Usted es diabético o quiere cuidar su salud para prevenir la diabetes tipo II. Su médico le recomendó que haga ejercicio. Pero es difícil tomar la iniciativa. Encerrarse en un gimnasio nunca fue de sus actividades favoritas. ¿Y qué tal si toma clases de baile o sale a bailar?
Hay muchos tipos de actividades físicas que las personas no suelen considerar como tal, pero pueden ser muy efectivas. Y para el que es diabético o quiere prevenir el desarrollo de la enfermedad, es fundamental cambiar su estilo de vida.
La Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda a las personas a hacer ejercicios aeróbicos, de fortalecimiento y flexibilidad.
En lo que refiere al ejercicio aeróbico, asegura que lo mejor es que las personas se pongan como meta hacer 30 minutos diarios por día, al menos cinco días a la semana. El ejercicio aeróbico es aquel que aumenta la frecuencia cardíaca, trabaja sus músculos y aumenta su frecuencia respiratoria.
Y dentro del listado de actividades que califican como ejercicio aeróbico, menciona andar en patines o bailar. “Go dancing” (Vaya a bailar), dice la Asociación Estadounidense de Diabetes.
Si usted quiere dedicarse a ser un bailarín o bailarina profesional y tiene diabetes también lo puede lograr. Considere la historia del uruguayo Abayuba Rodríguez, un diabético tipo I que logró superar los obstáculos y convertirse en un deportista y corredor de triatlones. Él dijo que todo es posible si uno se lo propone y toma los cuidados necesarios.
O considere la historia de la famosa bailarina Zippora Karz, que fue diagnosticada con diabetes tipo I –aunque al principio pensaron que era tipo II- cuando recién comenzaba su prometedora carrera como bailarina del prestigioso New York City Ballet (el ballet de la ciudad de Nueva York).
Karz tenía 21 años. Y pensó que estaba tan cansada del entrenamiento que ignoró los síntomas más comunes de la diabetes: tenía sed y hambre constantemente, orinaba con frecuencia y perdía peso. “Me sentía mareada y me costaba sentir mis extremidades, particularmente los dedos de mis pies cuando bailaba”, contó.
Cuando le dieron el diagnóstico, se sintió atemorizada y se asustó con el folleto que detallaba las “horribles complicaciones” que trae aparejada esta enfermedad crónica. Luego, entro en negación. Y tras bailar durante casi un año sin administrarse insulina, dijo que cayó en la cuenta de que se veía y se sentía horrible, y tenía que cuidarse.
Su historia tiene un final feliz. Nueve años después de unirse al New York City Ballet, fue promovida como bailarina solista de la compañía. Bailó con ellos un total de 16 años. Hoy se dedica a la enseñanza y publicó un libro de memorias llamado “The Sugarless Plum: A Ballerina’s Triumph over Diabetes”.
Según su biografía, también es una activista que educa a otros sobre la diabetes y participa de conferencias y organizaciones en todo el mundo.
¿Cuál es su recomendación para los que sufren de su misma enfermedad? Que sigan bailando.
“Mi consejo para otras personas que sienten las ganas de darse por vencidos es que caven más hondo y se pregunten si realmente están haciendo todo lo posible para cuidarse física y emocionalmente”, escribió Karz en un blog sobre diabetes llamado Diabetes Mine.
“Y luego, dense tiempo. No siempre podemos ver la luz al final del túnel, a pesar de que está ahí, más brillante de lo que podemos imaginar”.