La incertidumbre y el temor aumentaron el martes al revelarse que ya son 9 las personas que han fallecido en Estados Unidos por el coronavirus, aunque por ahora todos las víctimas han sido del noroccidental estado de Washington.
Una parte del temor se debe a las dudas en el Congreso acerca de la capacidad del gobierno para hacer frente a la crisis, después que la administración de Donald Trump inicialmente intentó minimizar la amenaza. Luego el martes, mientras el presidente decía que una vacuna podría estar lista en semanas, los científicos de su administración le corregían diciendo que podría tomar entre 12 y 18 meses.
Pese a que las nueve muertes han ocurrido en el estado de Washington, los contagiados se encuentran en 14 estados y son 91 al momento de esta publicación. De ellos, 27 están en Washington. Seún el vicepresidente Mike Pence, 17 fueron contagiados en el extranjero y 26 adquirieron el virus en Estados Unidos. A esto se suman los repatriados: 45 del crucero Diamond Princess, anclado en Japón, y tres procedentes de Wuhan, China.
Los fallecimientos se dieron en los condados King y Snohomish. Pero en un giro inesperado, los Centros para el Control de Enfermedades, dejaron de reportar el lunes el número de personas bajo investigación por posible contagio, así como el número de los que han dado negativo en sus exámenes. Ahora cada estado está informando sobre sus propios resultados, por lo que las estadísticas de los Centros de Control de Enfermedades no son representativos de todas las pruebas efectuadas en todo el país.
El gobierno federal tomaba el martes distintos tipos de medidas. La Reserva Federal bajó las tasas de interés en medio punto porcentual, la reducción más drástica en más de una década para intentar vacunar a la economía ante una posible recesión. El anuncio hizo que las acciones subieran por un tiempo, pero luego volvieron a caer en baja.
“Vimos una extensión más amplia del virus y por ende vimos un riesgo a la economía y decidimos actuar”, declaró el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, según reportó la agencia de noticias Associated Press (AP).
Además, la Administración de Alimentos y Medicinas trató de aliviar una escasez de máscaras higiénicas al aprobar que los trabajadores de la salud usen máscaras industriales, de las que usan los albañiles para no respirar polvo y sucio.Por su parte,el vicepresidente Pence dijo que este miércoles sostendrá una reunión con las autoridades de las aerolíneas para decidir sobre nuevas medidas de prevención. Agregó que durante las próximas 24 horas,todas las personas que lleguen a Estados Unidos procedentes de Italia o Corea del Sur serán sometidos a exámenes para determinar si son portadores del virus. Según Pence, en las próximas semanas se empezarán las pruebas para una vacuna contra el virus.
El presidente Trump compareció junto a Pence en la rueda de prensa y elogió el trabajo realizado por los expertos bajo la dirección de Pence.
En el Congreso, legisladores expresaron escepticismo de que el gobierno pueda facilitar kits de pruebas a todo el país antes de finalizar la semana. Las autoridades habían dicho que los laboratorios podrán aplicar un millón de pruebas.
Pero las pruebas hasta ahora han sufrido tropiezos y demoras y “me dicen los profesionales de la salud que esa meta no es realista”, expresó la senadora demócrata Patty Murray del estado de Washington.
El director de la Administración de Alimentos y Medicinas, el doctor Stephen Hahn, declaró que esa agencia ha estado trabajando con una compañía privada para enviar 2.500 kits a laboratorios antes del fin de semana. Cada kit sirve para realizar unas 500 pruebas, indicó el funcionario.