Una especie de domo encendido, coronado con la silueta de La Chinita, la virgen patrona del estado venezolano del Zulia, ilumina a Mary Figuera y a su hijo Lucas, de 5 años. Es su día libre del trabajo y el niño juega y ríe bajo miles de lucecitas doradas, azules y rojas. Es “un rato diferente”, dice.
La Plaza del Ángel, en el extremo norte de la avenida Bella Vista, es uno de los puntos más refulgentes del “Encendido” de la Feria de La Chinita y la Navidad en Maracaibo, una tradición de finales del siglo pasado que volvió hace semanas tras años de olvido.
Figuera, de 44 años, cree que el retorno del decorado de los 5 kilómetros de Bella Vista es algo “excelente” para la ciudadanía, especialmente después de los tiempos de pandemia y años de apagones constantes, la crisis económica y los apremios particulares.
Desde el norte hasta el centro de la ciudad, Bella Vista exhibe en su acera central y sus postes aledaños cortinas de luces amarillas, estrellas fugaces, soles, pesebres, instrumentos musicales autóctonos, guirnaldas, arbolitos y lazos navideños, todos encendidos.
“Los colores son sinónimo de vida, de alegría. De alguna manera, eso genera un buen sentimiento y es algo bueno, más en esta época de Navidad”, afirma la venezolana.
Las decoraciones de la ciudad evocan su niñez. “Se estilaba que hubiera mucha luz, la gente decoraba sus casas, se llenaban las calles de luces y eso, por un tiempo, mermó”, explica.
La ciudad, una de las capitales regionales más importantes y pobladas de Venezuela, experimentó una crisis aguda de sus servicios públicos, escasez de gasolina, racionamiento eléctrico de múltiples horas al día e inflación rampante durante los últimos años.
El encendido invita a venezolanos a aparcar la crisis por unos momentos para compartir la Navidad tomándose fotos, jugando, compartiendo con San Nicolases en algunos puntos o simplemente paseando a pie o en carro por toda la avenida decorada.
Apenas Mary y su hijo llegaron a la plaza, un Santa llegó de improviso para entregar regalos a los niños. “Significa mucho”, asegura. Ese momento se siente “diferente, tuvimos dos años difíciles. Se está recuperando la normalidad”.
Es muy chévere, es agradable volver a tener esa experiencia con la familia, con los niños, que disfruten”: Lisandra Villalobos, residente de Maracaibo.
Tradición perdida
La noche del 4 de noviembre pasado, un gentío de niños, adultos y ancianos colmó la avenida Bella Vista para inaugurar el encendido de la vía. Aquella fue una jornada “espectacular de reencuentro” y “un día de paz y unión”, según dijo el promotor original del decorado citadino y gobernador antichavista del estado Zulia, Manuel Rosales.
Apenas un año atrás, esos espacios de Maracaibo no estaban engalanados y los ciudadanos decían ver a la ciudad “destruida”, incluso “triste”, a diferencia de aquellas navidades, desde finales del siglo pasado, en las cuales sus decoraciones eran incluso un atractivo turístico.
Las tradiciones decembrinas de los trabajadores petroleros de Estados Unidos y Europa que llegaban a la ciudad en el siglo pasado influyeron en la clase media zuliana para crear en sus hogares y calles lo que el historiador Ángel Lombardi denomina “hitos de luz”.
Esos tiempos festivos, de gaitas zulianas, reuniones familiares y decorados, se hicieron cada vez más usuales en ciudades petroleras cercanas, como Tía Juana y Cabimas, hasta llegar a la zona central de Maracaibo, alrededor de su puerto, en las cercanías de Bella Vista, explica.
Los ciudadanos asocian el encendido contemporáneo de la avenida con la oposición, específicamente con Rosales. Siendo alcalde, comenzó la tradición en los años finales del siglo pasado y la continuó entre los años 2000 y 2008, ya como gobernador.
Uno de sus pupilos políticos, Pablo Pérez, y luego su esposa, Eveling Trejo, continuaron la costumbre desde ese alto cargo. El triunfo del chavismo en ese puesto de elección popular, en 2012 y después en 2017, coincidió con la desaparición progresiva de esos decorados.
“Salieron felices”
La vuelta del encendido es “positiva”, opina Mario Gómez, comerciante, mientras aguarda por un autobús, sentado a los pies de un árbol navideño de luces multicolores.
“Me parece perfecto, porque pasamos años de pandemia, tiempos difíciles. Creo que incentiva y motiva al zuliano después de que salimos de todos estos baches”, dijo.
Junto a sus dos hijos, ya recorrió la avenida Bella Vista “de punta a punta” para ver cada uno de sus decorados, como el largo puente sobre el Lago de Maracaibo frente a la Iglesia La Consolación, ya con varias de sus luces apagadas por averías.
“Ellos salieron felices, es algo bien bonito que Bella Vista y todo esté bien iluminadito y esté bien bonito. Motiva, más en estas fechas decembrinas donde la gente necesita un incentivo para seguir avanzando, con lo que estamos viviendo con la economía”, apunta.
Me parece perfecto, porque pasamos años de pandemia, tiempos difíciles”: Mario Gómez, residente de Maracaibo.
Entre crisis y prosperidad
Una de las particularidades del encendido de este año, cuentan los citadinos, es su autonomía eléctrica en varios puntos, con generadores alimentados por paneles solares. Se trata de una medida “innovadora” de las autoridades, dice el marabino Giuseppe Cepede.
“El encendido te motiva a una ciudad más hermosa, más alegre, feliz, más próspera. Te levanta el autoestima como ciudadano, como esa persona tan calurosa que es el marabino”, dice, sudado, mientras camina un tramo de Bella Vista ataviado con ropa deportiva.
Pero no todos ven el color esperanza en Bella Vista. Douglas Amaya, un comerciante ambulante, pasó de vender 150 algodones de azúcar a solo 30, en los últimos 15 días.
“La gente llegaba a tomarse fotos, le compraban algo a uno, pero ahora esto parece una soledad”, manifiesta, disgustado, cargando a cuestas un delgado palo de madera donde mantiene aferrados sus productos, de tonalidades azules y rosadas.
Graves problemas sociales y económicos prevalecen en algunas ciudades de Venezuela, como Maracaibo, con cerca de 200 % de inflación, los marcados brincos del tipo de cambio o el regreso de las kilométricas colas en estaciones de servicio por escasez de gasolina.
En ese contexto, sin embargo, los decorados de Navidad se antojan como un entretenimiento “chévere” y una experiencia de disfrute para la familia venezolana o incluso los pocos turistas, opina Lisandra Villalobos, de 29 años, al salir de su empleo.
Con su niña, anduvo por Bella Vista de noche hace poco. Quedaron “enamoradas”, dice, ambas contentas porque “regresen estas tradiciones”, apagadas del todo hace tan poco.
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