Los agricultores americanos han tenido muy mala prensa en los últimos años. Sus prácticas han sido criticadas en diversos libros y películas populares por dañar el medio ambiente y poner en peligro la salud. Ahora, grupos de agricultores están haciendo retroceder. Aseguran que los críticos no comprenden cómo se producen los alimentos. De esta forma, se han decidido a tomar medidas extraordinarias.
Durante dos días, este mes un campo de trigo creció en el centro de Washington, DC.
Antes de que un grupo de escolares llegara, los agricultores trajeron plantas de trigo en cada estado de su ciclo de crecimiento; desde los jóvenes brotes verdes hasta las ondas de color ámbar de grano listo para la cosecha.
Trajeron también una cosechadora y un molino de harina que muele el grano. Incluso crearon una réplica de los estantes de un supermercado para cerrar el ciclo. De esta forma, cuando los escolares contemplaron cómo el trigo se convertía en magdalenas experimentaron la comida artesanal.
Jerry McReynolds, agricultor de Kansas y presidente de la Asociación Nacional de Productores de Trigo, decidieron hacer una muestra conjunta porque los americanos desconocían de dónde proviene su comida. “Todo lo que podemos hacer es educar e intentar ayudar a la gente a comprender que se trata de un proceso. No sucede de pronto, no puedes ir simplemente a la tienda y pensar que los alimentos han aparecido allí mágicamente”.
McReynolds opina que los escolares no son los únicos que precisan de una lección sobre el origen de su comida, sino también los responsables de las políticas medioambientales. “No haríamos nada que dañara el medio ambiente. Las regulaciones indebidas ya sea económicamente o imposibles de encontrar, sólo distancia la agricultura”.
Este agricultor asegura que si los legisladores entendieran la agricultura mejor no crearían leyes que amenazan la capacidad de producción de alimentos.
Por su parte, los ecologistas afirman que las quejas de los agricultores son pretenciosas. “Tienen algunas excepciones al Acta de Agua Limpia. No hay ningún punto que se refiera a la agricultura, que es la mayor contribuyente a la zona muerta del Golfo de México; ahí tienes todos esos regadíos que llegan de la cuenca del río Mississippi. Eso no está regulado”, asevera Don Carr, portavoz de un grupo ecologista sin ánimo de lucro.
El ecologista cree que este tipo de eventos son la respuesta de los agricultores a películas y libros populares que critican sus prácticas. Añade que no todo el que aprende más sobre la producción moderna de alimentos llega a la misma conclusión. “Cuanto más aprendemos sobre los peligros ambientales de algunas prácticas agrícolas, más tienen que hacer oír sus voces”.
La suerte de las normas y regulaciones legales que gobiernan la producción de alimentos y protegen nuestro entorno descansa en las manos de los funcionarios elegidos, justo en esa misma calle en Capitol Hill.