Los republicanos tomaron el poder en la Cámara de Representantes bajo la promesa de recortar el gasto estatal, y los millones de dólares destinados a apoyar la labor de los agricultores es un blanco para este objetivo.
Los críticos contra el sistema de subvenciones alegan que los subsidios no sólo suponen un aumento de las tasas, sino que además perjudican a los agricultores de otros países devaluando los precios de sus productos. Pero la decisión de si finalmente se realizará este recorte y cómo sería en el Congreso es una incógnita.
Los agricultores de los países en vías de desarrollo llevan años quejándose ante la injusta situación subsidiaria que protege en el mercado a los agricultores de Estados Unidos.
De esta forma, este colectivo ha celebrado la victoria republicana del discurso de John Boehner, el presunto futuro presidente de la Cámara de Representantes.
“Nuestra nueva mayoría estará preparada para hacer las cosas de forma diferente. Realizar un acercamiento que nunca antes se había intentado en Washington, y que comienza con el recorte del gasto antes que con su aumento”, expresó Boehner.
“La forma más fácil para ellos es empezar mirando las subvenciones para agricultura”, explica David de Gennaro, analista político del Grupo de Trabajo sobre el Medio Ambiente. Asegura que lo más objetable a los subsidios agrícolas son los casi $5 millones de dólares anuales que los agricultores reciben del gobierno en pagos directos. Consiguen ese dinero ya estén prosperando o quebrando, señala Gennaro.
“Estamos totalmente de acuerdo con que los agricultores precisan una seguridad ante los vaivenes de la agricultura, las subidas y las caídas de cada año. Pero lo que tenemos ahora no se parece en nada a la seguridad. Son más bien unos ingresos garantizados”, añadió el analista.
Entre tanto, el país enfrenta una deuda de $13 billones de dólares, lo que sitúa bajo el punto de mira los pagos a los agricultores.
“Es muy difícil justificar esos pagos en época de bonanza”, asegura Rodger Johnson, presidente de la Unión Nacional de Agricultores. “Por eso hemos discutido que deberían existir programas de ayuda en los tiempos duros y gastar esos escasos recursos justo cuando realmente se necesitan”.
Johnson advierte que tiene más sentido ayudar a los agricultores en los tiempos difíciles, por ejemplo, cuando los precios en el mercado están bajos.
Distintas políticas
Sin embargo, en función del tipo de ayuda que se reciba, los sindicatos pueden estar en desacuerdo, señala David Orden, del Instituto Internacional de Investigación sobre la Política Alimentaria.
“Reducir directamente los pagos y redirigir el dinero a otro tipo de apoyos a los agricultores podría situar en detrimento los intereses de otros agricultores fuera del país en el sistema mercantil mundial”, indica Orden.
En contraposición, el gobierno de Estados Unidos subvenciona a los plantadores de algodón, por ejemplo, cuando los precios de este producto caen a un cierto nivel. Eso significa que los agricultores estadounidenses prefieren mantener en alza el algodón, a través de altos suministros y precios mundiales bajos.
Estados Unidos perdió recientemente una contienda en este tema y tuvo que pagar los daños a Brasil.
Así, según esta medida, concluye Orden, pagar a los agricultores todo el tiempo no es tan perjudicial para el mercado mundial.
“La historia del recorte de las ayudas a los agricultores en Estados Unidos bajo congresos republicanos o demócratas no es muy fuerte. No creo que el nuevo congreso sea un indicativo de que habrá claros recortes en el presupuesto de este campo”, señala.
Orden recordó que en 1994, la última ocasión en la que los republicanos barrieron el Congreso bajo el lema de los recortes, los subsidios para la agricultura crecieron.
