Lina Rodríguez viajó un poco más de 500 kilómetros, desde el municipio de Santander de Quilichao a Bogotá, para cumplir con una cita de solicitud de visa en la Embajada de Estados Unidos en Colombia. Desde el 2021, estuvo esperando por este momento que el lunes se “fue a la basura”, debido a la cancelación de una entrevista de la que aún no tiene razón.
“Es muy triste… y ya no se sabe hasta cuándo nos las den a todos los que estamos a la espera”, dijo la colombiana a la Voz de América.
Como ella, cientos de colombianos se quedaron afuera de la embajada el lunes, después de la tensión diplomática vivida el domingo entre Colombia y Estados Unidos, y que precisamente derivó en la suspensión de trámites de visa para ciudadanos en la embajada de Bogotá.
La medida se generó después de que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, no permitió el aterrizaje de vuelos militares de Estados Unidos con migrantes deportados hasta que el gobierno de Donald Trump creara un protocolo que trate a los migrantes con “dignidad”.
Aunque el gobierno colombiano dijo el domingo haber "superado" el impasse y la Casa Blanca publicó las condiciones del acuerdo, los colombianos consultados por la VOA confiesan haber vivido momentos de preocupación, mientras que los expertos consideran que la jornada puede dejar efectos negativos.
Para la colombiana Mónica Núñez, de alguna manera, la mayoría de sus compatriotas se sintieron preocupados por la situación, porque, “de muchas formas” los ciudadanos tiene “conexiones con el otro país y convenios comerciales”. No obstante, confesó sentirse tranquila porque sabía “que se iba a resolver” debido a que cree que “las políticas migratorias son propias de cada país”.
“En estos años se han deportado colombianos y porque ahora, en este momento, a raíz de la nueva presidencia, se deporten unos colombianos, entonces se trató de generar un conflicto; ahí me parece que no daba lugar para ello”, añadió la colombiana a la VOA.
Para el joven Martín Betancourt fue una situación “bastante fuerte”, pues “se sintio la tensión” y, aunque no está de acuerdo con “el trato” de los migrantes por parte de la administración Trump, tampoco comparte “el orgullo" de Petro.
Sin embargo, dijo que viaja recurrentemente a EEUU y necesitaba renovar la visa. Por ello, se siente “bastante preocupado porque se soltaron unos aspectos el día de ayer, pero no se soltó todo… Sigue el tema de la embajada complicado”, dijo a la VOA.
Empresarios: “la angustia era muy grande”
Como respuesta a la negativa de deportaciones del presidente Petro, su homólogo estadounidense dispuso un aumento del 25 % en los aranceles de Colombia que luego serían aumentados a 50 % en una semana, así como revocaciones de visa a funcionarios, entre otras medidas. Bogotá, por su parte, amenazó con aranceles del 25%. Órdenes que, según la Casa Banca, se “mantendrán en reserva y no se firmarán” hasta que ingresen los primeros deportados al país.
Sin embargo, la preocupación en el sector empresarial aún es latente, pues EEUU es el principal socio comercial de Colombia. Cifras oficiales indican que el 29 % de las exportaciones del país sudamericano se dirigen a ese país. Según el Departamento Nacional de Estadística, estas sumaron 13.106 millones de dólares entre enero y diciembre del año pasado.
Jaime Alberto Cabal, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes FENALCO, dijo a la VOA que el domingo se vivieron “unas horas de mucha preocupación”, pues se “puso en jaque a miles de colombianos que no solamente trabajan el tema de las empresas exportadoras, sino todo el empleo del país alrededor de lo cual se puede producir”, además de los ciudadanos que, de alguna u otra manera tienen relación con EEUU.
Para el vocero de los empresarios, los aranceles que hubiese impuesto la Casa Blanca “sacarían de competencia y competitividad a miles de empresas colombianas que exportan” a EEUU, generando además “una crisis de desempleo sin antecedentes” en el país y, afectando, en especial a los productos más vendidos como el petróleo, las flores, el café, el aluminio, las frutas y más.
Un gran ejemplo de ello es el sector floricultor, pues casi el 80 % de las flores que se producen en Colombia se exportan hacia EEUU, especialmente en vísperas de la celebración de San Valentín.
Augusto Solano Mejía, presidente de Asocolflores, dijo que la jornada se vivió con “gran angustia”, pues los floricultores “han venido trabajando desde el año pasado, invirtiendo, pagando nóminas, proveedores, coordinando los vuelos” para la temporada que significa “el 18 % en promedio de las ventas del año”.
“La angustia era muy grande porque ya los despachos habían empezado lentamente desde el 16 de enero y en esta semana pueden haber días de 40 vuelos diarios”, dijo. Un arancel del 25 % “hubiera tenido consecuencias catastróficas”, afirmó tras resaltar que algunos compradores se hubiesen negado a comprar la flor o no la recibirían estando ya en el destino, dejando grandes pérdidas.
¿Y las futuras relaciones?
Para Cabal, el presidente Petro “causó una crisis diplomática innecesaria para Colombia”, ya que “no está manejando las relaciones internacionales, de acuerdo a las conveniencias de los colombianos, sino de su sesgo ideológico” que, además “deja muy mal parado” al país ante el mundo.
Posición que comparte el ciudadano Jairo Caballero, quien consideró que Petro actuó desde “la ignorancia absoluta” y aunque confiesa que no trabaja en un sector comercial que se afecte directamente, afirmó que las medidas hubiesen golpeado la economía de su país, dejando consecuencias negativas para todos.
Enrique Prieto Ríos, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, dijo que el gobierno colombiano pudo haber seguido una línea más diplomática, pues al tener “una posición geogeopolítica tan débil como la colombiana, es importante tener una estrategia”.
Así mismo, explicó a la VOA que, de ahora en adelante, se tendrá “una relación muy fría entre la Casa Blanca y el Palacio de Nariño” y los efectos pueden ir desde trámites más difíciles para la adquisición de visas estadounidenses, afectando los propósitos turísticos, laborales y estudiantiles de algunos colombianos, hasta la reducción de todos los apoyos económicos de EEUU a Colombia, “lo cual claramente pone en debilidad manifiesta, tanto el apoyo militar como todo el apoyo en desarrollo y derechos humanos”.
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