económicos en el país, y quien rápidamente percibió el cambio fue el poco conocido gobernador de Arkansas, Bill Clinton.
Usando su carisma y su formidable aptitud para la política, Clinton ganó la nominación demócrata ese año y luego, impulsado por el descontento público sobre la economía, también ganó la presidencia con un poco de ayuda del candidato independiente H. Ross Perot.
En este caso, las encuestas de opinión pública le dan una ventaja al presidente Obama en los temas de política exterior. Pero la ciudadanía está agotada de las guerras en Afganistán e Irak y considera que es tiempo de prestar toda la atención a la situación en el país.
Cuatro años atrás, cuando Obama ganó la presidencia, la pésima situación de la economía y un deseo de cambio impulsaron su candidatura.
Posiblemente, las elecciones de 2012 tengan nuevamente el tema de la economía como un aspecto central y en ese sentido la campaña de Romney confía que es en este aspecto donde el potencial candidato opositor tiene sus mejores posibilidades.
Pero la campaña de Obama jugó fuerte la carta del operativo contra bin Laden a sabiendas que es el tema principal que le da una ventaja sobre Romney en política exterior, un territorio donde los candidatos demócratas difícilmente logran tener una diferencia a su favor.
Desde que el republicano Richard Nixon ganó en 1968 y fue reelecto en 1972, los votantes en general le dan más crédito a los candidatos republicanos en política exterior.
Los demócratas han cargado mayoritariamente con la culpa de la guerra de Vietnam, y los esfuerzos de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon Johnson. Incluso la esperanza de reelección de Jimmy Carter se estrelló con la fallida operación de rescate de los rehenes en Irán en 1980, mientras los republicanos Bush padre y Ronald Reagan recibieron altas aprobaciones en política exterior.
Por eso el caso de Obama es original. En 2008 John McCain ofrecía una experiencia vasta en asuntos militares y de política exterior, pero en ese momento el público estaba cansado de guerras y la inexperiencia de Obama no fue un factor,
En el 2012 en cambio, Obama se encuentra a si mismo en una posición inesperada, la de tener una fuerte ventaja en política exterior y seguramente los votantes verán un marcado énfasis de su campaña en este tema.
La imagenm del imponente avión presidencial, el Air Force One, estacionado en la pista del aeropuerto de la Base Aérea de Bagram y del presidente, dando un animado discurso a los soldados, representaban un fuerte mensaje a un año de la muerte de Osama bin Laden, la operación emblemática del gobierno del actual mandatario.
De hecho, la campaña de Obama tuvo su punto de partida en el aniversario del operativo que terminó con la muerte de bin Laden, lanzando un video que incluía declaraciones del ex presidente Bill Clinton, sobre los tensos momentos cuando fue aprobado el operativo que llevaron a cabo los comandos de los Navy Seals.
La estrategia despertó quejas de parte de la campaña del probable nominado republicano, Mitt Romney, respecto a que el presidente estaba usando el aniversario del operativo con fines políticos, para reforzar sus credenciales respecto a su política exterior, algo que los asesores republicanos sostienen que Obama dijo que no haría.
Romney en cambio se presentó en Nueva York, junto al ex alcalde Rudy Guliani en una sede del cuerpo de bomberos, donde aprovechó la oportunidad para rechazar los señalamientos de la campaña de Obama, que cuestionó al republicano diciendo que habría dudado en dar la orden de llevar a cabo el operativo contra bin Laden.
Sin embargo no todo funcionó bien para Romney. Durante su discurso fue interrumpido por un activista contrario a su candidatura, y las fotos en las que luego aparecía sirviendo pizza a los bomberos, fueron muy poco en comparación con las de Obama cumpliendo sus deberes de comandante en jefe en una zona de guerra.
Quizás se pregunten ¿por qué la campaña de Romney siquiera se molestó en intentar compararse con la Casa Blanca en el aniversario de bion Landen?
Es que, si bien es cierto que la elección presidencial 2012 probablemente se definirá sobre la situación de la economía y si los estadounidenses están dispuestos a renovarle el contrato y la confianza al presidente Obama por otros cuatro años, eso no es todo.
Al mismo tiempo, los candidatos presidenciales que desafían al presidente en ejercicio, deben estar dispuestos a presentar su visión de lo que sería su política exterior y abogar ante los votantes de que serían un comandante en jefe creíble en caso de ganar.
Esto es importante además tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ya que los estadounidenses esperan que el presidente preste especial atención a la seguridad naciones y aseguren que el país está bien protegido contra ataques terroristas.
Sigo convencido de que esa fue la principal razón por la que el ex presidente George W. Bush fue reelecto en 2004.
Cuando la guerra en Irak había dividido a los estadounidenses, los votantes optaron por mantener al presidente en tiempos de guerra.
Por otro lado, la lección que dejó el padre del ex presidente Bush, el también ex mandatario George H.W. Bush, también es instructiva.
La popularidad de Bush padre era tan astronómicamente alta tras la bien sucedida guerra del Golfo Pérsico de 1991, que algunos prominentes demócratas decidieron no presentar su candidatura en 1992.
Sin embargo, la atención de los votantes rápidamente cambio de la guerra a los problemas económicos en el país, y quien rápidamente percibió el cambio fue el poco conocido gobernador de Arkansas, Bill Clinton.
Usando su carisma y su formidable aptitud para la política, Clinton ganó la nominación demócrata ese año y luego, impulsado por el descontento público sobre la economía, también ganó la presidencia con un poco de ayuda del candidato independiente H. Ross Perot.
En este caso, las encuestas de opinión pública le dan una ventaja al presidente Obama en los temas de política exterior. Pero la ciudadanía está agotada de las guerras en Afganistán e Irak y considera que es tiempo de prestar toda la atención a la situación en el país.
Cuatro años atrás, cuando Obama ganó la presidencia, la pésima situación de la economía y un deseo de cambio impulsaron su candidatura.
Posiblemente, las elecciones de 2012 tengan nuevamente el tema de la economía como un aspecto central y en ese sentido la campaña de Romney confía que es en este aspecto donde el potencial candidato opositor tiene sus mejores posibilidades.
Pero la campaña de Obama jugó fuerte la carta del operativo contra bin Laden a sabiendas que es el tema principal que le da una ventaja sobre Romney en política exterior, un territorio donde los candidatos demócratas difícilmente logran tener una diferencia a su favor.
Desde que el republicano Richard Nixon ganó en 1968 y fue reelecto en 1972, los votantes en general le dan más crédito a los candidatos republicanos en política exterior.
Los demócratas han cargado mayoritariamente con la culpa de la guerra de Vietnam, y los esfuerzos de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon Johnson. Incluso la esperanza de reelección de Jimmy Carter se estrelló con la fallida operación de rescate de los rehenes en Irán en 1980, mientras los republicanos Bush padre y Ronald Reagan recibieron altas aprobaciones en política exterior.
Por eso el caso de Obama es original. En 2008 John McCain ofrecía una experiencia vasta en asuntos militares y de política exterior, pero en ese momento el público estaba cansado de guerras y la inexperiencia de Obama no fue un factor,
En el 2012 en cambio, Obama se encuentra a si mismo en una posición inesperada, la de tener una fuerte ventaja en política exterior y seguramente los votantes verán un marcado énfasis de su campaña en este tema.